Una mujer multifacética, que tiene una agenda activa durante todo el día. Una mujer que se atreve a dar la bienvenida a colores, estampados y materialidades. Una mujer que busca intensidad y frescura en su indumentaria. Esa es la mujer que inspira al diseñador nacional Sebastián Del Real Ossa en su última colección “Ángel”, una línea en la cual la paleta textil está protagonizada por las fibras de algodón, seda, viscosa, poliéster, gasa, muselina, charmeusse, mezclilla, gabardina y raso.
Las telas, las revistas y libros de moda, un costurero y una máquina de coser fueron ese mundo desde donde el destacado diseñador nacional Sebastián Del Real Ossa comenzó a desarrollar su gusto por el diseño de vestuario. “Siento que de esa manera fui descubriendo mi pasión por el vestuario; el poder apoyar a alguien a solucionar un acto tan primario como es el vestir, me hizo darle valor a este oficio y también me apasiono ser parte de esa solución. Finalmente, lo que me termino de enamorar fue darme cuenta de que con nuestras prendas comunicamos de manera no verbal mucho de lo que pensamos y creemos. El vestuario es una herramienta que nos viste, que nos define y que nos acompaña en nuestro día a día”, reconoce.
Tus colecciones y tu trabajo tienen un fuerte componente sensorial, ¿cómo se plasma en tus diseños?
Sin duda que el vestuario tiene algo sensorial. Este consta de elementos que van en directo contacto con tu piel, por lo que es imposible no sentir lo que llevas puesto.
Bajo esa premisa pienso siempre en buscar confort y comodidad en lo que diseño. La elección de los materiales a trabajar por colección no es casual. Cada una debe tener una paleta textil que podamos reconocer fácilmente y que se relacione también con el concepto que buscamos desarrollar en cada temporada.
Me gusta mucho trabajar materiales que llamen la atención, ya sea por su lustre, por su textura, por su volumen o por su colorido. Todo esto ayuda a crear una colección que sea coherente, y que ayude a que la inspiración y el relato se comuniquen de mejor manera a nuestra clientela y público.
Tu proceso creativo es bastante intenso y desde la introspección, ¿qué opinas de esto?
Sin duda que el proceso es introspectivo. Creo que todas las colecciones hablan un poco más de mí que lo que yo efectivamente comunico de manera verbal. Hay muchas lecturas y eso me encanta.
Soy una persona más bien tímida, y me gusta decir lo que siento o lo que pienso a través de mi oficio. Las inspiraciones son muy personales. Para mí es importante hacer el trabajo de encontrar esos “lugares comunes” que hagan que finalmente más personas se sientan identificadas con ellas y hacer de este relato algo más común para que cada uno pueda interpretar y disfrutar a su antojo.
El proceso parte generalmente de los textiles que quiero trabajar por temporada, y lo uno a lo que estoy observando y viviendo en aquel momento. Hay veces en que armo una colección o estoy en proceso de ello, y cambio de parecer a mitad de camino ya que veo que la idea no está aún madura.
¿Cuánto hay de sueño y cuánto hay de realidad en tus creaciones?
En mi hacer y en la marca conviven ambas realidades, la onírica y la real.
Nuestro producto es real, puedes tocarlo, usarlo y hacerlo parte de tu vida. Son prendas que están pensadas para ser parte de tu armario y para que te acompañen en diferentes instancias de tu vida. Como diseñador he buscado crear prendas versátiles y que sean utilitarias, ya que es lo que vendemos, y también disfruto de crear prendas que nos permitan soñar. Ahí es donde aparece algo súper importante para mí, y es el imaginario o el relato de la marca. En esto vemos más el sueño, a esa mujer un poco “fuera de lo común”, que nos comunica el espíritu e impulsa lo que hacemos. Este sueño lo vemos principalmente reflejado en las campañas y en las fotografías que hacemos de nuestras colecciones, como también en las pequeñas cantidades de prendas más “editoriales” o “vanguardia” que hacemos para cada edición.
Sin embargo, también resaltas la riqueza del diálogo que se produce en el taller, ¿cómo convergen estos dos mundos finalmente?
El dialogo es esencial en todos los aspectos de la vida. En nuestro taller, durante los procesos de creación de cada prenda, hay diferentes opiniones y es súper rico contar con ellas. Te hace entender a tu usuaria, te da claves para adaptarte y corregir posibles errores, y te da luces de lo que puedes crear a partir de lo que ya está hecho.
Como profesional busco que cada persona que visita nuestro espacio tenga la libertad de comunicar lo que busca y lo que necesita, apoyándolos con mi experiencia y mi guía. Finalmente lo que quiero es que, al crear una prenda nueva o al customizar un diseño preexistente, tengas la seguridad de que este te representa y que hable fielmente de quién eres y qué quieres proyectar.
EL ARMARIO DE SEBASTIÁN
¿Cómo definiría la moda desde tu perspectiva?
No soy muy fan de la palabra “moda”, prefiero hablar de “indumentaria”. Creo que el concepto “moda” fue generado con la intención de hacer de esta un negocio masivo rentable, el que nos hacía sentir que siempre estábamos fuera de ese ciclo y, por ende, generar esa ansiedad de consumo. Afortunadamente yo soy un poco ajeno a ello como consumidor, ya que desde chico usaba lo que había y no sentía esa necesidad de estar “a la moda”. Por lo mismo mi marca trata de ello, de crear piezas claves y clásicas para un armario inteligente y versátil, con prendas que definan tu estilo, y que hablen de ti y de quien eres realmente.
Cuéntanos de tu nueva colección, ¿cuál es el concepto que la define?
Quisimos crear para esta colección imágenes que hablen del movimiento, tal como las prendas de la colección. Trabajamos la sobrecarga del color, buscando un resultado fresco y moderno.
Prendas de sastrería, en la que la estructura es el principal foco. A hombros marcados, cinturas ajustadas y talles altos, se suman a cortes que definen la figura y que son parte de nuestros códigos e imaginario. Contrastamos esto con piezas despegadas del cuerpo, buscando con ello el equilibrio perfecto entre usabilidad y comodidad.
Los materiales protagónicos son las fibras de algodón, seda, viscosa y poliéster. Gasa, muselina, charmeusse, mezclilla, gabardina y raso conforman, por su parte, los textiles que protagonizan esta colección.
Y la paleta de colores está claramente definida por el uso de dos estampas diferentes, con flores sobre fondo negro. En una se observa un “allure” deslavado y vintage y en la otra una paleta intensa con una clara vibra pop. Es un contraste que comunica perfecto el espíritu de la marca.
¿Qué tan importante es para ti el colorido de una colección?
Los colores son un universo, y así lo aprendí cuando comencé a estudiar y tuve mi primera clase de color. Mi maestra en ese ramo, Marlis Moller, ex alumna y ayudante del afamado profesor y artista Eduardo Vilches, era una apasionada del tema y me mostró todo lo que es posible comunicar con un solo color o combinándolos. Ahí aprendí la importancia de hacerlos convivir, de crear algo conectado y no hacer las cosas solo por capricho, ya que ello le quita seriedad y coherencia al ejercicio de diseño.
Hoy en día ese conocimiento lo utilizo para cada colección y busco con el colorido generar bases, medios y acentos. Toda colección debe tener un ritmo, y el color sin duda ayuda a entregarlo. Así también lo hacen las formas, los cortes, los textiles. Cada colección es un universo en sí mismo.
¿Cuándo podremos ver tu nueva colección?
Actualmente estoy trabajando en una cápsula de linos, viscosas y algodones para el verano y empezando a tirar las primeras líneas sobre la colección de invierno del 2022. Además estoy con clientas que están resolviendo sus diseños para fiestas de fin de año, matrimonios y graduación, por lo que en el taller rara vez hay momentos de descanso. Respecto a lanzamientos, creo que seguiremos estrenando nuestras colecciones de manera virtual en redes sociales y de manera presencial aquí en mi showroom.