Cuidada desde el amor, respeto y gratitud
Comenzamos la hermosa mañana del jueves 21 de enero con una cosecha de acelgas, perejil, pimentones verdes y dos zapallitos. Compartiendo la alegría con nuestros seguidores en redes sociales – como habitualmente lo hacemos – uno de ellos preguntó si la acelga era modificada.
Al principio pensé “¿Qué?, ¿de verdad hicieron esa pregunta?”, luego me dio satisfacción. A dónde quiero llegar con todo esto. Muchos creen que la industria de los agroquímicos y pesticidas cifra su éxito en el buen volumen y calidad de alimentos.
Lamentablemente, sólo exponen una cara de la realidad, producción y dinero, omitiendo lo más importante, la carga de veneno incorporada en el alimento. Tampoco se habla del desgaste, de la contaminación y erosión del suelo, de las napas subterráneas, así como la indiscriminada destrucción de ecosistemas. La lista suma y sigue.
Pese a lo anterior, una luz de esperanza irradia con más fuerza cada día. Contamos con experiencias suficientes y casos contundentes donde se demuestra que al trabajar la tierra de manera ecológica, amable, respetando los ciclos, utilizando semillas limpias y libres, dejando y ayudando a que el suelo se regenere, contribuiremos a la biodiversidad y podremos conseguir estos maravillosos resultados.
Esta es la “nueva realidad”, a ella debemos comenzar a acostumbrarnos y poner foco. ¡Sí podemos cosechar alimento de gran valor nutricional y limpio sin dañar a nuestro planeta y a nosotros mismos!
Mediante estas páginas comparto con todos ustedes estas fotos de mi huerta y las siguientes palabras: “Esta es una acelga ecológica, cuidada con y desde el amor, el respeto y la gratitud”.