Una dualidad entre lo que es estructura y desfragmentación, permite descubrir por qué las obras de Gustavo Ávila atrapan en una lectura que se puede ir develando por capas. Fondo y figura son los elementos que le entregan el carácter a un trabajo que el artista explora en una constante evolución.
- Por Marcela Cademartori Imágenes cedidas por artista
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@gustavoavilapinturas @artepuerto2023
El color es ese primer elemento que te atrapa. Sin embargo, este protagonismo en las obras del artista Gustavo Ávila parece ser más bien el complemento a un relato que se va conformando por capas, con un fondo que construye la estructura, y una figura que se encarga de la destrucción de una consistencia desde donde aparece un mensaje que busca develarse.
Oriundo de San Antonio, Gustavo llegó a Valparaíso a estudiar arquitectura en la Universidad de Valparaíso. Y si bien su formación se dio en este ámbito, la experiencia y algunas vivencias, lo llevaron a introducirse en la pintura de una manera autodidacta y guiada por una emocionalidad muy clara.
“El croquis me introdujo en el mundo de la pintura. Partí de manera muy autodidacta, estudiando la historia de artistas nacionales y extranjeros, y descubriendo el lenguaje presente en la pintura”, relata.
En sus inicios, el óleo fue la técnica con la que debutó; sin embargo, su búsqueda por conseguir un resultado rápido lo llevó a experimentar con acrílico, empleando elementos como espátulas, pinceles y brochas. Para Gustavo no existen límites al momento de explorar con diferentes maneras de abordar su arte.
Hasta que llegamos al color. ¿Qué es lo que lleva a este artista a hacer un uso del color que irradia energía por doquier? “La verdad es que su uso no obedece a algo muy estudiado o estructurado. Los aplico en función de un proceso que nace desde lo espontáneo. Aún estoy explorando en la forma en cómo trabajar las luces y sombras en mis obras”.
VIAJES & RELATOS
La pintura como soporte para trasladarse hacia espacios en donde existe un relato por contar, es para Gustavo la manera en como le entrega el carácter a su obra.
“Existe un fondo que le aporta consistencia y estructura a mi trabajo. Es en esta parte donde se revela mi formación como arquitecto. Pero luego viene el otro nivel: la figura, que es la que deforma y que de alguna manera yo asocio a esta realidad que actualmente vivimos, en donde existe un marcado individualismo y una falta de sentido de colectividad. Este es el relato de lo que observo que sucede en nuestro mundo”.
Es en este punto donde radica la emocionalidad con la que el artista va dando su sello personal al trabajo que con destreza y total naturalidad despliega sobre ese lienzo blanco, que horas después cobra protagonismo en una narración que cautiva y nos sumerge en un mundo de colores que se descubre desde la pausa y la reflexión.
Una incipiente incursión con obras escultóricas nos lleva nuevamente a ser testigos de la presencia de un mensaje con el cual Gustavo nos señala el cómo nuestra sociedad enfrenta el factor de las relaciones humanas.
“En este caso se trata de cuerpos de yeso revestidos con láminas metálicas que se usan en el offset. Son varias figuras a las que llamé “Bicharracos sin Alma”. Cada objeto es imponente en su individualidad, pero no son capaces de interactuar entre ellos. Aún estoy viendo la manera y el espacio para que lo hagan”.
El trabajo como gestor cultural tampoco ha pasado desapercibido en la trayectoria de Gustavo Ávila. Y, en este sentido, gran labor fue la que desarrolló durante el mes de mayo en el evento “Arte Puerto”, en el cual se convocó a cien artistas, de norte a sur, generando un espacio para promover, difundir y visibilizar a las artes visuales.
“Fue una tremenda oportunidad para conocer el trabajo que se está haciendo en diferentes ámbitos y con propuestas muy diversas entre sí. Al finalizar el evento, publicamos un catálogo con un resumen de las obras, ya que soy un convenido de que este tipo de actividades deben ser capaz de perdurar y trascender en el tiempo”.
Pintor, gestor cultural y docente, tres ámbitos que llevan a una misma persona: Gustavo Ávila, un artista que encontró en sus obras la oportunidad de desarrollar su mundo interior y de establecer un nexo entre el ser consciente y el momento inconsciente, desarrollando un viaje que lo lleva a explorar de manera natural un arte que sigue evolucionando al ritmo de sus propios tiempos de creación. Son diálogos internos que nos sorprenden desde el fondo y forma.