Los que somos viñamarinos sabemos que la historia reciente de nuestra ciudad está muy ligada a este lugar. Su primer propietario, el ciudadano argentino Don Joaquín Escudero Nuin, lo construyó inaugurándolo el año 1958, para darle otro hotel de categoría a la ciudad , con parte de las ganancias obtenidas como primer concesionario del Casino Municipal de Viña del Mar, cargo en el que estuvo por más de 30 años.
El relato de sus inicios como concesionario que aparece en el blog de su hija Marta Escudero Escobar, consigna que el 13 de Septiembre de 1928, Viña del Mar y gracias a la Ley 4.283 el juego en Chile se legalizó y con ello comenzó a funcionar el primer Casino oficial de juegos en el país. Este se estableció provisoriamente en el Balneario de Recreo, el que poco tiempo después (1930) sería reemplazado por el actual edificio que alberga el juego hasta nuestros días en la Ciudad Jardín.
La postura de Joaquín Escudero, era crear un casino que fomentara el turismo local, con características benéficas para la ciudad, modalidad que él recogía de su experiencia como empresario del juego en Argentina, donde las ganancias de los casinos, eran repartidas en instituciones de beneficencia. La familia Escudero encabezada por Don Joaquín Escudero, estuvo por muchos años identificada con el Casino de Viña del Mar.
A su muerte, acaecida un 21 de agosto de 1962, su sucesión continuó a cargo de la principal obra de la familia en la ciudad hasta 1965. Un modelo similar se utilizaría en nuestro país haciendo que las utilidades del Casino fueran destinadas a la compra de edificios y apoyo para obras benéficas.
De niña escuchaba algunas historias relacionadas con la familia Escudero en boca de mi padre, con quien solíamos ir mis hermanos y yo los domingos al bar del hotel san Martin después de la misa de 12 en la Iglesia Los Carmelitas. Allí consumíamos deliciosos sándwiches y bebidas en su clásico bar, mientras mi padre sostenía reuniones con su viuda en una mesa cercana, vigilando siempre que sus numerosos retoños no nos escapáramos a otro lugar.
Esas historias fluían naturalmente en su relato ya que él, junto a su cuñado Edmundo Eluchans y antes mi abuelo Don Carlos Urenda Trigo, habían trabajado con Don Joaquín, en calidad de abogados apoyándolo en la administración del Casino y luego en la construcción del hotel. Me encantaba oírlo cuando nos contaba como Don Joaquín le había encargado la construcción de un hotel de cinco pisos iniciado mientras viajaba con su señora a Europa aprovechando el cierre del Casino que en la época solo abría en temporada alta, de septiembre a marzo.
Mi padre había decidido en el intertanto que un hotel de su magnitud y ubicación debía contar con al menos nueve pisos. Sin embargo su repentino regreso, había interrumpido abruptamente la obra, dejándola sólo en siete pisos.
El hotel San Martín forma parte de una etapa prolífica de desarrollo de la ciudad donde se gestaron las mayores realizaciones en toda su historia, definiendo su visión turística. Por ello lamento que sus actuales propietarios no mantengan el nombre del hotel. Muchos sueños y proyectos que dieron forma al Viña de hoy, partieron en los salones del emblemático Hotel San Martín.
Por Macarena Urenda S.
Concejala de Viña del Mar
Presidenta comisiones Educación y Turismo