Casa Manire. Un refugio en medio de la selva nubosa de Cusco

En el corazón de la selva de Cusco, se yergue Casa Manire, una obra maestra arquitectónica que rinde homenaje a la simplicidad y la conexión con la naturaleza. Diseñada por el equipo visionario de Mariana Otero, Yerko Zlatar de Puna Estudio, junto con la destacada contribución del arquitecto Martin Dulanto, esta residencia encarna la esencia de la armonía entre el hombre y su entorno.

  • IG @casa__manire
  • www.martindulanto.com
  • www.punaestudio.pe
  • Relato de Cristian Muñoz
  • Fotografía de Luis Felipe Soto

El concepto interior de Casa Manire es una oda a la elegancia minimalista y al wabi-sabi japonés. Materiales locales como la madera Ana Caspi, piedra tallada a mano y cerámica irregular se entrelazan en una danza de simplicidad y belleza. La arquitectura, influenciada por la estética del Mid Century y la filosofía de Eames y The Case Study House, se integra perfectamente en el paisaje circundante.

“Se apostó por una suerte de máxima austeridad, entendiendo la austeridad de la manera más positiva y lujosa posible, comprendiendo que el lujo en este proyecto no estaba en los materiales, sino en la posibilidad que nos da la casa de vincularnos con el terreno y el entorno, esta naturaleza en la cual uno se sumerge cuando llega a Manire, que es la selva de Cusco, que está lejos de la civilización, prácticamente aislados”, destaca el prestigioso arquitecto  peruano, Martín Dulanto.

Este vínculo entre el usuario y la naturaleza, que de cierta forma recude los posibles malentendidos lujos a la mínima expresión, invita a quedarnos con lo esencial.

La diseñadora Mariana Otero ha impregnado cada rincón con un toque de artesanía, desde las puertas de roperos hasta las luminarias, demostrando que el lujo reside en la conexión con el entorno más que en los materiales suntuosos.

Asimismo, la elección del fierro como material estructural permite una terraza techada que se extiende hacia la exuberante vista del río y las montañas, sin obstrucciones visuales que interrumpan la conexión con la naturaleza.

Pero lo que hace que Casa Manire sea verdaderamente especial es su relación íntima con el entorno.

EL SONIDO DEL AGUA

Situada en un terreno con dos niveles, la casa se eleva sobre la terraza alta, ofreciendo vistas de las copas de los árboles y las majestuosas montañas al fondo. Aunque el río no es visible desde la casa, su suave murmullo se filtra a través de los árboles, creando una atmósfera de serenidad y asombro.

Si bien, el arquitecto reconoce que desde el hogar no se vislumbra el río, al haber sido construido sobre un terreno alto que observa las copas de los árboles y las montañas de fondo, lo que sí se percibe es mucho más especial.

“¿Por qué te digo que es hasta más especial? No podemos ver el río, pero sí escucharlo, lo que es realmente precioso. Te da un efecto casi desconcertante, raro y al mismo tiempo relajante que te conecta de una manera mucho más íntima a la exuberante naturaleza de Cusco”.

PASADO & PRESENTE

El pasado histórico del lugar se entrelaza con su presente, añadiendo capas de significado a esta residencia única. Enraizada en un antiguo fundo que alguna vez fue testigo de prósperas cosechas y vida rural, Casa Manire es un tributo a las tradiciones y la tierra.

Pedro Zlatar y Gianina Stambuk, visionarios unidos por un profundo respeto a la tierra y las tradiciones, erigieron una hermosa casona con la colaboración de amigos y familiares. Inspirados en los métodos de construcción de su isla natal, Brac, en Croacia, utilizaron bloques de piedra no solo en la casona, sino también en el trapiche, canales y casas de trabajadores, honrando así su tradición picapedrera.

“Lo que más se rescata es justamente este carácter cálido de lo manual, de lo artesanal, del hecho de que haya sido el mismo Yerco quien gestionara la construcción y de haber hecho algunas instalaciones de la casa. Mariana, por su parte, ha puesto muebles tejidos por sus propios artesanos, es decir, hay todo un cariño y una dedicación en el diseño y esencia de este hogar”, añade el arquitecto.

Hoy, los vestigios de esta historia son testigos silenciosos de un legado que perdura en Casa Manire y su fundo, un santuario donde la austeridad se encuentra con la belleza, donde la mano del hombre se une con la naturaleza en una danza eterna de armonía y respeto preservando así un legado que perdura en cada rincón de la propiedad.

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