La historia de Claudio Hitschfeld relata un cambio radical de lo material a lo espiritual. De aquellos empresarios trabajólicos acostumbrados a extenuantes jornadas de hasta 16 horas diarias, inquietos por emprender en uno y otro proyecto, por no dejar descansar el alma, sino querer demostrarle al mundo entero de lo capaces que son. “Vivía según el colectivo, ambicionando lo que llamamos éxito en el mundo occidental. Pero con la práctica y aprendizaje del yoga aprendí a vivir desde mi propia perspectiva”, nos diría una nueva y renovada persona, llamada por su nombre espiritual Jai Dev Singh.
Pero tras dejarlo todo y avocarse por un tiempo de lleno al yoga, Claudio retomó las actividades empresariales desde un nuevo enfoque, armonizando (no equilibrando) sus proyectos sin perder de vista la plenitud y la felicidad. Idea que transmite en los viajes espirituales a La India que organiza desde el año 2006 con grupos de unas 20 personas adeptas a esta práctica milenaria.
DORMÍA TRES HORAS
A los 16 años Claudio Hitschfeld Jiménez ingresa a la fuerza aérea especializándose como piloto de combate. “Tenía licencia para pilotear aviones pero no para manejar automóviles”, dice con cierta ironía. Siempre vinculado al mundo del deporte decide estudiar Educación Física para luego organizar actividades deportivas en un banco de Santiago; de ahí en más le ofrecen un puesto permanente hasta llegar a obtener una importante cartera de clientes.
Con el afán de independizarse renuncia a la banca en 2002. “Antes ya había iniciado un par de empresas y trabajaba entre 14 y 16 horas diarias. Manejaba cinco proyectos al mismo tiempo, mientras estudiaba. Llegué a presentar un cuadro tan alto de estrés que sólo era capaz de dormir de 2 a 3 horas por noche”, recuerda. Lo peor fue el diagnóstico de úlcera que debía ser intervenida mediante una operación.
En ese estado, y siguiendo la recomendación de un amigo, asistió a su primera clase de yoga kundalini en algún lugar de Valparaíso, ¿el resultado? “Esa misma noche – comenta – dormí 7 horas seguidas, no lo podía creer. Con el tiempo la úlcera desapareció. Tenía que ser el yoga”.
RUTA DEL YOGA
Convencido de que la meditación y diversas posturas le estaban devolviendo la salud y optimismo, decide estudiar a fondo esta milenaria disciplina. Hace el instructorado y asiste a todo seminario que se presente.
Quienes vieron a Claudio Hitschfeld Jiménez – antaño el ejecutivo de banco que más ganaba en la quinta región – renunciar a todo lo material de un día a otro, pensaron que había perdido la razón. “Me llamaban el loco del barrio”, recuerda, a la vez que dejaba su impecable vestimenta de finos zapatos, traje y corbata, para envolver su cabeza en turbante y dejar crecer su barba.
Ya como instructor de kundalini, Jai Dev Singh tuvo la oportunidad de confrontar a un sabio maestro que venía de Estados Unidos y había sido uno de los viejos estudiantes de Yogui Bajhan, que es el hindú que introdujo el kundalini a América.
“Le pregunté por qué ninguno de ellos había ido a La India a estudiar las raíces de esta metodología tan maravillosa para todos nosotros. Con un dulce tono me responde ´creo que ninguno de nosotros lo ha hecho porque tú eres la persona correcta´. Quedé totalmente descolocado – confiesa -. Pero al paso de unos días decido tomar el desafío y me voy a India a las montañas de Rishikesh, en la base de Los Himalayas”.
Navegar por los alrededores del río Ganges y visitando lugares santos que concentran la atención de sabios del yoga más antiguo, Claudio estudia e investiga a fondo la filosofía oriental. Viajes que, en mi primera instancia personales, se transformarían en una oportunidad de turismo espiritual que Hitschfeld organiza por más de una década para que más adeptos al yoga puedan internarse en sus raíces.
“Desde 2006 organizo uno o dos viajes anuales para grupos de unas 20 personas y aprovecho la instancia para alguna peregrinación mía y perseguir algún otro sabio o saduh – asceta hindú o monje que sigue el camino de la penitencia y la austeridad para obtener la iluminación y la felicidad – por entre medio de las montañas o las cavernas”, relata Claudio quien se ha ganado un prestigio en la comunidad de maestros del yoga que residen en La India.
De las fascinantes ciudades sagradas recorridas por Jai Dev Singh, destaca Auroville al sur de La India, Dharamsala en Los Himalayas, precisamente donde vive el Dalai Lama. En estos místicos parajes se dan viven increíbles aventuras. “Persiguiendo Pushkar, atravesé el desierto de Thar llegando hasta la frontera con Pakistán. Allí me encontré con los guerreros del Rach Puch, conocidos como los guerreros del desierto y que también portan una tradición mística bien especial”, recuerda.
LA CIUDAD DE LA MUERTE
Dentro del aprendizaje en estos años Claudio aprovecha para narrar algunos rituales que estremecen de solo escucharlos. “Al navegar el Ganges alcancé Varanasi, ciudad sagrada donde los hindúes reconocen la estancia de la deidad de Shiva, que es uno de los tres dioses principales de los hinduistas y que es el dios de los yoguis. En esta ciudad habita la concepción de la muerte. Los hinduistas creen que al morir en Varanasi rompen la rueda de la reencarnación. Entonces – añade – cuando el hombre habitante siente que va a morir empieza a peregrinar hacia Varanasi sus últimos años y tratan de que la muerte los alcance justo en ese lugar. Eso la convierte en una ciudad muy particular”.
ARMONÍA, NO EQUILIBRIO
Actualmente Hitschfeld ejerce como director de las Escuelas de Yoga Savittar, instructor de Kundalini Yoga y organiza viajes en motos recorriendo exóticas rutas de Mongolia, los Himalayas o el Salar de Uyuni, a la vez que capacita a grandes empresas en desarrollo humano. ¿Por qué ahora desapareció el estrés? o ¿Cómo es posible conjugar la labor de un empresario sin dejar de experimentar una vida plena en sentido espiritual?
“El concepto del equilibrio es uno que yo no uso – confiesa – es un poquito más largo de explicar pero yo utilizo el concepto de armonía. La condición de espiritualidad es una condición permanente porque el humano es una criatura de carácter espiritual entonces desde esa parada cualquier cosa que ocurre en el día a día, en el devenir tiene que ver con un aprendizaje de carácter espiritual”.
“Cuando un árbol crece y crece y luego cae producto de su peso por una tormenta – añade -, la naturaleza no sufre, sólo hay un proceso circular. En el caso de los humanos sufrimos en ese proceso porque tenemos expectativas y valores asociados. Entonces ahí el concepto de armonía, que es un concepto que sí posee la naturaleza, es el que yo abrazo y no el del equilibrio porque de hecho ni siquiera existe ese concepto, no es real”.
En consecuencia con lo anterior, cuando Claudio Hitschfeld o Jai Dev Singh retornó de un largo peregrinaje por La India, decidió reiniciar sus actividades empresariales pero desde una nueva perspectiva y conjugando básicamente tres condiciones. “El proyecto debe encantarme, ser rentable y prestar algún bienestar hacia otras personas”, asevera.
Por último, relata una breve historia con la que se siente identificado. Recuerdo una ocasión en que le preguntan a una mujer santa dedicada cien por ciento a levantar hospitales en La India, cómo era posible que trabajara tantas horas al día sin cansarse. Ella respondió que cuando hay amor no hay esfuerzo. Creo que a nosotros nos pasa un poco eso”, sentencia.