“Al final debes saber lo que vales”, Eduardo De la Iglesia

Actor, periodista y rostro televisivo cercano, Eduardo De la Iglesia ha sabido construir una carrera marcada por la perseverancia, la autenticidad y la fe en sí mismo. Desde los primeros pasos animando eventos discotequeros en Viña del Mar, su ciudad natal, hasta convertirse en figura del matinal más vistos de la televisión chilena, ha enfrentado desafíos que lo han hecho crecer: desde la dura experiencia de trabajar sin sueldo en La Red hasta reinventarse en plena pandemia con un exitoso emprendimiento de pisco sour. Pero si algo lo define, es un espíritu incansable y el amor por la familia, verdadero motor de su vida. Hoy, a los 44 años y con más de dos décadas de trayectoria, vive lo que él mismo describe como su sueño profesional, sin perder de vista lo esencial: la convicción, las personas que lo rodean y la pasión por comunicar.

  • Entrevista: Pablo Yutronic
  • Fotos & Producción: Guille Vargas Pohl
  • Instagram: @eduardodelaiglesia

El reloj marca las 13:02. Hace apenas dos minutos terminó un nuevo capítulo de “Contigo en la mañana”, el matinal más visto durante los últimos cinco años en la televisión chilena. En los pasillos de Chilevisión, el ambiente es dinámico, cargado de la energía típica de un equipo que acaba de cerrar transmisión en vivo. Entre saludos, risas y despedidas apuradas, aparece Eduardo De la Iglesia caminando junto a su compañero de pantalla, Julio César Rodríguez. Conversan animadamente, como si no llevaran horas al aire. La buena onda que se proyecta entre ellos frente a las cámaras, esa complicidad sin libreto, también existe tras bambalinas. Se nota. Se siente. Traspasa los límites del set.

Da igual si el canal es chico o grande, si el horario es estelar o matinal. La confianza en sí mismo ha sido su mejor herramienta, la que lo ha acompañado en cada salto, en cada decisión, incluso en los momentos más complejos de su carrera. Por eso no sorprende cuando, sin rodeos, afirma que hoy se considera uno de los mejores animadores de la televisión chilena. Lo dice sin arrogancia, con la convicción de quien ha recorrido camino, ha caído, se ha levantado, y ha aprendido a sostener su propio relato.

Detrás de esa imagen segura, sin embargo, hay un corazón que late con fuerza por lo verdaderamente esencial: su familia. Para Eduardo De la Iglesia, no hay éxito profesional que valga si no puede compartirlo con su círculo más íntimo. Su esposa, Pamela Ibarra —“La Pame” como le dice con ternura—, es su compañera de vida desde hace más de dos décadas. Juntos han formado una tribu: Eduardo (13), Santiago (11), Pedro (6) y Beltrán (2), sus cuatro “cachorros”, como los llama con orgullo. En ese hogar ruidoso, amoroso y lleno de energía, se cocina su verdadera felicidad. Los fines de semana, los asados no se tranzan. La parrilla se enciende, el fútbol se mira en familia, y las idas al Estadio Monumental con “el familión” a ver a Colo-Colo son una especie de rito. Por ellos trabaja, se mueve, inventa, reinventa. Nunca afloja. Siempre cree.

Han pasado tres meses desde tu llegada al matinal de Chilevisión ¿Cómo te has sentido?

Me siento como si siempre hubiese estado allí. ¡Es heavy! porque llegar a un equipo nuevo involucra muchas cosas, como, por ejemplo, acoplarte con tus compañeros, con la forma y ritmo de trabajo, la manera que se hace la muela, en fin…muchas cosas, y la verdad que desde el día uno, fue una relación instantáneamente cercana con todos. Se dio todo súper rápido, así que muy bien, estoy muy feliz.

Venías de Vía-X, y antes estuviste en La Red ¿Te faltaba ese “salto a las grandes ligas”?

Yo cuando estaba empezando mi carrera trabajé en Canal 13. Ya había trabajado en un canal grande, pero claro, era muy chico, muy joven, estaba partiendo. Pero sí, yo hace tiempo que tenía muchas ganas de estar en un lugar donde existieran oportunidades, donde se desarrollaran proyectos, un lugar donde desplegar todo lo que creo que puedo aportar. Y eso lo estoy haciendo ahora en Chilevisión.

¿Cuál es tu sueño profesional? ¡Tu gran objetivo! ¿Animar el Festival de Viña, por ejemplo?               

(No responde de inmediato. Medita la pregunta. Se toma unos segundos)  ¿La verdad? Estoy viviendo mi sueño profesional ¡Ahora estoy viviendo mi sueño profesional! Fíjate que en la pandemia aprendí que pensar en trazar grandes proyecciones profesionales, en decir, no sé, quiero llegar a Viña, o quiero llegar a… ¡no tengo idea!, todo eso, la verdad que no tiene mucho sentido porque la vida puede cambiar de un minuto a otro. Y cuando te digo que estoy viviendo mi sueño, es porque soy feliz haciendo lo que hago. Trabajo con profesionales a quiénes admiro y respeto mucho, como por ejemplo Julio César (Rodríguez) y la Andrea (Arístegui), ¡talentosísimos y muy trabajadores por lo demás! y yo también por mi lado trato de hacer lo mejor posible para que puedan respetarme y admirarme

¡Siento que he crecido muchísimo estos últimos meses! Las primeras semanas me dediqué a observar, a adaptarme, a mirar cómo se hacían las cosas, no sé. ¡Porque aquí estoy en el Calcio Italiano! Yo venía de la “Chilean Premier League” (se ríe) es otro ritmo, otra presión, pero es muy entretenido.

Hablando de grandes profesionales, ¿quién es para ti, hoy por hoy, el mejor animador de la televisión chilena? 

(Se toma unos segundos, piensa) ¿Elegir a uno hoy en día? ¡chuta, me cuesta, no te voy a mentir! Mira, he tenido la posibilidad de trabajar con grandes profesionales. Pero me cuesta elegir uno así rápido. Me cuesta elegir uno altiro. Ponte tú, ahora que trabajo más codo a codo con Julio César, lo veo mucho más de lo que lo veía antes, lo valoro mucho más que antes, es seco. Su metodología de trabajo, todo. Ponte tú, encuentro también que Lucho Jara cuando hacía matinal era muy, muy gracioso ¡Era muy completo! ¿Y sabes qué? Creo que yo también soy uno de los mejores.

¿Sí? ¿Te consideras dentro de los mejores animadores?

Sí. A ver ¡por lejos no soy el más conocido! ¿Sabes lo que pasa? Mira, yo creo que uno siempre tiene que saber lo que uno mide, lo que uno pesa, lo que uno puede…porque es ahí donde tiene que radicar tu confianza para poder levantarte todos los días a trabajar ¿Se entiende? Puedes estar en un canal muy pequeñito, en un canal mediano, o en uno gigante, pero al final tienes que saber lo que tú eres, debes saber lo que vales, y yo creo efectivamente que sí tengo muy buenas condiciones para lo que hago.

Y sin duda un canal donde aprendiste mucho fue La Red, donde estuviste nueve años. ¿Qué significo para ti esa etapa, y de cómo terminó todo de manera tan polémica?

Totalmente. Hoy día yo miro La Red como un proceso de profundo aprendizaje. Crecí muchísimo en el sentido de cómo uno aborda diferentes temáticas. Cuán firme uno se pone cuando uno cree que las cosas se están haciendo bien, o mal, entre otras cosas. En ese sentido tengo que agradecer mucho esa experiencia. Hoy día soy un mejor profesional y me siento más preparado para la vida profesional, gracias a ese paso por La Red.

Pero está el otro lado. Todo terminó de muy mala manera por manejos tremendamente irresponsables por parte de su dueño Ángel González desde el extranjero, y que luego aquí en Chile tampoco se hicieron responsables. Hay una deuda todavía que sigue estando, y es como si no pasara nada. Se hizo algo absolutamente ilegal con muchísima gente, donde no se pagaron los sueldos, y no pasó nada ¡Nada! fue muy amargo, muy triste, porque habían sido años muy bonitos, de mucho crecer.

Antes de ese episodio, la pandemia también te pegó, como a muchos ¿Qué pasó con tu emprendimiento “Sour De La Iglesia”?

El “sour” fue una vía de encausar una crisis súper dura ¡Fue un aprendizaje gigantesco! Pero hoy día era simplemente insostenible mantener un proyecto de ese nivel conmigo en tantas cosas. Yo hago televisión muchas horas, hago radio también, hago eventos, campañas. Todo ese trabajo “mediático” si tú quieres llamarlo. Bajo ese contexto, mantener el negocio era un costo personal muy grande. Yo tengo una familia grande con niños chicos, que requieren de mi tiempo. Para mí lo más importante en la vida es mi familia. Entonces si voy a hacer tantas cosas para que me vaya bien en la vida, pero no tengo tiempo para verlos, entonces no tiene sentido.

¿Y cómo se logra realmente ese equilibrio entre esa intensa vida profesional y la vida familiar?

Hace muchos años tengo una política de prácticamente no trabajar los fines de semana. En nuestro rubro se da mucho de trabajar sábados y domingos, pero yo trato de no hacerlo, para estar con los niños y mi mujer, y así darles tiempo de calidad. Por otro lado, intento llegar temprano a la casa, tipo seis de la tarde, para estar con ellos en la recta final del día. Comer juntos, conversar con ellos y disfrutar. ¡Así que me las arreglo así! Y a Viña trato de ir al menos una vez al mes con todo el familión, porque tengo allá a mi viejo y a mis hermanos.

DISFRUTANDO DEL PRESENTE

Eduardo De la Iglesia no solo se ha ganado un lugar en la televisión chilena por su talento y carisma, sino también por la honestidad con la que ha transitado cada etapa de su vida. Ha aprendido a valorar los momentos simples, a levantarse en los días difíciles y a encontrar en su familia el refugio que lo impulsa a seguir. Su historia es una prueba de que la constancia, el esfuerzo y la convicción en uno mismo pueden abrir caminos donde parecía no haber salida. Hoy, más que buscar la cima, disfruta del presente con los pies en la tierra y el corazón lleno de gratitud. Porque como él mismo dice, al final del día, “debes saber lo que vales”.

Edición 181, mayo 2025

 

 

 

 

 

 

 

 

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