Autodidacta en gran parte de su obra, inspirado en la naturaleza y su magia, Rover Smart pinta con la filosofía de regalar un espacio a la comunidad. “Al ver un spot que me gusta analizo su entorno y forma, la flora y la fauna, su gente, sus calles. Allí nace una especie de impulso mágico sobre lo que quiero representar, el motivo y sus colores”.
Por su sangre fluye el gen artístico, un padre que pintaba cuadros abstractos y una madre catalana que domina la libertad del trazo. Esta última le autorizó a pintar su habitación cuando hacía sus primeras creaciones a base de pintura en aerosol. Aquel acto impulsaría su pasión por pintar en los muros.
Viviendo en diferentes lugares del litoral central, y habiendo crecido entre los cerros de Catapilco y el pueblo de Zapallar, Roberto Smart Bordera – de 32 años y hacendado actualmente en Playa Negra, Concón – no se casa con ningún estilo en particular, experimenta, fusiona y adapta sus murales según lo que le transmite la atmósfera e historia del lugar.
Cuéntame del legado de tu padre.
“Mi padre dejó en mí un gran legado artístico. Siempre me alentó expresando su orgullo y admiración por mi trabajo, algo mutuo. Admiro profundamente su obra, aspiro en un futuro cercano continuar su corriente de la abstracción y fusionarla con el Graffiti, aunque él ya se me adelantó pues también usaba aerosoles en sus cuadros”.
¿Cómo te “enamoraste” del Graffiti?
“Como crecí entre los cerros y el pueblo, eran lugares donde difícilmente podrías envolverte en un mundo como el del Graffiti. Pero desde que tengo uso de razón dibujo, era cosa de tiempo que llegara un spray a mis manos, sucedió por el año dos mil.
Comencé pintando una casa abandonada, luego mi madre y mi padrastro me dieron la hermosa libertad de pintar mi pieza. No quedó ningún espacio vacío, ese fue el inicio de todo; posteriormente conocería al grupo de pintores 25Crew con quienes aprendí nuevas técnicas, códigos y a crear algo en conjunto”.
Decíamos que también posees la veta artística desde el vientre.
“Mi madre es Catalana y una gran artista. Domina muy bien la libertad del trazo. Ella ha influido de una manera más estricta en mi trabajo, a veces con cierto juicio, retos y críticas duras – cosas de madre – pero también me celebra mucho mi talento así que termino preguntándole su opinión. Al ser muy franca siempre la tomo en cuenta.»
Vives de hacer graffitis por encargo, ¿cómo funciona este proceso?
“Son varios años trabajando de manera independiente para diversos clientes, desde el pintado de espacios interiores de casas, locales y departamentos hasta murales en festivales de música como Lollapalooza 2016 y 2017, Festival Primavera fauna, la estación de metro de Viña del Mar, murales en Universidades, activaciones de marca y Talleres de Graffiti para niños.
Pero no todo es pasión, belleza y colores. Al ser mi fuente de sustento, debo asistir a reuniones, hacer cotizaciones, organización y logística, diseñar, mover material, la mano de obra gruesa, fotografía, manejo de web, redes sociales y a veces hasta montar audiovisuales del proceso. Otras veces debo sortear dificultades como clientes que subestiman tu trabajo, sobredosis de encargos en un mismo mes o nada en tres meses; en esos lapsos intento equilibrar mis ingresos trabajando como diseñador gráfico”.
Y cuando pintas solo por amor al arte, ¿qué factores te llaman a escoger cierto muro?
“Siempre hay un muro o soporte que llama mi atención, sobre todo aquellos spot con una atmósfera interesante, donde el motivo a pintar pueda dialogar con el entorno y su gente. No reniego de haber hecho y hacer Graffitis o tags (firmas) sin permiso – algunos que con mi madurez de hoy no hubiera escogido -, como por ejemplo pintar sobre una roca, o sobre la fachada de un hogar a la mala. Ahora intento que sea un aporte separando mi ego e impulsos sobre lo que vaya a pintar”.
Un ejemplo es el mural en Reñaca.
“Claro. Me gusta la forma de su cabaña, la perspectiva y el entorno. Cuando busco un muro me fijo en la gente que transita por ahí, en la flora y fauna del alrededor, sus calles y su historia. Allí nace una especie de impulso mágico sobre lo que quiero representar, el motivo y sus colores. Luego soy muy esquemático, mido el muro, diseño y descarto, hasta llegar al motivo que sienta que me llena y que transmitirá algo para el resto de las personas».
Hoy ¿cuál es tu filosofía al intervenir un espacio público?
“Comprendí que la pintura es un regalo para la gente que transita, trabaja o vive allí. Si logro que a los niños y a las abuelitas les guste el mural, entonces siento que lo hice bien”.
¿Qué te inspira e impulsa a adoptar un estilo propio?
“La naturaleza misma. Siento que su flora, fauna y elementos, son el referente más fiel de inspiración.
También me inspira e influyen elementos más futuristas, admiro la abstracción, lo glitch (distorsión), la geometría, los patrones, las texturas… En realidad, no me caso con ningún estilo en particular, soy bastante impulsivo y me gustan las fusiones e ir buscando nuevos estilos y probando nuevas técnicas. Hay que jugar y arriesgarse”.
Perteneces a la agrupación 25crew, cuéntame más de ellos.
“La 25crew es el grupo de Escritores de Graffiti del cual formo parte, podríamos decir que es una de las agrupaciones precursoras de este arte en la región. De ellos aprendí muchísimo, tanto de técnicas como de códigos.
Algunos están muy activos en Europa y otros aquí, y los miembros que ya no pintan siguen perteneciendo al grupo, pues la 25crew es como una gran familia”.
¿Cómo vinculas el Graffitis con el contexto social que experimenta hoy el país?
“El arte es una herramienta social muy fuerte, consciente de ello intento abordarlo con la responsabilidad que lo requiere. El Graffiti, los murales e incluso los rayados políticos, son un fiel reflejo de lo que siente gran parte de la gente, y yo la banco cien por ciento”.
¿Y personalmente…?
”Cómo yo lo abordo en mi arte no es tan literal, de carácter político o muy contestatario, pues considero que el solo hecho de darle vida a un espacio público ya es un acto revolucionario independiente del motivo. Por ejemplo, estoy pintando en Valparaíso un centro de la PUCV con un concepto que podría ser ajeno visualmente a los acontecimientos, pero la gente pasa con sus mascarillas por el mural y expresan unos segundos de alegría entre todo el caos; en más de una oportunidad han llegado las protestas y, al menos hasta ahora, rayaron casi todo alrededor menos el mural. Ese respeto creo que es el que recibe un trabajo cuando aporta y es honesto”.
Texto de Cristian M. Caces · Imágenes del artista.
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