La princesa Isabel no estaba destinada a ser reina, pero la muerte de su hermano Enrique IV la llevó al trono de Castilla. En tiempos donde la capacidad, inteligencia y fuerza femenina aún era menospreciada, Isabel ejerció el poder por sí misma y llevó al reino a la cúspide de su prestigio.
Por Isabel M. Saieg
Isabel es un nombre recurrente entre las familias reales de distintos países, tanto de habla inglesa como de habla hispana, francesa e incluso portuguesa. Pero hay una Isabel en particular que cambió la forma de reinar y la idea que se tenía respecto a las monarcas femeninas por completo. Se trataba de Isabel I, también conocida como Isabel de Castilla o Isabel la Católica. “No solo llegué a ser reina a pesar de no estar destinada a acabar en el trono,” relata. “También cambié la historia de España y del Reino de Castilla para siempre”.
Isabel nació el 22 de abril de 1451 en Madrigal de las Altas Torres, siendo la segunda hija del rey Juan II de Castilla. Su hermano mayor – por parte de padre – se convirtió en rey tres años más tarde y ella se fue a vivir a Arévalo junto a su madre para ser educada como princesa. “Así crecí siendo educada por tutores y damas de compañía elegidas con pinza por mi padre antes de su muerte. Desde la gramática hasta la pintura, aprendí todo lo que una princesa debía saber. No sabía en ese momento que la educación que recibí sería mi compañera más fiel al momento de convertirme en reina”.
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“Recibió una formación humanística basada en la gramática, la retórica, la pintura, la filosofía y la historia
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Aconsejada por el arzobispo Alfonso Carrillo, Isabel tomó como pretendiente matrimonial al candidato aragonés, Fernando, hijo y heredero, como ella, de otro Juan II. Todo se llevó en el más absoluto secreto. El 5 de septiembre de 1469, Fernando partió de Zaragoza disfrazado de criado y acompañado por tan sólo seis personas. Cuatro días después tenía lugar la ceremonia nupcial, que incluyó la bendición también en el sentido político, del arzobispo Carrillo. Al día siguiente, como era preceptivo, el matrimonio fue debidamente consumado en la cámara nupcial ante un selecto grupo de testigos.
Los cronistas oficiales presentaron su encuentro como un amor a primera vista. Pero, por supuesto, Fernando tenía tantos intereses políticos en ese matrimonio como los que pudiera tener su esposa. Una fría mañana del 12 de diciembre de 1474 llegó al Alcázar de Segovia, donde habitaba la pareja, la noticia de que Enrique había muerto. Al día siguiente, Isabel I se autoproclamó con toda solemnidad reina de Castilla y envió cartas a las principales ciudades del reino exigiéndoles obediencia.
“Mi intención era unificar España, razón por la cual decidí casarme con un miembro de la realeza de Aragón. Llevé a Castilla a su punto más alto en la historia y convertí a grandes masas al catolicismo. A partir de mi matrimonio y la conquista del Reino Nazarí de Granada, bajo mi reinado, nace el Reino de España”, esboza con orgullo.
Isabel y Fernando, mundialmente conocidos como los Reyes Católicos, fueron también quienes recuperaron la península ibérica, financiaron la expedición de Cristóbal Colón en la cual descubrió el continente americano, iniciando así proyectos de evangelización indígena. “Pero soy fiel creyente en la dignidad humana,” comentaba “por lo que prohibí la esclavización de los indígenas.” Isabel gobernó treinta años como reina de Castilla y veintiséis como reina consorte de Sicilia y Aragón, falleciendo así a los 53 años por hidropesía, dejándole el trono a su hija Juana, llamada “la loca”, si bien fue Fernando quien se encargó de la gestión monárquica.
SIERVA DE DIOS
En 1974 la Iglesia Católica convirtió a Isabel de Castilla en sierva de Dios, lo que significa que se ha iniciado un proceso de canonización de esta figura monárquica. Hoy podemos decir que Isabel la Católica es una de las mujeres más fuertes e importantes de la historia. Unificó el reino español, lideró el descubrimiento de un continente y recuperó la península ibérica. Todo en solo treinta años.
Siendo una de las grandes monarcas que ha tenido occidente y una importante figura para España, América y la religión católica, podemos considerar que Isabel I es una de las más importantes figuras femeninas de la historia, tanto por su resiliencia y capacidad de lucha, como por su seguridad al momento de asumir el trono de Castilla en tiempos donde la capacidad, inteligencia y fuerza femenina aún era menospreciada.