A las afueras de Chonchi, una pequeña localidad ubicada en la Isla Grande de Chiloé, descansando en lo alto de una suave y verde pradera, se ubica la “Rode House” del estudio local Pezo von Ellrichshausen. El volumen en forma de medialuna ayuda a crear un patio protegido de los fuertes vientos que son habituales en la zona mostrando la audacia de esos edificios que desafían a los elementos naturales para establecer la presencia humana.
Casa Rode es a la vez media y doble. Media, porque es el encuentro interrumpido entre un cono y un cilindro. Doble, porque la substracción de una forma rectangular en la base de tales figuras genera un par de habitaciones equivalentes en ambos extremos de una secuencia lineal, una dirigida hacia el sol directo y amarillo y la otra hacia el sol indirecto y azul.
Precisamente las fotografías capturadas por el estudio de Concepción revelan cómo Rode enfrentando el mar interior de la Isla grande de Chiloé, se presenta cerrada y hermética en su fachada oeste y abierta y con la curiosidad de capturar el paisaje en dirección al horizonte por el este.
El inmueble, que reposa en una pradera salvaje sin cultivar, es una semicircunferencia construida en torno a un patio y el espacio de circulación coincide con el espacio de la casa en sí. En este espacio interior semicircular de escasa profundidad se introduce un bastidor de madera con paredes y puertas que en la planta tienen forma de “U”, y dentro del cual los proyectistas colocan con extrema delicadeza los servicios higiénicos y las instalaciones.
El bastidor también divide el espacio en cuatro: dos habitaciones más pequeñas en los extremos para los dormitorios, una sala más grande que es el salón, cocina y comedor, y el espacio al aire libre central del patio.
BELLA & ENIGMÁTICA
Un gran espacio exterior queda contenido entre estos recintos paralelos; un patio parcialmente pavimentado que se protege de la lluvia en dos terrazas cubiertas, y del viento desde tres lados. Estos tres lados son espesores funcionales, con gruesos muros vaciados para contener las instalaciones domésticas.
Mauricio Pezo y Sofia von Ellrichshausen definen esta construcción como “un encuentro interrumpido entre un cono y un cilindro”. En la planta esto da origen a una única forma semicircular, en cuyo espesor se construye el interior de la casa. La belleza y enigma que oculta reside tal vez en la férrea subordinación de las funciones y las distribuciones del espacio a las leyes de la geometría. Casi como si éstas estuvieran buscando un nuevo mundo y nuevas formas de habitarlo.
La presencia y la totalidad del recipiente curvo es más bien asimétrica: por un lado se presenta como un imponente y hermético refugio fortificado, por el otro aparece como un gran techo inclinado casi sin muros de apoyo.
MADERA NATIVA
Toda la construcción está hecha con madera nativa. La estructura está definida por un despliegue radial de cuarenta y cinco marcos rígidos. Los muros y cielos están revestidos con entablados. El techo cónico se cubre con un manto compuesto por delgadas tejas de alerce. Sabiendo que esta isla no sólo es conocida por sus exuberantes mitos y leyendas sino también por su refinada carpintería tradicional para la fabricación de botes e iglesias, y aceptando que algo de ese conocimiento local informara nuestra propuesta, preferimos recordar el delicado artilugio de aquellos olvidados candados de madera.
Arquitectos: Pezo von Ellrichshausen
Ubicación: Chiloé
Colaboradores: Diego Pérez, Findlay Barge, Caitlyn Flowers, Victoria Bodevin
Área: 200 metros cuadrados
Año Proyecto: 2017
Fotografías: Pezo von Ellrichshausen