Aunque para muchos la competencia es sinónimo de rivalidad, Proliga Pádel ha logrado transformar el deporte en un espacio de unión, amistad y camaradería. Lo que comenzó como un pequeño grupo de jugadores apasionados por el pádel es hoy una vibrante comunidad de unos 500 miembros, entre mujeres y hombres, que semana a semana se reúnen para disputar mucho más que un partidos comparten experiencias, risas y un espíritu que trasciende la cancha.
- IG @proligapadel
Hace más de diez años, en el Club de Bosque, un grupo de ocho jugadores de pádel —cuatro viñamarinos y cuatro antofagastinos— se reunían por afinidad y pasión por este deporte. Lo que comenzó como encuentros informales pronto creció y se convirtió en lo que hoy conocemos como Proliga Pádel, una comunidad vibrante y única que combina competencia, amistad y un espíritu inigualable de camaradería.
Mauricio Moya, motor principal detrás de esta iniciativa, recuerda con entusiasmo los primeros pasos de Proliga. “En 2020 asumí el liderazgo del grupo, que en ese entonces ya contaba con 50 jugadores. Organizábamos horarios fijos para jugar los domingos a través de un grupo de WhatsApp. Entre tres secretarios, armábamos unos 15 partidos semanales, rotando a los participantes para que todos pudieran jugar”, explica.
Con el tiempo, el entusiasmo por este deporte creció a tal nivel que se hizo necesario estructurar la comunidad. Así nacieron las categorías de Proliga, diferenciadas por niveles de juego: Proliga de Cuarta, Proliga de Quinta y el popular Proliga Mixto, que se ha convertido en el corazón de la comunidad.
Además, se crearon ligas exclusivamente para mujeres, como la Categoría B y la Categoría C+, que reúnen a jugadoras de alto nivel en partidos semanales cada jueves y viernes por la mañana.
UNA VERDADERA COMUNIDAD
Pero lo que realmente distingue a Proliga no es solo la organización impecable de los partidos, ni un juego se suspende, sino el sentido de pertenencia que ha logrado crear. Los viernes, el Club 7 Pinos se convierte en el epicentro de la camaradería con los llamados “americanos mixtos”, encuentros que ocupan nueve canchas y terminan con asados y bar.
“Estos eventos quincenales son fundamentales para la comunidad. La gente llega desde las cuatro de la tarde, juega durante dos horas y luego comparte. Ahí nace el verdadero concepto de comunidad”, comenta Mauricio.
Actualmente, Proliga Pádel cuenta con cerca de 500 miembros – 300 mujeres y 200 hombres – organizando un promedio de 50 partidos semanales, lo que equivale a más de 200 partidos al mes, además de los encuentros especiales. Este nivel de actividad es posible gracias al modelo de membresía trimestral que, por 22 mil pesos, incluye la planificación de partidos, descuentos en clubes asociados como 7 Pinos, Alto Los Pinos, X3 e Inspira, y beneficios adicionales en centros de pilates, kinesiología y restaurantes.
El proceso es simple y eficiente: cada domingo se abren las inscripciones para los partidos de la semana siguiente, permitiendo que todos los jugadores, desde principiantes hasta avanzados, tengan la oportunidad de participar. Este sistema no solo asegura la organización, sino que también refuerza el sentido de comunidad que caracteriza a esta liga.
FELICIDAD DEPORTIVA
Para Mauricio Moya, el objetivo de Proliga va más allá de organizar partidos. “Nada me genera mayor felicidad que ver a la gente vibrando, gritando y rabiando en cada punto que se juega. Soy sumamente feliz entregando felicidad deportiva: mente sana, cuerpo sano”, afirma con orgullo.
Y esa felicidad es compartida. Los jugadores no solo encuentran un espacio para mejorar su técnica y competir, sino también para forjar lazos y vivir el deporte de una manera distinta. Aquí, la competencia no se mide solo en puntos ganados o partidos jugados, sino en las risas, las conversaciones y los famosos tercer tiempo.
Así, Proliga Pádel se ha convertido en mucho más que una liga de pádel: es una familia deportiva que celebra el espíritu del juego, la unión y el bienestar. Cada golpe de pala, cada grito de aliento y cada asado del viernes refuerzan la idea de que en esta comunidad mixta, la competencia se vive con verdadera camaradería.