Aguas tibias en paradisíacos paisajes, exquisitos sabores marinos con refrescantes frutas tropicales sumados a la calidez y alegría de su gente abundan en el estado de Pernambuco, ubicado al nordeste de Brasil. De clima tropical con agradables 28 grados durante todo el año, esta región ostenta increíbles balnearios de blanca arena, un mar turquesa y arrecifes de corales.
La región de Pernambuco posee una gran historia desde la Colonia bajo el dominio de Portugal, país que peleó férreamente con Holanda por el mando de sus terrenos y el control de la caña de azúcar, uno de los productos que hasta hoy ha sido pilar fundamental en la economía del país. El fuerte de San Ignacio de Loyola fue uno de los protectores del balneario por muchos años. Actualmente es un museo que guarda la historia – con su faro aún en funcionamiento – además de informar sobre el proteccionismo de las áreas marinas.
Nos sumergimos en blancas arenas que en una franja de 16 kilómetros bordean las cálidas aguas de Tamandaré, lugar de ensueño de toque pueblerino, ajeno – todavía – a la explotación del turismo masivo. A dos horas y media de la capital Recife, este balneario de manglares, arrecifes de corales y naturaleza autóctona ofrece sectores casi vírgenes para visitar, además de su exquisita gastronomía tropical con pescados y frutas frescas provenientes directamente de vendedores locales. Un paraíso donde el tiempo parece haberse detenido.
IGLESIA EN LA PLAYA. Situada en el municipio de Tamandaré, Praia Dos Carneiros invita a entregarse al placer de su mar y escenografía. Rodeada de palmeras, cocoteros y aguas calientes, es un destino que vale la pena visitar, y no lo decimos únicamente por sus piscinas naturales y bancos de arena que ofrecen un espectáculo de colores inigualable. Un destino que en verdad merece ser visitado.
La postal más conocida de este lugar involucra a una capilla levantada en plena playa. Se trata de la Iglesia de San Benito, también conocida como la “Igrejinha dos Carneiros”, construida en el siglo XVIII. Allí suelen celebrarse casamientos y hasta está enterrado Rosalvo Ramos Rocha, quien en 1938 adquirió cientos de hectáreas en la zona para dedicarse al comercio de cocos. Años después sus descendientes vieron en este lugar una oportunidad para explotar el turismo.
BUEN PROVECHO. Un fresco y apetecible pescado frito junto al camarón de río componen la base de una gastronomía costera y relajada en Tamandaré, mezcla de sabores agridulces de abundantes salsas y mucha sazón.
El caldiño de feioada o camarón – totalmente recomendable – así como la delícia de camarâo, son platillos que reflejan ese aire tropical a cada momento. Ni hablar del famoso pâo de queso, acompañados de carne de sol, una carne deshilachada que se sirve a toda hora. En resumen una exquisita oferta culinaria rica en proteína con sabores típicos del nordeste brasilero donde prevalece el coco, los frutos tropicales y la tapioca.
POSADAS COLONIALES. Estos alojamientos son un clásico de Tamandaré debido a coloniales construcciones que mantienen su fachada, con todas las comodidades de la contemporaneidad y la apacibilidad del paisaje, sumado a los sonidos de la fauna en medio de la selva tropical. Aún se observan divertidos monos de mechas blancas trepando por los árboles y arbustos, mientras que por las noches los sapos merodean los jardines.
ACUARIO NATURAL
Porto de Galinhas se ubica en el municipio de Ipojuca, que ofrece más de 32 kilómetros de playas de arena blanca, de aguas transparentes y cálidas, repletas de cocoteros y lejos del bullicio urbano, a pesar de su corta distancia (apenas 60 kms.) del Aeropuerto Internacional dos Guararapes, en Recife, capital del Estado de Pernambuco.
Bordeado por magníficos arrecifes de coral y piscinas naturales que bajo el agua crean un espléndido acuario natural de coloridos peces, el balneario “Puerto de Gallinas” debe su nombre al tráfico clandestino de esclavos realizado a finales del siglo XIX, con la prohibición de la esclavitud en Brasil. Los contrabandistas engañaban la fiscalización cubriendo a los esclavos con cajas de gallinas D’Angola, alimento noble de la Corte.
TURISMO AVENTURA. La paradisíaca playa de Porto de Galinhas, es uno de los puntos de encuentro para buzos, que cada año tiene más adherentes. Aquí se pueden practicar las dos modalidades básicas del deporte, snorkel y autónomo (con tanques de oxígeno). La mejor época para bucear en este destino del estado pernambucano es entre los meses de octubre y marzo.
Las piscinas naturales formadas entre los arrecifes de corales de playa Porto de Galinhas son ideales para bucear por primera vez y hacer snorkel en aguas tranquilas y poco profundas. En días de marea baja puedes caminar sobre los arrecifes y nadar en las piscinas cercanas a la costa, a las cuales se accede contratando los servicios de las jangadas, una especie de balsa de madera a vela.
Las agencias locales ofrecen turismo ecológico-aventura con numerosas excursiones y paseos en catamaranes que recorren islas y playas, en jangadas (botes a vela) y cabalgatas. Surf, windsurf, parapente así como paseos en kayac se suman a las propuestas ideadas para disfrutar al máximo este paradisíaco entorno natural.
ARTE HECHO CON AMOR. Representando su espíritu y cultura, el artista visual Gilberto Carcará, dueño de Ateliê do Carcarâ, ha llenado de color calles y fachadas de hoteles y restoranes de Porto de Galinhas al plasmar con una elevada mirada artística la historia del tráfico de esclavos; sin duda un tremendo aporte a la cultura Pernambucana, que continúa vigente en proyectos que realzan la identidad del balneario.
Riqueza natural e histórica, exquisita gastronomía marina y tropical adheridas al turismo aventura, a playas paradisíacas, arrecifes de corales, arte y la calidad humana de los locales brasileros que se esmeran por hacer sentir bien al turista, son razones de sobras para visitar los balnearios de Tamandaré y Porto de Galhinas, dos destinos de ensueño situados al nordeste de Brasil en el estado de Pernambuco.
Texto: Carlos Cisternas · Fotos: Gentileza Descubre Brasil @descubrebrasil