Sumergido literalmente en el fin del mundo, Rodrigo Sánchez Grez, director del Dive Center Buceando Chile, promueve un buceo con sentido en expediciones científicas que en medio de alucinantes experiencias busca registrar y proteger la inconmensurable biodiversidad que habita los inexplorados mares de la Patagonia austral.
Inmerso en aguas inexploradas del fin del mundo, Rodrigo se siente en paz. Dejando atrás la preocupación y adrenalina por la corriente engañosa y lo desconocido, se sumerge en una densa oscuridad en medio de una expedición científica. Allí, en las profundidades de la Patagonia austral sus ojos vislumbran el alcance de su linterna hasta descubrir copiosos jardines de corales.
“A medida que acumulas mayor cantidad de inmersiones y vas conociendo el medio, te vas interesando más por la biología marina y las especies que habitan el océano”, explica el director de Buceando Chile.
Recuerda su afición por el buceo desde joven certificándose el 2011 como instructor PADI para sumergirse mayormente en la costa central. Quintay, Algarrobo, Los Molles y Pichidangui aparecían como destinos habituales. Luego, en 2013 crearía su propio centro para impartir clases a otros, ostentando a la fecha – a sus 42 años – más de 700 buzos certificados.
Pero su real pasión es sumergirse en aguas australes, en zonas inexploradas o donde muy pocos se han metido, lo que involucra una ardua preparación y una estricta logística.
“Bucear en la Patagonia implica – literalmente – sumergirse en otro mundo, un mundo con especies que no vemos en nuestro día a día y en el que de por sí, es difícil de acceder. Todavía somos muy pocos los que nos animamos a explorar las profundidades de los océanos y es justamente por esa razón, que tenemos que tratar de complementar nuestro deporte siendo un aporte a la ciencia en la medida de lo posible”.
El también profesor de la carrera de Ingeniería en gestión de expediciones y ecoturismo en la Universidad San Sebastián, sede Patagonia, promueve un buceo con sentido “devolviendo al gran azul los inolvidables momentos que en cada inmersión nos entrega”.
KATALALIXAR
Nos intriga conocer los spots favoritos de un buzo que gradualmente se ha sumergido en importantes proyectos científicos de conservación y protección del océano, trabajando con prestigiosas universidades y centros de investigación. Entre estos lugares menciona Rapa Nui, Robinson Crusoe, las Islas oceánicas que poseen grandes reservas marinas, destacando el archipiélago Madre de Dios, en Magallanes, al sur de Puerto Edén.
Pero sin duda el “sitio de buceo más lindo que he visto es la Reserva Nacional Katalalixar, un paisaje aislado e inexplorado entre canales y fiordos australes en la Región de Aysén donde fuimos enviados a comienzos de 2019 con objetivos científicos”, relata Rodrigo Sánchez.
En verano de aquel año, reunió una expedición de cinco integrantes – todos extranjeros a excepción de él mismo – con tal de hacer un mapa de biodiversidad a lo largo del canal Martínez, al sur del golfo de Penas.
La travesía náutica inició en Puerto Montt navegando en el ferry de Navimag durante tres días para llegar a Natales. Desde allí, fueron trasladados en lancha para hacer la conectividad con Puerto Edén, donde le esperarían dos días más de navegación hasta la boca del canal Martínez.
“Si te paras en Caleta Tortel mirando hacia el Océano Pacifico salen dos canales grandes, canal Baker por el sur, canal Martínez por el norte. A medio camino, como a un día de navegación se encuentra el denominado Paso de las Termópilas, ciertamente muy correntoso”, explica Rodrigo con mayor detalles.
El objetivo de la expedición era hacer un mapeo de biodiversidad, sumergiéndose en lugares aleatorios – previamente demarcados – con tal de realizar una serie de fotografías. Aguas densamente oscuras de unos 6 grados “una boca de lobo”, donde el miedo estaba presente desde el comienzo de la inmersión misma.
“La tenebrosa oscuridad y las peligrosas corrientes casi nos obligó a cancelar el buceo en un par de ocasiones. De hecho, una chica danesa que nos acompañaba me preguntó si también sentía tanto miedo como ella. Le respondí: ´flaca, estás acá buceando en el fin del mundo. Te encuentro la mina más aperrá del planeta´”. Así cobró coraje y nos adentramos en esta aventura.
Te mentiría si te dijera que no me meto con cierto grado de temor – reconoce el experimentado buzo –, “pero al final de eso se trata, de vencer el miedo. Eso te mantiene vivo, la adrenalina de explorar un lugar aislado, lejano de todo, algo completamente nuevo, me encanta”.
VARADOS
A falta de unas 14 horas de navegación para retornar a Puerto Edén la embarcación presentó problemas en su hélice obligándolos a fondearse en Caleta Connor, en medio de la despoblada isla Farquhar en la Patagonia chilena.
Ocho días transcurrieron para que un remolcador que llevaba un pontón para una salmonera lo rescatara y dejara de vuelta en Puerto Edén
POCO AIRE
Acumulando una década de inmersiones, explorando los rincones más australes de la costa chilena, es casi imposible no recordar algún episodio teniendo que luchar contra la muerte. Inolvidable es la ocasión en que debía asistir al archipiélago Madre de Dios en un buceo planificado para capturar fotografías de las placas de reclutamiento de corales reemplazar instrumentos en tres sitios de investigación
“Estábamos terminando de bucear al momento en que llega una corriente de varios nudos y nos quedaba súper poco aire. Por ello debíamos acercarnos a la costa para salir a la superficie. Curiosamente – recuerda – la corriente golpeaba contra la pared del canal y bajaba, entonces no nos dejaba salir. Literalmente tuvimos que escalar las algas que provenían de la superficie, cuando nos quedaba lo mínimo de aire. Realmente estaba asustado”.
EXPEDICIONES
Apostando a recuperar una relativa normalidad y si todo resulta según lo planificado, son varias las expediciones de Buceando Chile para el segundo semestre. A partir de agosto los pasajes se irían a Noruega para bucear en el archipiélago Svalbard en el océano Glacial Ártico, en un destino épico conocido como uno de los ecosistemas más extremos del planeta.
El itinerario marca en septiembre una expedición para la producción del documental Henry el último pirata, el cual reconstruye la vida de un buzo francés de Jacques Cousteau, quien que se vino a vivir a Rapa Nui.
Para octubre, Rodrigo espera poder bucear las lagunas altiplánicas en San Pedro de Atacama, mismo mes en que le espera una expedición al Estrecho de Magallanes, específicamente al Parque Marino Francisco Coloane, “mientras que en noviembre estaríamos terminando el documental del último pirata buceando una de las grietas del Glaciar Grey en Torres del Paine”, sentencia.