Por muchos años hemos creado una Cultura de la dieta en donde el principal enfoque es la restricción alimentaria con un fin “Pesocentralista”. Así, hemos creído que mejorar nuestra salud significa comer menos, sin tener un real enfoque en la calidad de nuestra alimentación y nutrición, reduciendo la mirada a lo cuantitativo.
Bajo esta mirada de la alimentación, es muy fácil que surjan ciclos intermitentes de apetito y “hambre emocional” producto de carencias nutricionales. Cuando nuestro organismo tiene déficit de nutrientes, producto de las dietas restrictivas o bien porque nuestra alimentación habitual no es suficiente en calidad, comienzan a activarse señales de apetito que, a su vez, desencadena en patrones de hambre emocional y ansiedad por comer.
Por consecuencia, el cambio de alimentación se vuelve un lugar no seguro, donde no nos sentimos cómodos y que no queremos transitar ya que nos lleva a experimentar sensaciones de ineficacia y demérito.
Por otro lado, sabemos que el cambio de hábito, es un cambio permanente y eficaz para nuestra salud. Cuando experimentamos un cambio de hábito, sabemos que podemos ir sintiéndonos, observando nuestros procesos y disponiendo amigablemente de nuevas formas de disfrutar la comida y la calidad de vida.
Al existir un objetivo, pero no una meta, sabemos que podemos ir descubriendo el camino que nos acomoda y no, por el contrario, esclavizarnos a una manera de comer que no nos acomoda sacándonos del foco principal que es salud para nuestras vidas.
Les dejo diez maneras de cultivar nuestra salud, enfocadas en hábitos saludables que lograran mantener tu organismo en equilibrio nutricional y en su correcto ciclo biológico, evitando desordenes metabólicos que desencadenan el apetito: