Doctora Natalia Delorenzo. Nutricionista
Alimentación consciente
IG @ dra.delorenzo
Es importante que aclaremos el papel de la inflamación en nuestro organismo al identificar el tipo de respuesta que esta representa. ¿Por qué lo decimos? Sobran razones, pero basta mencionar que una inflamación silenciosa puede acabar con nuestra vida. Pero no nos alarmemos, pues está en nuestras manos prevenirla al adoptar hábitos saludables y mejorar nuestra relación con nuestro entorno.
En primera instancia, definiremos la inflamación como un proceso fisiológico conservado evolutivamente para limitar y reparar una lesión producida por algún agente.
De manera muy simple, la inflamación se caracteriza por activación de células inmunológicas que nos protegen frente a estos posibles agresores. Una respuesta normal se caracteriza por alza en actividad inflamatoria temporal y restringida, y se resuelve cuando la amenaza desaparece (inflamación aguda). Nuestro sistema inmune pone en marcha el proceso de inflamación con el objetivo de frenar el avance del daño y, en una siguiente fase, restaurar tejidos y eliminar toxinas o residuos.
Ahora bien, la presencia de ciertos factores sociales, psicológicos, ambientales y biológicos se han relacionado con la perduración de este estado inflamatorio, promoviendo así el desarrollo de inflamación crónica persistente. Esto finalmente provoca alteraciones y deterioro en tejidos y órganos, así como en la fisiología celular normal: acorta la esperanza de vida y acelera el envejecimiento celular aumentando el riesgo de enfermedades no transmisibles.
La inflamación crónica de bajo grado es silenciosa y a su vez precursora de múltiples condiciones y enfermedades crónicas como el síndrome metabólico, diabetes mellitus 2, enfermedades cardiovasculares (como infarto al miocardio o accidente vascular cerebral), procesos neoplásicos y enfermedades neurodegenerativas, entre otras.
¿Qué nos inflama?
- Estilo de vida sedentario
- Disbiosis intestinal (alteración en nuestra microbiota intestinal)
- Dieta alta en productos procesados y cereales refinados
- Obesidad inducida por estilo de vida no saludable
- Aislamiento social
- Estrés psicológico
- Sueño alterado
- Tóxicos ambientales e industriales
¿Cómo evitarla?
Una buena idea es partir por reforzar hábitos simples y cotidianos: cuidar nuestras emociones y la manera en que nos relacionamos con el resto y con nosotros mismos, preocuparnos de tener una buena hidratación, nutrirnos en base a alimentos reales evitando productos procesados o altamente intervenidos, respetar nuestros ciclos naturales y horas de sueño, mantenernos en movimiento, acercarnos más a la naturaleza y tratar de vivir de manera más consciente y amorosa.