Tal como muestra el Informe final de la Incorporación de la Mujer a la Economía Chilena realizado por el gobierno, Si bien es cierto que muchas investigaciones recientes realizadas en nuestro país, dan cuenta de que la participación femenina en el mercado del trabajo se ha incrementado en los últimos veinte años, ese y otros estudios señalan que a pesar de este aumento aún se mantiene una fuerte brecha respecto a lo observado en países desarrollados, e incluso en la mayoría de los países latinoamericanos. Las razones de que se mantenga esta brecha están fuertemente asociadas principalmente a factores culturales. Es así como por ejemplo se observa que .las mujeres siguen siendo las principales responsables del cuidado de hijos e hijas y del trabajo doméstico. Lo anterior genera que las responsabilidades familiares se constituyan como el principal obstáculo para encontrar y mantener adecuadas condiciones laborales que permitan tanto trabajar como encargarse del cuidado de la casa y de los hijos. Por ello, el principal motivo por el cual las mujeres dejan de participar del trabajo remunerado y aceptan trabajos más precarios y peor remunerados, son las dificultades en lograr este equilibrio entre ambos mundos, laboral y familiar,
Otro efecto de esta cultura es que, al ser las mujeres “las responsables del cuidado” asumen los costos económicos y emocionales de ese cuidado, sin ser en muchas ocasiones recompensadas social o económicamente por ello. Pareciera que en nuestra sociedad persiste una falta de valoración del rol social de la maternidad por lo que ese costo sólo lo asume la mujer. También es cierto que, para la mayoría de las familias el trabajo femenino sigue siendo secundario, de modo que ante situaciones familiares sigue pareciendo “natural” que la mujer deje de trabajar y sea sólo el hombre el proveedor.
Por lo anterior es que se requieren cambios culturales significativos como los siguientes: Generar políticas consistentes de conciliación trabajo y familia. Las mujeres, independientemente de que se nos asigne culturalmente el rol, no queremos abandonar nuestro rol afectivo en torno al cuidado de la casa y de los niños por lo que diseñar políticas adecuadas podrá contribuir en gran medida a motivar esa inserción sin sacrificar a la familia. Jornadas de trabajo flexibles y emprendimientos laborales desde el hogar constituyen medidas necesarias así como el apoyo escolar temprano desde la sala cuna hasta fines de la enseñanza básica tanto en términos cuantitativos como de calidad educativa harán que las mujeres podamos estar trabajando más tranquilas sabiendo que nuestros hijos están bien cuidados En síntesis una mirada al mundo laboral desde lo femenino y no sólo lo masculino podría ser parte de la solución. Esperamos que la ley de cuotas que se estrena en las próximas elecciones parlamentarias contribuya a lograrlo.