COLORES QUE SANAN EL ALMA

Estando el sol en su cénit, en una habitación grande, sin muebles ni cortinas Marcelo Hernán se interna en un proceso de inspiración poco ortodoxo. El taller está en un hogar de Villa Alemana donde el artista se asentó desde febrero del 2016 proviniendo desde el pueblo de Chimbarongo, al sur de Chile. En el centro del cuarto un iluminado atril reposa esperando cobrar vida con las primeras pinceladas.

Como la luz de cada día todo es nuevo: los pinceles, la pintura, el bastidor. De fondo suena música clásica o étnica-electrónica. Todo aquello que brinde energías positivas para imprimir en la tela. La humareda del té dibuja formas absorbidas en un trago de concentración, mientras el acrílico comienza a iluminar con alegres tonalidades una nueva creación.

“Sólo trabajo con cuadros cien por ciento personalizados. Mi idea es brindar felicidad, bienestar, energía positiva a las personas a través de mis pinturas”, destaca una y otra vez Marcelo Hernán, de título veterinario, pero sommelier de té por pasión, la lista sigue. Maestro de reiki en una búsqueda que también lo condujo al biomagnetismo y las flores de Bach, conocimientos que se entremezclan en una sinfonía de colores resultando en una melodía exclusiva.

 

“Pinto para transformar tu hogar y tu vida con alegría, amor y energía positiva”

 

AÑO DE TRANSFORMACIÓN

En 2015, cansado de la rutina laboral como visitador médico en la ciudad de Concepción, mismo año en que su madre muere, Marcelo decide dejar todo e internarse en el pueblo de Chimbarongo, justo al sur del río Tinguiririca y a unos 150 kilómetros de Santiago. En aquel tranquilo pueblo de poco más de 30 mil habitantes abrió una cafetería. Pero el negocio no iba bien. Aquel invierno fue especialmente frío y crudo.

“No tenía más que hacer que pintar cuadros. Los hacía para reencontrar la alegría a través de los colores tras perder a mi madre; luego los colgaba en la cafetería.  Y es que nunca dejé del todo la pintura – recuerda -. A los 10 años, realicé un curso de realismo en la ciudad de Linares donde vivía, en el Museo de Arte y Artesanía de esa ciudad, con Paz Olea (directora del museo en ese momento),  luego la abandoné, pero a intervalos seguía conectado al dibujo de cuando en vez”. De a poco los clientes comenzaron a comprarlos y a hacer pedidos.

Inquieto como siempre, vio en aquellas transacciones una señal del universo. Tenía que dedicarse a la pintura con una propuesta única que  uniera todas sus pasiones y saberes. “Como buen emprendedor sabía que debía hacer algo con mi talento y ganas de ayudar a las personas. Por lo mismo quise imprimir un sello personalizado a cada cuadro, donde la historia de las personas, la etapa por la que estuvieran pasando, sus aspiraciones y gustos se vieran reflejados en aquella peculiar obra, con el resultado de verse reflejados en ella”, explica.

Pero no como un retrato, sino como una imagen del alma. Colores que devolvieran el espíritu a esa persona. Que lo motivaran por surgir, salir adelante, ser feliz. Motivarse a aprovechar cada día. Recuperarse de problemas emocionales, o ser capaces de enfrentarlo. Tantas situaciones que nos presenta la vida y que a través de una pintura, y un profundo proceso de conexión Marcelo Hernán es capaz de dibujar.

“A través de mis conocimientos me acerco a la persona para conocer más de ella. Comienzo por su fecha de nacimiento para hacer un mapa de numerología. Le pregunto por etapa que vive, aspiraciones, miedos. Luego a través de la lectura de registros akáshicos y el reiki, intento conectarme con ellos y acceder a un registro de información. El propósito es que las pinturas no sólo representen totalmente al dueño y decoren, sino que logren enriquecer los espacios entregando alegría, energía positiva, amor y mucho color. Son cuadros terapéuticos”.

SOLO PINCEL

Con una técnica primitiva, pura, y ocupando solo pincel desde el último punto hasta la figura entera, Marcelo Hernán entrega una obra de acrílico que emociona a sus clientes. “Podría decir que prácticamente todos lloran cuando reciben el cuadro. Mi técnica tan pura, llena de colores, que prácticamente raya lo infantil, por lo que muchos se conectan con su niño interior lleno de alegrías, sueños, pero también de ciertos traumas que les impide responder bien a ciertas facetas de la adultez”.

En la recomendación del boca a boca, y desde que Marcelo se sumergiera de lleno al mundo de la pintura en 2017 con esta innovadora y holística propuesta, los clientes se multiplican. “Y no cobro barato porque todos mis materiales son nuevos, y me interno en un proceso cien por ciento personalizado en esa persona. Algunos me confiesas sus canciones favoritas, así que también las coloco de fondo cuando pinto, con tal de conectarme lo más posible con sus emociones. Además todo el proceso es a la antigua, convencional, nada digital. Puedo ser 2019 en redes sociales, pero en la pintura vuelvo a lo primitivo porque creo que en un mundo de cambios constantes el arte es lo único que prevalecerá”, sentencia.

Una vez que han llegado a su hogar de destino, los cuadros de Marcelo Hernán ocupan un lugar protagónico en la casa. “La gente los llega a sentir como una especie de amuletos. Y es así. A veces siento que mis obras no son producto de mi creatividad – confiesa -, sino simplemente que sirvo de canalizador de una energía del universo que plasma en una obra la felicidad de alguien más”.

 

Escrito por Catalina Maldonado · Fotografías gentileza del artista · Instagram: @ _marcelohernan_

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