La danza de la vida. María Lovero

La vida se asemeja en varios aspectos a la delicadeza con la que se entrelazan los pasos de una coreografía de ballet. Armonía y equilibrio son algunas de las claves con las cuales la bailarina de ballet profesional, solista del Ballet de Santiago, e instructora de Yoga, María Lovero, nos invita a reflexionar a través de los ritmos con los cuales la vida nos sorprende.

IG @marialoveropuentes

Una extensa jornada que parte a eso de las 7:30 de la mañana dando o tomado clases de yoga y que continúa en el Teatro Municipal desde las diez AM para finalizar a las seis de la tarde no es impedimento para que la energía, el optimismo y las ganas de seguir aprendiendo sean parte de la rutina de María Lovero.

Un acento diferente delata su procedencia. Y claro, en efecto, esta destacada bailarina profesional nació en Argentina. Es hija de un reconocido actor y una psicóloga forense  y escultora. Desde muy pequeña estuvo rodeada de un ambiente en donde el arte era el protagonista; por tanto, no fue extraño que desde sus primeros años María demostrara su afición  por este ámbito.

“Al día siguiente de haber nacido, mamá me llevó al estreno de una obra de papá. Era habitual ir de paseo a museos, obras de teatro; en fin, era un mundo que me fascinaba. Todo eso fue moldeando mi personalidad. Sin dudas soy muy sensible de nacimiento, pero en el trayecto me fui convirtiendo en “una artista” o me volví “una artista”, reflexiona María.

Cuando tenía solo 4 años, sus padres la llevaron a la obra Romeo y Julieta en el Teatro Colón de Buenos Aires). “Paloma  Herrera, una destacada bailarina,  era quien interpretaba  a Julieta. Quedé embelesada. Fue el momento preciso para enamorarme de una disciplina que me ha acompañado durante todos estos años”.

Este hecho que podría haber sido un simple panorama de entretención, se convirtió para María en la puerta de ingreso a un recorrido profesional que años más  tarde la llevaron a aterrizar en nuestro país en el  Ballet de Santiago del Teatro Municipal.

“Mis papás siempre me apoyaron en todo. Durante toda mi época escolar tuve que compatibilizar los estudios del colegio con mi formación de bailarina. Fue un período muy intenso, pero era tanto el amor que sentía por la danza, que lo hacía feliz”.

María fue parte del Teatro Colón, del Ballet Concierto  de Iñaki Ulrezaga y de la Compañía de Julio Bocca. Comenzaron las giras a otros países, lo que se convirtió en grandes experiencias para esta destacada bailarina profesional. Pero su inquietud por seguir perfeccionándose, la impulsó  a  explorar  nuevos caminos.

CHILE LE DA LA BIENVENIDA

Cuando María cumplió 18 años, sintió que su próximo paso era ser parte de una compañía un poco más grande y que tuviera un teatro propio. Sus ojos se depositaron  en Chile, en el Ballet de Santiago.

Un nuevo anhelo de María se cumplía. “Soy una agradecida de cómo se me han dado las cosas en la vida. Ha sido siempre un proceso muy espiritual, lleno de desafíos como la vida misma. Soy también una agradecida de todo lo que Chile me ha entregado”. De esta manera, este escenario nacional se convirtió en esa nueva plataforma con la que la vida la sorprendió y la sigue encantando. 

Pero la llegada de la pandemia vino a modificar todos sus planes. “De un día para otro cerraron las puertas del teatro, se suspendieron los ensayos y las funciones. Por más de 1 año y medio tuvimos que tomar la clase de ballet diaria desde la casa. “Jamás imaginé que algo así iba pasar”. Lejos de paralizarse y al ver que tenía más tiempo en su rutina diaria, no tardó en buscar nuevas maneras de seguir perfeccionándose.

Fue el momento  en el que María retoma el yoga, un tema que no le era ajeno. “A solo dos semanas de estar en la casa, tuve la necesidad de buscar algo que me protegiera el alma y a ese lugar que se alimentaba desde la danza. “Me formé como instructora de Yoga y de Yoga para niños. Así me reencontré con el  yoga y conocí el mindfulness”.

CONECTARSE CON LA VIDA

María comienza junto al yoga y el mindfulness un nuevo recorrido de aprendizaje. “Trabajar con los niños en su primera infancia y entregarles las herramientas para su desarrollo emocional, me pareció algo fundamental para su desarrollo integral”.

Al iniciar este camino como instructora conectó con tres aspectos esenciales: salud emocional, mental y física. “A partir de este entendimiento busco entregar las herramientas para percibirnos como el todo unitario que somos y que desde el equilibrio de estos tres ámbitos seamos capaces de conectar con nosotros mismos y  con esa energía universal extra-ordinaria de la cual formamos parte. Cuando ello sucede, es increíble cómo tus sueños y tus objetivos trazados se van cumpliendo”. 

Para María el yoga y el mindfulness también significaron un valioso aporte en lo personal y profesional. “Este también ha sido un camino que en lo personal me ha hecho mucho sentido. Mi profesión es muy demandante y exigente. Nos enfocamos en lo corporal y no le damos tanto lugar a lo emocional y mental. Al ponerlo también como prioridad, podremos desarrollar todo nuestro potencial. Ha sido un recorrido en el cual también he descubierto mis propias limitaciones y de cómo a partir de ello puedo, o más bien, soy capaz de evolucionar y mejorar”.

Se trata de cómo lograr conectar y de cómo desarrollamos ese cambio para cuidarnos. Todas las experiencias que vivimos se pueden capitalizar para salir fortalecidos. Es maravilloso. “Uno tiene el derecho de proponer los caminos a la vida, pero es Dios quien finalmente dispone y uno debe estar preparado para aceptar que todo lo que llega es válido”.

Una linda postura de vida, tan mágica como lo que es una coreografía de ballet que te introduce en una historia y te va encantando con su trama. Tal cual es la vida, es una obra  a la que debemos estar abiertos para disfrutar, como espectadores sí, pero también como protagonistas, en donde “seamos constructores de aquellos puentes de luz y de amor para que finalmente conformemos un  mundo mejor”, es la invitación de María Lovero, un camino en el cual podrás iniciar un maravilloso recorrido.

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