La obra del arquitecto peruano Martín Dulanto Sangalli aprovecha las oscilaciones del terreno en el poblado de Santa Eulalia – ubicado en el departamento de Lima – para diseñar una casa al estilo de un gran mirador. Una construcción atemporal forma parte del paisaje conformado por enormes piedras y árboles que superan los diez metros de altura, como un elemento que siempre estuvo presente.
Ficha Técnica
Arquitecto: Martín Dulanto Sangalli
Gerente del proyecto: Raúl Montesinos.
Colaboradores: Miguel Gutierrez, Gabriel Tanaka
Ubicación: Condominio Quebrada Verde, Santa Eulalia, Chosica, Lima – Perú.
Área de terreno: 651.36m2
Área techada en el primer nivel: 90.92m2
Área techada en el segundo nivel: 85.38m2
Ingeniero estructural: Jorge Avendaño
Año de diseño: 2019
Fotografía: Renzo Rebagliati
www.martindulanto.com
Armonizar los encantos del paisaje de la sierra limeña enfrentado a la diferencia de alturas del terreno emplazado al interior de un condominio en Santa Eulalia y lograr una arquitectura inserta en el espacio fue todo un desafío para la oficina de Martín Dulanto Sangalli. Reto abordado con un fin terapéutico por el arquitecto peruano al estar sobrellevando un complejo momento personal.
Por lo anterior, este proyecto inmobiliario vino a canalizar toda esa energía negativa transformándola en una vivienda que encantó a sus clientes, aunque debió superar una serie de obstáculos, como la vida misma.
“Es necesario aclarar que el nombre original de esta propiedad era Casa Volcán, como si de una explosión de energía se tratase. Cumpliendo con todas las expectativas de sus dueños, lamentablemente el presupuesto excedía con creces lo contemplado, por lo que nos pidieron mantener su esencia pero reducir el área construida en prácticamente un tercio”, explica Martín Dulanto.
Así y todo, con algo de frustración – reconoce –, y tras haber lidiado por cerca de un mes con los revisores del condominio con tal de aprobar una construcción atípica de acuerdo con sus diseños convencionales, lograron rescatar la esencia, el alma del proyecto original, bautizándola como Casa Lava, hogar de 176 metros cuadrados.
ARQUITECTURA SENSIBLE
Al observar las disímiles alturas topográficas y dar cuenta de árboles con quince metros de altura junto a grandes rocas “se planteó una arquitectura que manifestara un respeto absoluto tanto por el terreno como por su entorno, buscando tener un mínimo impacto en ambos”, añade Dulanto.
En este sentido, la casa se adapta al lugar, aprovechando la terracería existente, manteniendo sus niveles y muros, a los cuales se adosa la casa, y respetando la naturaleza preexistente. Hablamos de una arquitectura sensible, que se potencia con la naturaleza y cede su protagonismo resultando en ambientes más cálidos y acogedores, con mayor calidad espacial.
“Entendemos los elementos naturales como elementos arquitectónicos adicionales. Al observar por primera vez un terreno e identificar qué lo hace valioso, tomamos ese valor para potenciar nuestra arquitectura. A su vez, usamos nuestra arquitectura para potenciar el espacio”.
MIRADOR
Construida en el cerro, o en la zona más elevada del terreno, Casa Lava se proyecta como un gran mirador que observa parte del paisaje de la sierra limeño. “Desde el nivel superior, donde se ubican los dormitorios, teníamos unas vistas alucinantes de las copas de los árboles y de la quebrada que no podían ser desaprovechadas”, agrega el arquitecto.
Los pisos elegidos por sus características – resistentes, económicos y fáciles de mantener – refuerzan ese carácter de casa de campo: piedra talamoye para la sala y comedor, mosaicos para la cocina y los baños, y ladrillo pastelero para el segundo piso.
En esa misma línea se planteó el interiorismo con resorte de los dueños, pero bajo las pautas del propio Dulanto. ¿Su recomendación? Piezas sencillas y cómodas, que cedieran el protagonismo para acompañar a la arquitectura y dejar brillar a la vegetación.