Visitar el país número 50 debía ser una aventura única en mi vida, era como celebrar las “bodas de oro”. Y en qué otro lugar del planeta tus sentidos experimentan tal agudeza. Una tierra donde los sabores y aromas se conjugan con la emoción, la curiosidad y las sorpresas. Definitivamente en India todo mi ser se vería afectado.
Relato y fotografías de Jonathan Arriagada @jonasenviaje
“Si algo he aprendido es a no tener prejuicios”, señaló quedando completamente desnuda frente a mí. Estábamos en su departamento a pocas cuadras de la playa de Ipanema. Ella me contaba sobre los cincuenta países que había visitado… yo ya era su fans. Sacó un vestido de otra cómoda y se cambió; sutilmente mi cara de asombro se fue desvaneciendo.
Pasaron algunos años, por fin llegaba mi turno de visitar el país número 50, algo así como las “bodas de oro” en viajes al extranjero. Pero debía encontrar un destino digno de esta celebración.
Aunque he pisado la ciudad sagrada de Belén, he contemplado las milenarias pirámides de El Cairo o me he empapado con la multiculturalidad de Estambul, el siguiente destino debía tener algo más. ¿Y en qué otro lugar del planeta tus sentidos son capaces de experimentar tal agudeza? Una tierra donde los sabores y aromas se conjugan con la emoción, la curiosidad y la sorpresa.
Quería sentirme un verdadero extranjero y evitar lidiar constantemente con otros turistas, como en gran parte de Europa o América, algo que honestamente te desalienta un poco. Leyendo aventuras de viajeros que admiro llegué a sentir tanto temor de visitar India que me dije “este es el destino perfecto”: exótico, caótico…fascinante. En aquella tierra todo mi ser se vería afectado.
De Santiago a Nueva Delhi
Se me retorcía el estómago viendo lo cerca que estábamos de Nueva Delhi. Por cierto, dos meses antes debí recorrer varias clínicas en Santiago y Valparaíso para encontrar la vacuna de la fiebre amarilla, requisito insoslayable para ir a India. No olvides inyectarte un mes antes de embarcar.
Con equipaje preciso, ropa liviana, buenas zapatillas, impermeable y look ganador – just in case – pisaba por primera vez esta incomparable tierra. Obviamente con las vacunas al día, al menos así diría mi perrita Olga marina (con quien mantengo mi única relación estable en los últimos seis años).
Svaagat hai – bienvenido
Seriously? O sea, sabía que me iba a encontrar con desorden, pobreza y falta de limpieza. Pero solo para cruzar la calle había que ser un verdadero Jedi, ¿es que nadie respeta las leyes del tránsito?
Me perdí en una multitud de personas, incluyendo niños, perros y hasta vacas, creí que nunca llegaría al hotel. Estaba tan estresado que pensé en no salir jamás de mi habitación, pero ya estaba aquí. Tras una ducha fría mis pensamientos se enfriaron.
Recapitulé en todas las cosas que llamaron mi atención en aquel caótico trayecto desde el aeropuerto al lugar de mi estadía. No estaba solo en la capital de India, sino en el centro nacional de la cultura, la política y el comercio, en la segunda ciudad más poblada después de Mumbai, así que debía llevarme bien con Nueva Delhi.
Imperdibles
The India Gate: Compuesta por Nueva Delhi y Vieja Delhi – con sus evidentes diferencias arquitectónicas – querrás visitar la Puerta de la India, monumento en memoria de los soldados indios que murieron en la I Guerra Mundial y las Guerras Afganas de 1919. Al estar rodeado de un tráfico brutal, debes concentrarte para cruzar la calle.
Lal Qila: Si quieres retroceder al siglo XVII, puedes conocer el Fuerte Rojo, cuyo nombre fue tomado de las murallas que llevan este color de la piedra arenisca con la que se construyó en 1638 como palacio residencia real del emperador mongol Shah Jahan, quien trasladó la capital de su imperio de Agra a Delhi.
Declarado Patrimonio de la Humanidad en 2007, las murallas de este fuerte cubren la antigua ciudad de Shahjahanabad – la hoy llamada Vieja Delhi -, unas 50 hectáreas de edificios y mezquitas tan impronunciables como bellas.
Jama Masjid: Desde los escalones de una de las mezquitas más grandes de la India, apreciarás una magnifica vista panorámica del Viejo Delhi. Su patio principal puede albergar hasta 25 mil personas. Impresionante.
¿Quieres interiorizarte en la historia de Gandhi? Visita el Gandhi Smriti o Birla House, la casa donde Mahatma Gandhi pasó los últimos 144 días de su vida.
Evidentemente querrás visitar el Taj Majal, pero relájate, déjalo para el final y no te pierdas en Jaipur la excursión subiendo en elefante el complejo palaciego Fuerte Amber. Aunque no soy muy fans de utilizar animales en mi entretención, averigüé que estos paquidermos solo pueden ser utilizados tres horas diarias y se ven bastante cuidados.
Un monumento al amor
No los hago esperar más. A orillas del rio Yamuna, en Agra – una pequeña localidad situada en el estado de Uttar Pradesh – se encuentra una de las siete maravillas del mundo, una increíble proeza arquitectónica de inmortal belleza que se nutre del trágico amor entre un hombre y una mujer.
El emperador musulmán Shah Jahan, tomó posesión del trono del Imperio mogol en 1628 estando muy enamorado de la reina a quien apodaba Mumtaz Mahal o “la elegida del palacio”. Cuenta la leyenda que ella se unió a él con una promesa en su lecho de muerte, que pedía que le construyera la tumba más hermosa que jamás se haya visto.
Sea o no una promesa, el enamorado emperador volcó toda su pasión y riqueza en la creación de dicho monumento. Se dice que se emplearon 20 mil escultores de piedra, albañiles y artistas de India, Turquía e Irak bajo el mando de arquitectos para construir el Taj Mahal. Completaron la épica tarea entre 1631 y 1648.
5 TIPS PARA VISITAR INDIA
Donde caben cinco, caben 12… Definitivamente el espacio personal tiene otro significado en India. En calles atestadas de gente, los tuc tuc se peleaban por llevarme, me sentí tan agobiado que opté por trasladarme en subte. Aunque no son tan cómodos, los trenes también son muy utilizados. Si viajas en el nocturno podrás ahorrarte el hotel de noche, además son económicos.
¿Antojo de un pollo tikka masala? No hay nada mejor que dejarse transportar por los aromas y el sabor de la cocina india. Viajar es también comer, así que pruébalo todo: unos perfectos guisos con legumbres, arroz, verduras sazonadas con jengibre, clavo, cardamomo o azafrán. Te recomiendo que en tu pedido digas “not spicy please”, porque en India hasta el agua pica.
Siéntete un rockstar. Acostúmbrate a las selfies, pues así como tu querrás fotografiar a un Sadhu, con sus coloridos turbantes y llamativos accesorios, ellos también tienen la curiosidad de conocer a un extranjero. No te asustes, se te acercarán grupos de niños pidiéndote una foto. Sé amable y regálales una sonrisa.
Respeta las costumbres & tradiciones. Ya sea en una mezquita, en una estupa, o en un templo sij, debes ser respetuoso. Si eres mujer u hombre, recuerda que estás de visita, así que evita escotes o pantalones muy cortos. Recorrerás lugares sagrados, hazlo descalzo y con vestuario prudente. Aunque en algunas mezquitas te permitirán ingresar con pantuflas del hotel, en la mayoría deberás hacerlo sin calzado, así que prepárate a caminar bastante sin ellos.
Ajusta tus ojos. Debo reconocer que fue muy chocante ver en algunas esquinas verdaderos cerros de basura, de todo tipo, con gente tirándola como si nada. Por instantes, el olor de las especias y las comidas, se confunden con la basura y las heces de las vacas que se pasean por la ciudad como gatos callejeros. Fue complicado al principio, pero después te acostumbras hasta descubrir la verdadera India, una tierra exótica, caótica y fascinante.
Personalmente, no encontré en el país esa espiritualidad que muchos alaban. Y si bien vi la práctica de yoga, creo que se ha explotado más bien su lado comercial como enganche para el turismo masivo.
Admito, no obstante, que India me cambió en algunos aspectos. Me he vuelto más paciente y más austero. Consciente de todas las bendiciones al contar con mi familia y tener mis necesidades básicas cubiertas. Por sobre todo, he aprendido a despojarme de muchos prejuicios… finalmente, la brasileña mencionada en un comienzo no estaba tan loca.