Antes de colapsar pensando que estás seguro en el año del chanchito, y de que además el año nuevo es en verano, déjame primero explicarte algo. Ya pasamos la mitad del año viviendo en el hemisferio sur la noche más larga y el día más oscuro, correspondientes al solsticio de invierno, el 21 de junio.
Para nosotros este día representa la máxima energía yin (oscuridad, noche, frío) y lo es aún más para el Feng Shui, debido a que luego del letargo invernal, la energía comienza lentamente a resurgir pasada esa fecha. A fines de julio y principio de agosto, la naturaleza experimenta un nuevo despertar. Vuelve a nacer, vuelve a iniciar, por lo tanto, se inicia un nuevo año energético.
El año nuevo energético no corresponde a un calendario cronológico. Más bien, tal como fue bellamente observado por los chinos antiguos, los tiempos del Feng Shui y las épocas del año corresponden a etapas relacionadas con los procesos naturales de la tierra y el cielo: su estacionalidad, sus momentos yin y yang, despertar y letargo, la luna y el sol, los movimientos de viento y agua, los momentos de la siembra y la cosecha. Naturaleza pura.
En Feng Shui, este instante corresponde al momento de punto O, origen y final de todos los ciclos, se relaciona con un trigrama llamado La Montaña, que representa la máxima quietud de la vida. En este punto la vida termina un ciclo y comienza otro.
Un momento de transición entre el yin y el yang. Acá termina la oscuridad y empieza la luz. Asimismo, aquí es donde termina el invierno (quieto, frío, en donde todo se ha dormido) y comienza la primavera, con su precioso renacer.
Por lo anterior, no podemos verlo con ojos occidentales vacíos de esta observación, sino con sensibilidad extrema al entorno, con delicadeza, con comprensión de los ciclos. Nadie puede negar que algo está pasando.
A fines de julio y comienzos de agosto las mariposas aparecen, los cerezos en flor ya están entregándonos su maravillosa belleza, los aromos comienzan a teñir de amarillo los caminos, los primeros brotes de las plantitas ya se dejan ver tímidamente. La energía está despertando, saliendo de su sueño invernal y yin, para traernos de nuevo el nacimiento de las cosas, de los sueños, del ánimo, de las ganas de emprender o experimentar.
Para el hemisferio norte lo mismo ocurre en febrero. Exactamente un mes y medio luego del solsticio de invierno (21 de junio para nosotros, 21 de diciembre para el hemisferio norte). Recuerda que debe existir siempre un equilibrio entre el yin y el yang. Nosotros estamos en verano, y en hemisferio norte están en invierno. Cuando tenemos los días más cortos, ellos tienen los días más largos.
Para ambos, el año también empieza 45 días después del solsticio de invierno, pero nosotros lo vivimos aproximadamente el 7 de agosto. En ese momento la naturaleza se despierta para brotar.
Y no es el chanchito quien nos visitará este año, pues está instalado desde febrero en los países de arriba. En nuestro caso, estaremos siendo regidos por el Caballo hasta agosto de 2020, ya que el Feng Shui se basa en el equilibrio de las polaridades y los opuestos, y el planeta se mantiene en un equilibrio constante gracias a esta polaridad de los hemisferios.
Mientras en la otra parte del planeta gobierna el yin, para nosotros comienza a gobernar el yang, el caballo de madera que vendrá a mover energía en forma ágil y con mucha rapidez. Un caballo que nos traerá mucha espiritualidad, éxito, empuje, y prosperidad sobre todo, a quienes somos unos soñadores innatos y sabemos tomar acción para cumplir esos sueños.
Por Andrea Riquelme
Arquitecto Paisajista
Profesional en Feng Shui
Facebook / Youtube: Espacios de Ensueños Feng Shui
Instagram: espaciosdeensuenos
espaciosdeensuenos.cl