Con el viento como su aliado y el mar como escenario, Alex Vargas ha convertido su pasión en una verdadera forma de vida. Marcado por los recuerdos de su niñez recorriendo Chile junto a sus padres en una Volkswagen combi en búsqueda de condiciones óptimas para el windsurf, este destacado deportista de 29 años ha participado activamente en la organización de competencias internacionales transformando la localidad de Matanzas en el epicentro de esta disciplina náutica. Con la filosofía de conectar a las comunidades y la naturaleza, el arquitecto de profesión pretende inspirar a las nuevas generaciones a seguir sus sueños aprovechando la energía, belleza y diversidad de la costa de nuestro país.
- Entrevista: Cristian Muñoz
- Fotografías cedidas por Alex Vargas
- IG @alexwindsurf
Arriba de una Volkswagen combi, acampando bajo las estrellas, explorando el litoral chileno de norte a sur. Esos son los recuerdos de niñez que atesora, al menos hasta los quince años, el destacado windsurfista nacional, Alex Vargas. Una filosofía de vida que ha pretendido mantener hasta el día de hoy, con 29 años, inspirando a las nuevas generaciones a seguir sus sueños y a respetar la riqueza de la costa de nuestro país.
Su pasión por el mar y el viento lo ha llevado a destacarse en competencias internacionales y a posicionar a Chile en el mapa del windsurf. “Mi participación en la organización de campeonatos ha sido clave en esta evolución. Traje dos mundiales a Chile, en 2017 y 2018, lo que posicionó a Chile en el circuito internacional”.
Pero más allá de los logros deportivos – 25 del ranking Pro de windsurf en olas- su legado es el respeto por la naturaleza y la inspiración que transmite a quienes sueñan con seguir sus pasos.
“Los torneos que hemos organizado involucran a la comunidad local, con el fin de atraer turismo, promover el deporte y los negocios locales. A esto se añaden clínicas gratuitas de windsurf a niños que pueden desarrollarse en esta hermosa disciplina náutica y así mantener a Chile en lo alto del ranking mundial”.
El que tus padres practicaran windsurf durante toda su vida ejerció una gran influencia en ti y en tu filosofía de vida, ¿no es así?
Desde pequeño, viajé por Chile con mis padres en una Volkswagen combi, recorriendo el país en busca de olas y viento. Esos recuerdos, conociendo nuevos lugares, me marcaron profundamente. La filosofía de vida que aprendí entonces la he seguido siempre. Gracias a mis amigos de Carpas Tribus, que me apoyaron con mi primera carpa en el techo, pude continuar con esta tradición. Recuerdo un viaje desde la zona central hasta Villa O’Higgins, cargado con todos los equipos de windsurf y surf, recorriendo la Carretera Austral y buscando el viento en cada playa y lago, incluso navegando en el lago O’Higgins.
Has representado a Chile en competiciones internacionales como en el International Windsurf Tour, ¿qué experiencias han marcado más tu carrera?
Viajar por el mundo y conocer no solo las condiciones deportivas, sino también las personas y culturas de cada lugar, ha sido fundamental para mi carrera. Desde joven, mi familia siempre me apoyó, incluso en viajes en solitario, lo que me ayudó a madurar tanto personalmente como deportivamente. Además, la oportunidad de conocer a grandes windsurfistas, a quienes antes solo veía en revistas o videos, y hoy considero amigos, ha sido muy significativa.
En lo competitivo, participé en eventos internacionales como el Sudamericano en Pacasmayo, Perú, y el Mundial IFCA en Lobitos, donde logré buenos puestos y conocí a muchos deportistas de lugares como Hawái y Australia. Este 2024, me mantuve en el puesto 25 del ranking Pro de Windsurf en olas, entre más de 400 corredores, y logré el 5to puesto en las Copas de las Américas.
Como organizador de la fecha chilena del Windsurf Tour, ¿qué desafíos has enfrentado al impulsar eventos internacionales en Chile?
Los desafíos son varios. La idea de organizar un evento internacional y poner a Chile en el mapa es atractiva, pero al ejecutarlo surgen dificultades, principalmente económicas. Conseguir auspiciadores para financiar el evento es complicado, lo que hace crucial involucrar a marcas dispuestas a apoyar nuevos deportes.
Aparte del aspecto financiero, otro reto es integrar el deporte con la historia, cultura y vida social de las localidades donde se realizan los campeonatos. Por ejemplo, en Matanzas organizamos actividades en colegios, clínicas gratuitas y limpieza de playas para involucrar a la comunidad. Estos desafíos persisten en cada nuevo evento.
ESTILO DE VIDA
Para Alex Vargas el windsurf no es solo un deporte, sino un estilo de vida, conectado profundamente con la naturaleza. “Dependemos del viento, el mar y la corriente, lo que nos obliga a vivir el presente y dejar de lado distracciones. Practicar windsurf te desconecta de todo, creando una experiencia única que transforma tu forma de ser. Quienes lo practican suelen llevar una vida en armonía con el entorno, cuidando los lugares donde se realiza el deporte y respetando la naturaleza”, expresa.
“Para mí, no hay mejor hotel que dormir bajo las estrellas, en el mismo lugar donde practico windsurf. Chile es tan largo y diverso que siempre hay algo nuevo por explorar, siempre acompañado de mi camioneta, mi carpa, mi cámara y, a veces, de amigos”.
Además de ser un destacado windsurfista también eres arquitecto…
Es que llevo el windsurf en las venas. Por lo mismo, desde pequeño soñaba con ser profesional. Tras terminar el colegio, dudaba sobre mi futuro y consideraba estudiar carreras cortas para poder seguir practicando, así que decidí tomar un año sabático, viviendo primero en Matanzas, luego en Perú y también un tiempo Hawái, donde la conexión con el windsurf me ayudó a redirigir mi camino hacia la arquitectura, que hoy en día es mi profesión. Gracias a ella, he logrado equilibrar mi vida profesional con mi pasión por el deporte.
Matanzas y Pacasmayo son paraísos naturales que has mencionado en varias entrevistas. ¿Qué los hace especiales y cómo han influido en tu conexión con la naturaleza y el mar?
Mi relación con Matanzas es profunda. Desde pequeño, mis padres nos llevaban allí buscando buenas condiciones para el deporte. Nos quedábamos en carpa, y aunque crecí en Santiago, mi infancia estuvo marcada por Matanzas. La experiencia de acampar me conectó enormemente con el lugar: el clima, el frío, el sol, el viento, las olas, las estrellas por la noche. Esa conexión con el entorno fue increíble, me permitió conocer a la gente local: pescadores, artesanos, campesinos. Ellos me enseñaron a entender no solo el mar, sino todo el contexto de esos lugares. En Perú, la experiencia fue similar, en un pequeño pueblo con olas maravillosas. La relación con la gente, humilde y cálida, me ayudó a conectar profundamente con esos lugares.
Sabemos que además de windsurfista y arquitecto, te apasiona la fotografía. ¿Hay alguna imagen que represente tu conexión con el windsurf o la naturaleza?
El windsurf lo llevo en la sangre, gracias a mis papás, y la fotografía también, en gran parte, por mi tío Norberto Seebach de “Recorriendo Chile”, uno de los mejores fotógrafos de nuestro país. Desde pequeño lo observaba, y era imposible no sentir que quería seguir sus pasos. Respecto a una imagen significativa, tengo muchas, pero una que destaca es la de mi mamá, de 67 años, saltando en windsurf. Fue una foto tomada desde el agua con mi carcasa a prueba de agua, mientras ella salta. Para mí, esa imagen es especial porque representa a alguien que me enseñó a hacer windsurf, que siempre estuvo allí apoyándome. Capturar ese momento, desde el agua, conectados con el mar, es algo que jamás olvidaré.
No podemos dejar de preguntar cómo incorporas la esencia del mar y el viento, elementos fundamentales en el windsurf, a tus proyectos de arquitectura.
Creo que la arquitectura siempre debe estar en sintonía con la naturaleza. Entender el entorno es esencial para lograr un buen diseño. Si no se conoce bien el lugar, la flora y la fauna, es difícil alcanzar una propuesta arquitectónica adecuada. En mi caso, tener un profundo conocimiento del viento, especialmente en Matanzas, donde principalmente trabajo, ha sido clave. Es un lugar ventoso, por lo que saber cómo aprovechar ese viento al diseñar, por ejemplo, protegiendo una casa de él, marca una gran diferencia. La fusión de estos conocimientos —arquitectura, viento y deporte— aporta un valor único a mi visión profesional.
Por último Alex, siendo un tremendo referente del windsurf en nuestro país, ¿qué consejos darías a las nuevas generaciones que sueñan con seguir tus pasos, tanto en el deporte como en la vida?
Mi consejo para los jóvenes que aún no saben qué hacer con su futuro es tomarse un año sabático para explorar el mundo, viajar y conocer diferentes culturas. Esto les permitirá descubrir qué les apasiona realmente y cómo quieren construir su vida. A veces, atreverse a seguir ese sueño es clave. Además, creo que no solo los jóvenes deben tomar riesgos, sino también los padres, siendo más abiertos y flexibles en apoyar el desarrollo de sus hijos, especialmente en el deporte.
“Los invito a acompañarnos del 24 de marzo al 6 de abril en Matanzas, durante la fecha mundial, para apoyar a los competidores nacionales y disfrutar del talento de windsurfistas de todo el mundo”, Alex Vargas