CRISIS EN VIÑA DEL MAR

 

P

ara el ciudadano común  resulta  obvio que si una alcaldía se dedica a hacer su trabajo de administrar la ciudad  de modo eficaz  y transparente, los resultados probables  serán que esa administración sea reconocida por su buena gestión y premiada en las urnas con una reelección. Sin embargo, a veces el juego de la política se entrampa en la disyuntiva de permanecer en el poder,  en oposición a una mirada de más largo plazo y no necesariamente popular en ese momento,  pero que a la larga dará  como resultado mejorar la calidad de vida de los habitantes a través de decisiones que no son vistosas, pero sí técnicamente válidas y fundadas en el real conocimiento de una gestión municipal eficiente.

Es así como la sana administración de un municipio implica un necesario  equilibrio entre ambos factores: la mantención del poder a través de la búsqueda de votos que permitan su continuidad y una gestión técnicamente adecuada,  con visión  y de cara a la ciudadanía.

El informe de  Contraloría  que detecta   desórdenes e irregularidades administrativas en la gestión alcaldicia  de Viña del Mar,  ha provocado un fuerte impacto en la opinión pública generando diversas reacciones  aparecidas, muchas de ellas, en  medios tradicionales y en internet,  donde muchos se preguntan cómo Viña del Mar con su historia, recursos geográficos naturales  y gran presupuesto, sumada a la calidad  y diversidad de sus habitantes,  se puede encontrar en una situación como ésta.

Las respuestas han sido variadas, aunque el enfoque que ha primado ha sido politizar la situación.  Desde la izquierda se escuchan voces responsabilizando a la derecha y acusándola de falta de probidad. La reacción mayoritaria de ésta, ha sido señalar que se trata de una persecución política. Ambas posiciones olvidan que esto es un problema de gestión aun cuando por supuesto tiene importantes   efectos políticos. Se ha criticado también al concejo municipal desconociendo que la ley actual, que debe ser revisada, centra el poder en los alcaldes dándoles a los concejales sólo la facultad de votar en el concejo las propuestas alcaldicias y hacer sugerencias. Baste decir que Incluso el presupuesto municipal puede ser aprobado por el alcalde a pesar del rechazo del concejo.

Es preciso reconocer que esta crisis ha derivado  también en  una abundante y profunda reflexión respecto del destino de la ciudad y de las causas que explicarían esta situación,   además de la gestión administrativa y financiera.  Ese análisis ha tenido el mérito de ir más allá de la contingencia política y se ha centrado  básicamente en la pérdida de identidad en que está sumida actualmente  Viña del Mar como resultado entre otros factores, de su mirada a corto plazo.

 

 

Por Macarena Urenda S.

Concejala de Viña del Mar

Presidenta comisiones Educación y Turismo

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