Para mi amada abuela Marta (1913-2010) era importante que hombres y mujeres cumplieran sus roles – de acuerdo a la sociedad en la que ella creció, por supuesto -. Así que para mí (en la adolescencia), era normal atender a un tío que llegaba de visita, aunque yo también estaba de paso.
Lo hermoso no solo es poder entender la costumbre en su contexto, sino vivir la gran transformación de nuestros roles de género.
Hace unos meses, visité a mi tío Gustavo de 76 años de edad. Para mí sorpresa, él me atendió a mí. Tenía la mesa lista con gran variedad de cosas ricas para tomar el té. Los tiempos cambian, la gente aprende y se adapta. Los roles han cambiado afuera, en la sociedad, y esto también se ha reflejado adentro, en el hogar.
STAY AT HOME DAD
Abre la puerta el dueño de casa (38 años, profesional). Tiene puesto un delantal pechera. Nos instalamos en la terraza mientras el dueño de casa toma a su hija menor en brazos, conversa dulcemente con ella y luego la acompaño a la cocina. Tras preparar las ensaladas vuelve a la parrilla para atendernos.
Aunque es sábado y su pareja está de turno, se le ve muy cómodo en su rol de anfitrión y dueño de casa. Esta clase de padres modernos son catalogados bajo las siglas en inglés SAHD, Stay at home Dad.
Una de mis mejores amigas, es fanática de Alejandro Sanz. A comienzo de año su pareja la sorprendió regalándole una entrada al concierto, ¿la dificultad? Hace poco tuvieron un bebé y ella está amamantando.
¿Solución? Su familia la acompaña hasta el estacionamiento del centro de eventos. Junto antes de iniciar el concierto, ella le da pecho al bebé, y su esposo se queda cuidándolo. Parece soñado pero es real. Tiempo atrás, ella discutía con su ex pareja para que lavara los platos.
Mi hermano mayor fue un “papá de casa” cuando mi cuñada terminó su post natal y mi sobrino tenía 6 meses, algo impensado en la generación anterior.
Con el paso del tiempo aumentan los casos de hombres que asumen un rol protagónico en las tareas domésticas, incluyendo la crianza de los hijos, mientras ellas salen a trabajar. Sin embargo, muchos quedan expuestos al juicio castigador de algunos.
EQUIDAD DE GÉNERO
¿Está cambiando el funcionamiento de la pareja al interior del hogar? Sabemos que los roles han vivido una transformación importante, sobre todo las últimas décadas. En Chile se realiza la Encuesta Nacional sobre el uso de tiempo (ENUT), que en 2017 reveló progresos en comparación a cinco o diez años atrás, cifra que en ningún caso equivale a declarar que “culturalmente como país hemos logrado la tan anhelada equidad de género en el hogar”.
Siguen existiendo muchos hogares, en los que ambos padres tienen trabajos remunerados de jornada completa y ellas dedican el doble de tiempo que ellos, en las tareas del hogar y el cuidado de los hijos. La matemática no cuadra y los argumentos, que antes sustentaban ese funcionamiento, hoy en día carecen de validez.
Entonces, ¿cuál es el principal obstáculo para lograr mayor equidad de género en el hogar? No tengo la respuesta aún, pero sí puedo aseverar que es imperativo criar a nuestros hijos en genuina igualdad de género.
Un día le pregunté a mi hijo quién le había enseñado a limpiar el baño – me di cuenta que yo no había sido (ups) -. Como si nada respondió ´mi papá´. Y qué buen trabajo hizo.
¿AYUDA?
Nos queda mucho por cambiar todavía. Señal de esto es que con frecuencia escuchamos frases como “mi pareja me ayuda en la casa” o “yo ayudo a mi señora con los niños”. Eso no es equidad; suena a caridad.
Si al leer esta columna, notas que tú o tu pareja no comparten de manera equitativa las tareas al interior del hogar, comiencen por el primer paso, hablar del tema y negociar. Expresen cómo perciben y sienten la situación. Planteen cómo les gustaría que fuese.
Les comparto opiniones de parejas que sí lo han logrado…
“Hay que priorizar, seguramente algún área se verá damnificada. En nuestro caso son las labores del hogar, que en nuestra escala de importancia ocupa el tercer lugar”. Felipe, 36 años, un hijo.
“Se trabaja en equipo por el bien común. Ambos estamos capacitados para cumplir con los distintos roles. Son prioridades cubrir las necesidades de los niños y tener tiempo en pareja. Nos podemos acostar sin tener los platos lavados, pero no nos podemos acostar sin haber tenido un momento de intimidad (conversación, abrazos, caricias)”. Daniela & Pablo, 29 y 30 años, dos hijos.
“La pandemia significó una terapia de choque, ya que nos obligó a repartirnos las tareas de una manera en que ambos quedáramos satisfechos”. Daniel, 40 años. Dos hijas y un tercero en camino.
“Somos bien partner para nuestras cosas y eso me encanta, a él le gusta cocinar y le carga lavar platos, así que yo feliz lavando la loza si el cocina”. Maritza, 42 años, un hijo.