Dos hermanos bonaerenses apasionados por el surf y amantes de la naturaleza, Julián y Joaquín Azulay, comenzaron en 2010 una aventura por todo el continente americano para recorrer olas increíbles. Sin mayores expectativas decidieron documentar el viaje y utilizar las redes sociales para difundirlo. Nunca sospecharon que su producción audiovisual ganaría 9 premios en distintos festivales. Desde África, donde se encuentran haciendo su cuarta película, conversaron con Costa Magazine para contarnos cómo es vivir una realidad que supera los sueños.
Texto: Cristian Muñoz Caces / Fotografías: Gentileza Joaquín Azulay
“Con la tabla de surfear, pircha, víveres y maletas, sobre la espalda neta empezaron a marchar cuatro amigos frente al mar. Del sur muy frío a veces, donde la nieve amanece dormida en cada montaña, entre cuestas y marañas y un mundo que la paz mece…” suena una de las payas de Saúl Huenchul, folclorista de la Patagonia que acompaña con su canto a los surfistas Julián y Joaquín Azulay mientras emprenden la caminata de más de 400 kilómetros desde Usuahia hasta Península Mitre, una tierra virgen de más de 300 mil hectáreas emplazada en la punta más al este de Tierra del Fuego.
En una expedición de este tipo sin antecedentes soportando el peso de la mochila (unos 40 kilos al menos) y la inclemencia del clima, caminaron durante 53 días por difíciles trechos y empinadas colinas. Tuvieron que cruzar caudalosos ríos, transitando por la turba que a cada paso se hunde; por momentos, el único refugio eran sus carpas al interior del bosque. Solo comían una vez por día. Cabe señalar, que como no podrían transportar la cantidad necesaria de víveres en sus mochilas, antes de la expedición viajaron en helicópero repartiendo envases herméticos con alimentos no perecibles en varios puntos estrategicos de abastecimiento.
Según relatan los hermanos Azulay en la tercera producción documental llamada Península Mitre y que puede verse en Netflix – las anteriores son Gauchos del Mar y Tierra de Patagones – la idea de armar una expedición al frío e inhóspito rincón austral “surgió al ver la foto de una ola totalmente desolada, a la que se puede acceder sólo después de varios días de caminata”. La imagen fue capturada por el aventurero Sergio Anselmino, que ya había recorrido este lugar en solitario hace diez años.
Para la expedición invitaron al propio Anselmino junto a Silvio, amigo del explorador formando dos equipos en caso de algún imprevisto, en una zona donde las distancias para calcular la cantidad de víveres no se mide por los kilómetros sino por el clima y la geografía. La idea era surfear las marejadas que se generan en el Mar Antártico y se extienden hasta Sudáfrica. Costa Magazine conversó con Joaquín Azulay, quien junto a su hermano se encuentra desde casi un año en África preparando su cuarta producción audiovisual, en la cual recorren increíbles olas del continente e interactúan con personas maravillosas.
¿Cómo surge la idea de documentar estos surf´s trips que les ha permitido vivir de lo que más aman?
“Desde pequeños soñábamos con surfear todo el continente americano. Con ese anhelo y sin saber nada de producción audiovisual, compramos cámaras para documentar nuestro primer viaje por América. Armamos un blog que tuvo varios seguidores, luego vino facebook (más seguidores), hicimos un video corto y gustó tanto que hicimos un trailer. Teníamos suficiente material para armar una película, la cual terminó ganando 9 premios. Fue increíble, vimos la oportunidad real de viajar haciendo lo que más nos gusta – surfear – y vivir de eso”.
¿De qué forma han logrado financiar este maravilloso estilo de vida?
“Nuestros viajes son financiados en gran parte por los sponsors y las mismas producciones que hacemos. Actualmente, preparamos una serie de televisión para Brasil, algunos videos para las marcas que nos apoyan y, como somos una productora independiente, vendemos las películas para Netflix”.
Cuéntanos sobre la experiencia de vivir viajando por todo el mundo, recorriendo olas increíbles, y además haciendo un registro audiovisual de tremenda calidad.
“Es en verdad un sueño que superó la realidad. Al comienzo pensábamos sólo en viajar por América, pero ya llevamos casi un año en África preparando nuestra cuarta película. Y no se trata solo de surfear, sino de conocer gente increíble, con vivencias únicas, compartiendo sus costumbres, comidas sin importar si eres negro o blanco, alto o bajo, rico o pobre. Eso sí, también requiere de un gran compromiso y un esfuerzo gigante; dejas cosas de lado como cualquier trabajo, con la diferncia que acá hay riesgos en el medio por las expediciones que hacemos. Muchas veces no tenemos baños ni viajamos por lugares cómodos y seguros por las situaciones políticas o sociales. No todo es color de rosa, atrás de esto hay mucha logística, sacrificio y riesgos”.
En el documental Península Mitre se ve un momento complicado cuanto tu hermano Julián se lastima la rodilla, ¿cómo lo vivieron?
“No sabíamos si se había roto el hueso, se iba a infectar, si seguiría caminando o tendríamos que llamar al helicóptero. Cuando uno de nosotros está con problemas, toda la expedición lo está, porque acá no hay individuos, es un equipo que se mueve en bloque. Hay que ser muy solidario con el otro, no hay egoísmo. Terminas viviendo en una comunidad muy sólida, y eso le da fuerza a lo que hacemos”.
¿Por qué se comprometieron a donar el 5% de las ventas de la Península Mitre para la restauración de refugios en esa área?
“Sabíamos que había un proyecto para conservar Península Mitre, pero a medida que recorrimos estos maravillosos parajes sentimos que debíamos involucrarnos en su protección. Al dejar este porcentaje de la venta del documental, queremos contribuir a reparar estos refugios aislados del resto del mundo y brindar a futuros expedicionaros o aventureros un lugar seguro para protegerse del incesante frío, lluvia y viento. Sabemos que en estos lugares un refugio es como un hotel cinco estrellas”.
Si bien el objetivo principal del viaje era surfear una ola virgen, en gran parte de la costa recorrida no se dieron las condiciones ideales para hacerlo, ¿cómo lo tomaron?
“Si hablásemos solo de olas, capaz que nos quedamos cortos en la travesía a Península Mitre. Con decirte que de 53 días recorridos solo surfeamos 12. Pero cada paso dado, cada descubrimiento de un acantilado, de un guanaco o toro salvaje corriendo, de un rancho inesperado, te iba dando distintas alegrías. Sin embargo, al final de la expedición, el día cuarenta y pico encontramos una ola soñada, que comunmente no se dan tanto en la Argentina como en Chile, que con el Pacífico tienen olas increíbles. Imagina que sentimos al haber encontrado casi en la punta de Tierra del Fuego, frente al Rancho Tres Amigos, una de las mejores olas de nuestro país que corría de 50 a 100 metros. ¿La verdad? fue un regalo de la naturaleza”.