Perú se ha ido consolidando como uno de los destinos favoritos de los chilenos y de Sudamérica en general. Su gastronomía es referente en todo el mundo, principalmente por ese mestizaje perfecto de los sabores locales y la influencia japonesa denominada cocina Nikkei. Machu Picchu, una de las siete maravillas del mundo es una marca país junto a la bella Lima, su capital.
Hace pocas semanas viajé a Perú, pero esta vez a un destino desconocido: Arequipa, llamada “la ciudad blanca”. Desde allí nos adentramos a un lugar realmente sobrecogedor, el imponente Cañón del Colca, un accidente geográfico de 3.400 metros de hendidura de paredes casi verticales y conocido como uno de los más profundos del mundo.
Ubicado al noreste de Arequipa y a los pies del Nevado Mismi, donde nace el Río Amazonas, este destino combina la riqueza de escenarios naturales, pueblos y gente de costumbres ancestrales, fuentes de aguas termales y excelentes escenarios para deportes de aventura como rafting y kayaking, parapente, bicicleta de montaña, andinismo, trekking y paseos a caballo. La experiencia de este impresionante Cañón se puede vivir con Travel Club Operadora, uno de los operadores de mayor prestigio de la zona arequipeña.
TIERRA DE VOLCANES
Iniciamos la travesía con un día en Arequipa para aclimatarnos a la altura. Luego de instalarnos en el hotel disfrutamos de un tour panorámico que incluye la hermosa Plaza de Armas y el Centro Histórico, todo ello antes de ir al Mirador del Carmen Alto para apreciar el Valle del Chili con los volcanes Misti y Chachani.
El recorrido continúa por el Balneario de Tingo antes de llegar a la Mansión Fundador, casona virreinal mandada a construir por Garcí Manuel de Carbajal, fundador de Arequipa, por nombrar solo algunas de las muchas atracciones que forman parte de esta primera jornada de una aventura única.
Al día siguiente nos llevaron al Patapampa, más conocido como El Mirador de los Volcanes que con 4.910 metros sobre el nivel del mar (msnm) marca el punto más alto del recorrido cautivándonos con una vista privilegiada a los volcanes Hualcahualca, Ampato y el inquieto Sabancaya, que desde el año pasado ha venido regalando pulsos volcánicos, dejando sendas fumarolas como testigo de su actividad.
La siguiente parada es el pintoresco pueblito de Chivay – ubicado a 3.600 msnm – donde almorzamos antes de visitar las Termas de La Calera, famosas por las propiedades de sus aguas de hasta 40°. Más tarde, regresamos al pueblo para dormir en un cómodo hotel después de disfrutar una cena con peña folclórica local.
EL VUELO DEL CÓNDOR
La siguiente jornada inicia temprano con un desayuno a las 5.30 para iniciar el viaje visitando pintorescos pueblos como Yanque, Maca y el mirador de Choquetico. En el recorrido disfrutamos de hermosas iglesias, artesanía local de las etnias Collagua y Cabana sin perder la oportunidad de fotografiarnos con una alpaca al costado y un halcón en el brazo, todo a cambio de una pequeña propina.
Luego de un rato llegamos al destino más esperado: la Cruz del Cóndor, un mirador donde se aprecia el Cañón del Colca en su máxima expresión y se dimensiona su real profundidad. Desde este apoteósico lugar, y tras una pequeña espera, observamos admirados el vuelo de al menos una docena de imponentes cóndores que anidan en las laderas del cañón, justo bajo el mirador.
Al ver desde tan cerca a estos majestuosos ejemplares se aprieta el corazón por su belleza, majestuosidad y perfección en el vuelo. Parecían saber que los estábamos esperando, y nos sorprendieron con pasadas a pocos metros del mirador por cerca de inolvidables veinte minutos, antes de alejarse en su búsqueda diaria de alimento.
De regreso al pueblo de Chivay, paramos en los miradores de Antahuilque para observar las terrazas agrícolas pre-incaicas desarrolladas por Collaguas y Cabanas, obras de ingeniería perfectas que hasta nuestros días siguen siendo el pilar donde se sustenta la economía de las comunidades locales.
Antes de nuestro viaje de regreso a Arequipa, recargamos las baterías con un apetitoso almuerzo buffet, llegando a la “ciudad blanca” cerca de las seis de la tarde, tiempo suficiente para recorrer un poco más la hermosa ciudad antes de la última noche en ella. Cuatro días y tres noches de una ruta inolvidable se pasaron volando. Estoy seguro que Arequipa y sus encantos los cautivará tanto como a mí y a todos los miembros de mi grupo de viaje.
Relato y fotografías: Guillermo Toloza.