“La propuesta de Constitución posee problemas de fondo que ponen en riesgo la democracia en Chile”,

Luciano Cruz-Coke, Senador de la República.

Además de señalar que el borrador de una nueva Carta magna no resuelve los problemas de fondo que pidió la ciudadanía, el parlamentario de 52 años y miembro fundador de Evópoli, argumentó respecto a los problemas estructurales que presenta el texto emanado por los convencionales, principalmente al concebir un nuevo sistema político sin contrapesos – con un evidente desequilibrio en los poderes del Estado -, poniendo así en riesgo nuestra democracia.

Entrevista de Cristian Muñoz C.

Fotografías de Jesús Ángeles Padilla

 

En los patios del ex Congreso Nacional el Senador de la República, Luciano Cruz-Coke se da el tiempo de conversar con Costa Magazine respecto a la importancia de rechazar la propuesta de Constitución por razones que – según arguye – son de peso.

“La sensación que tengo, es que finalmente la promesa de construir una Constitución para todos, de unir al país con un texto constitucional, fue una promesa trunca, por varios elementos. Primero, la propuesta se redactó con muy poca seriedad por un grupo de convencionales hegemonizados por una izquierda más radical, muy dura, que impidió generar un diálogo constructivo, derivando finalmente en un mal producto”, comienza esbozando uno de los miembros fundadores del partido de centro derecha, Evolución Política.

No obstante lo anterior, para el también actor de 52 años, el aspecto más preocupante del borrador de Constitución es cómo se concibe un nuevo sistema político, cómo se resguardan el poder judicial y el poder legislativo respecto del ejecutivo.  “Mi apreciación es que existe un desequilibrio enorme entre los poderes conferidos a la Cámara de Diputados, lo que nos dejaría en una situación tremendamente peligrosa si el día de mañana un autócrata nos lleva a peligrar nuestra democracia”.

El Senador por la 7ª Circunscripción, Región Metropolitana, menciona a referentes del mundo de la izquierda democrática – como José Rodríguez Elizondo o Andrés Velasco – que en el fondo “ven que esta Constitución no solo puede ser lesiva sino peligrosa para la democracia en Chile”.

Personajes de la centro izquierda, en forma transversal, han participado de la campaña por el Rechazo, ¿cuál es su mirada al respecto?

Desde Evópoli siempre hemos abogado por tener una Constitución liberal y democrática, por superar también la de 1980, con todas las reformas del 2005, pero aparentemente el país necesita un nuevo pacto social, pacto que debe hacerse por una mayoría amplia, cuidando las libertades de las personas y estableciendo un catálogo de derechos propios de un país de desarrollo medio que pueda otorgar a los sectores más vulnerables un sistema decente de salud, un sistema decente de educación, en un país que a su vez crezca con prosperidad.

Lamentablemente, esta propuesta de texto hace todo lo contrario. Nos hermana con Bolivia y con las constituciones bolivarianas del proceso latinoamericano del socialismo del siglo XXI, cuyos efectos hemos visto, alejándonos de Nueva Zelanda, Canadá, Finlandia o Alemania, tal como se nos prometió un año atrás cuando se esbozaban las primeras palabras del borrador.

Hablaba del problema sustancial del texto en su concepción del nuevo sistema político.

Correcto. Las constituciones pueden tener un efecto muy lesivo en las sociedades en caso de no existir una correcta arquitectura constitucional. Es decir, estableciendo poderes como el sistema ejecutivo, judicial o legislativo con sus debidos contrapesos, como la contraloría, el tribunal constitucional, el banco central, entre otros. Si no existen esas estructuras, el modelo de país puede fracasar.

Y ya la historia nos ha demostrado estos errores con, por ejemplo, Alemana Oriental y Alemania Occidental, o con Corea del Norte y Corea del Sur. Las diferencias entre unos y otros no es precisamente la cultura o la geografía, no es el ambiente. Es la fortaleza o debilidad de sus instituciones.

Es en este ámbito donde se juega finalmente el futuro del país, especialmente en materia constitucional, pues el texto termina definiendo la anatomía del poder. Cuando eso queda mal redactado, todo hacia abajo tiende a ser decadente.

Analicemos ambos escenarios para el 4 de septiembre, en caso de ganar el Apruebo o de que la mayoría vote por el Rechazo.

De ganar el Apruebo se generaría una enorme incertidumbre, porque hay cosas que comienzan a regir in actus. Por ejemplo, se elimina el Estado de Emergencia. En ese mismo momento dejan de existir las concesiones privadas de las cárceles. En medio de esta incertidumbre, esas mismas voces que dijeron reformemos, no van a poder llegar a un acuerdo político tan amplio como para alcanzar los quórums o cerrojos establecidos por la convención.  En esencia, la opción del Apruebo es un camino tremendamente incierto para el país.

Por otra parte, el Rechazo nos abre la posibilidad de ir a un nuevo proceso constituyente habiendo aprendido de las malas experiencias y rescatando las buenas prácticas. Inclusive, rescata la tradición constitucional del país con un acuerdo político más amplio y, a su vez, eleva al mismo gobierno del Presidente Boric la posibilidad de haber hecho un cambio constitucional, pero con orden y estabilidad. Eso me parece que marca una diferencia muy grande.

En esta misma línea, de ganar la opción Rechazo, ¿cree sensato abrir un nuevo proceso constituyente?

Creo en darle continuidad al proceso, prolongarlo, pero sobre la base del aprendizaje, de aprender de los errores de la Convención Constitucional. Por eso el 4 de septiembre debemos votar lo que sienta las bases del desarrollo del país, y si quedó mala como sabemos, vamos a tener que hacer una buena Carta Magna. Ahora la importancia es votar Rechazo para otorgar a nuestro país una nueva oportunidad de redactar una Constitución que una a todos los chilenos y preserve la democracia junto a resolver los problemas de fondo.

Ha hecho hincapié en la importancia de preservar la democracia…

Creo fundamental que la ciudadanía entienda que el texto otorga un orden institucional a nuestro país, estableciendo precisamente cuáles son sus instituciones y cómo se equilibran los poderes. En el caso de la propuesta de la Convención Constituyente, ha sido transversalmente juzgada como una mala propuesta que nos asimila bastante más a Bolivia a Venezuela que a los países desarrollados con los que se pretendió señalar que nos íbamos a comparar.

Por otra parte, se coloca en serio peligro la democracia al concentrar todo el poder en un sistema unicameral. Se dice que es bicameral, pero la Cámara de Regiones cuenta con muy pocas atribuciones. A su vez, hay un Consejo de Justicia que prácticamente va a estar cooptado por esta Cámara de Diputadas y Diputados; entonces hay un peligro latente para la democracia y su mantención.

En otras palabras, de existir un grupo radical que hegemonice el poder se verá legitimado por una Carta Magna para ejercer el poder sin límites, como un autócrata. Allí radica la gravedad de lo que se pone en votación, es que el proyecto no tiene contrapesos políticos.

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