A la captura de la Antártica

El viento austral sopla fuerte mientras el velero Sonabia II navega audazmente por las gélidas aguas de los confines del mundo, capeando olas de hasta cincometros. A bordo, cuatro audaces fotógrafos, acompañados por el capitán y su leal segundo, se preparan para enfrentar el desafío supremo: adentrarse en el lugar más peligroso y hostil de todos los océanos, el temible Paso de Drake. Esta zona de transición, donde las corrientes cálidas y frías se entrelazan en un ballet acuático sin igual, alberga aguas turbulentas que conectan el continente con la majestuosidad de la Antártica mediante unos interminables 800 kilómetros que para esta expedición significarían cuatro días de la aventura de sus vidas. En total un viaje de 1484 millas náuticas (casi 2800 kms) desde el 5 de febrero al 2 de marzo de 2023.

Escrito por Cristian Muñoz

Fotografías de Carlos Guevara V.

IG @guevaravivanco_fotografia

www.gvivanco.com

A sus 59 años, el intrépido fotógrafo de naturaleza Carlos Guevara, se embarcó en una aventura que lo llevaría a los confines del mundo. Nacido en San Fernando, siempre ha sentido una profunda conexión con la naturaleza y una pasión innata por capturar sus emociones a través de las imágenes. Criado en una familia donde heredó el amor por la naturaleza de su padre y la sensibilidad para disfrutar de las cosas simples de la vida de su madre, siempre supo que su destino estaba ligado a explorar y compartir la belleza del mundo.

Precisamente el destino lo conduciría a conocer a Eric, un capitán de barcos francés que despertó en él la pasión por la navegación a vela. Juntos, comenzaron a planificar un viaje a un lugar que representaba el último rincón virgen de la Tierra, la Antártica.

Carlos relata emocionado: La idea nació en 2016, cuando navegamos hacia Cabo de Hornos en el Sonabia, velero construido por el propio capitán europeo. Quedé enamorado de la navegación a vela y, desde ese momento, la idea de viajar al extremo más austral de nuestro país comenzó a tomar forma.

En medio de su bitácora, Carlos hace una pausa para contextualizar las emociones plasmadas en estas hojas. “Después de graduarme como Ingeniero Civil en Computación y obtener un MBA en Finanzas, logré desarrollar una exitosa carrera como ingeniero y profesor universitario durante más de 30 años. Sin embargo, nada me apasiona más que respirar el aire fresco y vivir al aire libre.

De allí, reitera una frase inmersa en su piel. “Digo que nací montañista, y desde los 12 años he vibrado recorriendo la majestuosidad de la cordillera de los Andes. Me encanta viajar y disfrutar de las cosas simples de la vida.

EL TEMIDO CRUCE

Después de muchos meses de planificación y espera, finalmente llegó el momento de hacer realidad este sueño. Carlos, siempre meticuloso y estructurado, formó un equipo de cuatro fotógrafos, dos hombres y dos mujeres, para acompañarlo en esta expedición única. Las reuniones previas fueron fundamentales para anticipar los desafíos que enfrentarían, desde la seguridad y el equipamiento necesario hasta los medicamentos y la alimentación.

Pero sobre todo, debían prepararse y mentalizarse para el temido cruce del tempestuoso Drake, una travesía de aproximadamente 800 kilómetros que duraría casi cuatro días. Los marinos lo conocen como el lugar más peligroso y hostil de todos los océanos; una zona de transición, donde las corrientes cálidas y frías se entrelazan en un ballet acuático sin igual.

Uno escucha muchos relatos y hacerlo en una embarcación de 15 metros de eslora o largo por 4 metros de manga o ancho es un verdadero desafío, reconoce Carlos al describir una experiencia verdaderamente desafiante.

El cruce del Drake consta de tres partes distintas: la entrada y salida, donde las aguas no son tan profundas y se generan olas caóticas; la parte del medio, con aguas mucho más profundas y olas gigantescas, donde nos encontramos con olas de hasta 5 metros las que, afortunadamente, son ordenadas y no sacuden tanto el velero de un lado a otro. Sin embargo, al cruzar, resulta imposible mantenerse de pie y caminar requiere sostenerse con ambas manos. El mareo es un problema constante, por lo que todos optamos por permanecer en nuestros camarotes la mayor parte del tiempo.

Luego, en la parte del medio del Paso de Drake entre el segundo y tercer día –, la sensación de equilibrio es un poco mayor y se pueden observar esas imponentes olas gigantes, en el viaje de ida, venían desde la popa, el viaje de vuelta es mucho más duro pues la ola te pega de frente. Veíamos cómo nos elevábamos unos 5 metros, pero el movimiento era ordenado y predecible”, añada con una calma desconcertante.

BELLEZA INIMAGINABLE

Tras superar el desafiante cruce del Drake, la tripulación llegó finalmente a la Antártica, donde disfrutarían de 12 días de exploración y maravilla. Carlos describe la experiencia con asombro: Nunca imaginé la belleza con la que me iba a encontrar. Si bien había escuchado sobre la inmensidad blanca, la realidad superó todas mis expectativas.

Desde el momento en que zarparon desde Puerto Williams y navegaron durante seis días hasta la base Presidente Gabriel González Videla, quedé sobrecogido por la magnificencia del paisaje – complementa –. Es lo más hermoso que he presenciado en mi vida. Cada punto del paisaje era una obra de arte que superaba cualquier imaginación. Tenía una idea de lo que quería fotografiar, pero en ese momento me di cuenta de que realmente estaba en otro planeta.

La permanencia en Antártica a bordo del velero Sonabia II duró 12 días efectivos, desde el 10 hasta el 22 de febrero de 2023 y el viaje en total duró casi un mes. Carlos y su equipo recorrieron las aguas heladas de la Antártica, capturando la esencia misma de este vasto y remoto continente, fotografiando una inmensidad de colores, relieves y texturas.

Conviviendo con la fauna salvaje del extremo austral, encantándose con las maravillas de nuestro planeta. Preguntamos a Carlos Guevara cómo este viaje había cambiado su vida, y su respuesta fue reveladora.

Regresar de unas vacaciones siempre te deja una sensación de paz y tranquilidad que dura unos días, pero después de viajar a la Antártica, esa sensación se vuelve infinita. Comienzas a ver las cosas con una perspectiva diferente, con una calma interna que te transforma. La Antártica se queda en tu mente para siempre. Vuelves con una humildad impresionante después de enfrentarte a una naturaleza tan impactante como el cruce del Drake y la grandeza de la Antártica. Todo en la vida adquiere una nueva perspectiva.

La expedición a la Antártica fue mucho más que un simple viaje. Fue una experiencia que dejó huellas imborrables en el corazón y la mente de Carlos Guevara y su equipo de fotógrafos. A través de sus imágenes, nos transmiten la magia de un lugar donde la naturaleza reina en todo su esplendor. Un testimonio de la belleza indomable y de la importancia de preservar nuestro planeta para las generaciones futuras.

 

Otras lecturas

Suscríbete a nuestro Newsletter