Hace algunos días, el matrimonio de Mauricio y Giglia fue víctima de un traumático asalto. Se dirigían a su domicilio en Concón y en un semáforo fueron encañados por un grupo de delincuentes que les robaron su auto.
Afortunadamente, a ellos y sus hijos no les pasó nada y el vehículo fue encontrado horas más tarde en Valparaíso. Pero independiente del buen desenlace que tuvo esta historia surge una duda de inmediato ¿quién defiende a las víctimas? Al parecer nadie.
Pensando muy en frío creo que nos hemos dedicado más a cautelar los derechos de quienes cometen los delitos, quitarles atribuciones a nuestras policías y a criticar, independiente de cual sea el Gobierno de turno, dejando en completo olvido a aquellos que sufren los ataques de la delincuencia. Lamentablemente nos estamos acostumbrando a los portonazos y a los asaltos de vehículos sintiéndolo como algo normal.
No puede ser que las víctimas sean las que vivan con miedo; tienen que ser los delincuentes los que debieran sentir temor de ser sorprendidos y sufrir altas penas en la cárcel cuando comenten sus acciones delictivas porque a eso es lo que debemos apuntar.
Es verdad que los parlamentarios y el Gobierno han hecho grandes esfuerzos en promulgar leyes con sanciones más duras y que finalmente los delincuentes terminen tras las rejas, para comenzar a bajar esa sensación de impunidad que existe entre la gente.
Y por eso, junto al diputado Osvaldo Urrutia, iniciamos un trabajo en conjunto para darle vida a la Defensoría de la Víctimas, donde en mi calidad de abogado asumiré la representación legal de los vecinos que quieran combatir la delincuencia y busquen que efectivamente la justicia castigue y ponga tras las rejas a los que tanto daño causan.
Es una forma de permitir que la gente sienta que efectivamente se están preocupando por ellos.
No queremos más impunidad con las víctimas y que ojalá el Gobierno tome esta idea y nos transformemos en quienes lideran la defensoría.
Queremos justicia para las víctimas y no más impunidad para los delincuentes.