“La esperanza es pasión por lo que es posible”
Soren Kierkegaard
Estamos iniciando la segunda mitad del año, nuestras emociones y sentimientos siguen a prueba, con nuevas restricciones, aforos, cambios de fase y toques de queda, hoy se siente un cansancio generalizado. Así también, las noticias e informaciones se reciben con una energía diferente, algunos menos tolerantes, otros más críticos y cansados de tantos problemas.
¿Cuánto tiempo más podremos seguir así? ¿Aún somos capaces de poner buena energía y optimismo a lo que estamos viviendo? Claro que sí podemos, aunque no lo creas todos tenemos un recurso gratuito e ilimitado que siempre está en nosotros: la Esperanza.
Definida como un “estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea”. Y esa es la clave, todo es alcanzable mientras sepamos que la llave está en nosotros y no en eventos externos.
Cuando cambiamos la forma de mirar lo que debemos enfrentar y sabemos con certeza lo que deseamos, la esperanza florece y nos impulsa a la acción, el miedo desaparece y nuestra voluntad y creatividad aumentan, surge la intuición y la certeza que todo se logrará.
Si bien es este un trabajo individual es inevitable contagiar al entorno, porque la esperanza es luz y fuego puro. Esa luz debe ser cuidada por nosotros para que no se apague. Defender nuestra capacidad de vivir con esperanza es un poder que algunos logramos tener y no debemos permitir que nada ni nadie nos la robe.
A pesar de tantas vicisitudes que tenemos en el día a día, este es el momento para hacer maestría en nuestra vida, ¿cómo? Simplemente recuperando la esperanza.
Todos hemos escuchado frases tales como “la esperanza es lo último que se pierde” ¿La hemos perdido? Esta sobresaliente cualidad es como un sol, un fuego que arrasa con lo que encuentra en su camino, es transformadora y purificadora, es una energía mágica que poseemos todos los seres humanos, y sí, a veces se apaga, pero no desaparece.
Regina Brett nos dice en su libro Dios Nunca Parpadea: “El secreto es montar en la vida como si fuese una balsa en un río, y dejar que te lleve a través del agua agitada y el agua quieta, y más allá. Flota como una hoja sin aferrarse a nada, confiando en el flujo del río”.
¿Y cómo podemos recuperar la esperanza?, sin darnos por vencidos y empezar cada día confiando en que todo estará bien, ejercitando la flexibilidad y el desapego y convirtiéndonos en un bambú ante lo que la vida nos entrega.
Busquemos nuestra propia inspiración. Eso enciende luz, eso nos da esperanza, nos entrega fuego para la acción, puede ser a través de una buena película, un libro con historias heroicas, salir a la naturaleza y caminar descalzo o tal vez escuchar una canción que te guste y bailar, mirar fotos de momentos especiales, y tantas otras alternativas que te motiven.