A pocos kilómetros de la costa noreste de Australia se encuentra una de las siete maravillas del mundo natural, la Gran Barrera de Coral, única estructura viviente visible desde el espacio. Esta magnífica reserva de biodiversidad, compuesta por alrededor de tres mil arrecifes individuales repartidos a lo largo de 2.300 kilómetros de longitud, es el equivalente marino de la Amazonía y alberga al menos 30 tipos de delfines y ballenas, 1.500 variedades de peces, 23 de reptiles marinos y 5.000 de moluscos. Sin mencionar miles de extraordinarias especies de invertebrados marinos.
Para un amante de la biodiversidad en cantidades explosivas, la Gran Barrera es un destino icónico, por eso en invierno de 2013 me embarqué en una exploración submarina de este paraíso biológico. Ésta sería también mi primera incursión en fotografía submarina, que impone desafíos muy distintos a los encontrados sobre la superficie terrestre.
La aventura empieza en la ciudad tropical de Cairns, considerada la vía de acceso a la gran Barrera de Coral y una parada imprescindible de la costa este australiana. Desde allí abordamos un barco que navega algunas horas mar adentro hasta llegar al corazón de la Barrera, trayecto que por cierto no careció de incidentes. Con el vaivén del océano varios pasajeros rompieron su nauseabundo silencio vomitando el desayuno por la borda. Amén de portar medicinas contra el mareo, permanecí sentado y tranquilo en el primer piso del barco hasta que sentí un líquido tibio y viscoso caer sobre mi cabeza. Para mi desagradable sorpresa, venía del estómago de un tripulante enfermo del segundo piso.
BOSQUE SUBMARINO
Durante las siguientes jornadas nos dedicamos a bucear durante día y noche en la Barrera, lo que fue una experiencia inolvidable. Los corales de todos colores y formas se extienden mas allá de la vista formando efectivos bosques marinos, sobre los cuales nadan cientos de peces de incontables especies. Existen las llamadas “estaciones de limpieza”, donde peces más grandes se estacionan para ser limpiados de parásitos por otros peces mas pequeños.
Los pequeños y tiernos peces payaso (Amphiprion percula) popularizados por Pixar en Nemo se refugian en las anemonas que les proveen protección frente a los depredadores a cambio de mantenerlos limpios de parásitos. Todas las especies viven en entramadas interacciones en esta compleja red de vida.
Con el entusiasmo de un niño con juguete nuevo, perseguía bajo el mar incesantemente a increíbles animales para fotografiarlos. Tortugas marinas verdes (Chelonia mydas), barracudas (Sphyraena flavicauda) y gigantescos peces Napoleón (Cheilinus undulatus) se desplazaban de un lugar a otro resultando en un consumo bastante rápido del aire de mi tanque, lo que en un par de imprudentes ocasiones me llevó a salir a la superficie básicamente sin oxígeno.
En mis usuales búsquedas de criaturas extrañas en los trópicos de tierra firme he aprendido que el mejor momento es la noche, cuando la ausencia de luz permite a los reptiles, anfibios e insectos salir de sus guaridas. Descubrí que en los arrecifes lo mismo aplica. Los buceos nocturnos resultaron los mejores para admirar extraños crustáceos y peces; entre ellos, por ejemplo, pude observar un pez escorpión (Scorpaenopsis venosa) que se sienta en el fondo esperando a alguna presa que pase por delante, pero se mantiene protegido de depredadores con aguijones venenosos en su cuerpo.
BLANQUEAMIENTO DEL CORAL
Conocer la Gran Barrera fue un evento inolvidable en mi vida, y un gran aprendizaje personal como fotógrafo y naturalista. Tristemente, aumentos en la temperatura del agua debido al cambio climático inducido por la actividad humana, están causando un fenómeno conocido como “blanqueamiento del coral”.
Gran parte de una sección de 800 kilómetros de la barrera ha muerto en los últimos años debido al calentamiento global. Esto hace recobrar conciencia del impacto que tenemos y todo lo que estamos perdiendo como precio al desarrollo humano. Es importante conocer estas maravillas mientras las tengamos.