Las hijas de la criada, de Sonsoles Ónega es una novela que nos sumerge en la España de la posguerra, una época cargada de sombras y cicatrices, reflejadas a través de la historia de una familia marcada por las diferencias de clase y los secretos del pasado. La autora, con su prosa envolvente y meticulosa, construye un relato donde los personajes femeninos se erigen como el núcleo de la narración, luchando por sus sueños en un mundo que no siempre les es favorable.
Ónega no solo nos presenta una trama familiar, sino que también invita a una reflexión profunda sobre el impacto de las decisiones del pasado en las vidas presentes, especialmente en aquellas mujeres que vivieron en silencio, cuyas historias quedaron enterradas bajo el peso de la historia oficial. Las hijas de la criada representan a tantas mujeres anónimas, cuyas luchas y sacrificios han sido olvidados o ignorados, y a través de ellas, la autora da voz a una memoria colectiva que aún palpita en la sociedad española.
Un ejemplo poderoso de esta narrativa se encuentra en un pasaje donde una de las protagonistas, con lágrimas en los ojos, sostiene entre sus manos una carta de su madre, escrita décadas antes. Las palabras, cargadas de dolor y amor reprimido, revelan secretos que cambian para siempre la percepción que tiene de su propia vida: “Siempre quise lo mejor para ti, aunque eso significara perder lo poco que me quedaba… Perdóname, hija mía, por no haber sido más fuerte”. Este momento, tan cargado de emoción, captura perfectamente la esencia del libro: la lucha interna de las mujeres que, pese a las adversidades, encuentran la fuerza para seguir adelante.
Otro instante que destaca en la novela es cuando una de las hijas, enfrentada a las injusticias de su tiempo, se encuentra en el umbral de la puerta de la gran mansión que alguna vez fue el hogar de su madre, la criada. En ese momento, ella se da cuenta del peso de la historia que la precede y murmura para sí misma: “Aquí vivieron sus sueños y aquí se fueron rotos. Hoy entro yo para reclamar lo que es mío, lo que nos fue negado.” Este acto de valentía y reivindicación es un grito de resistencia que resuena a lo largo de toda la obra, subrayando el tema de la lucha por la dignidad y la justicia.
La novela, aunque se desarrolla en un contexto histórico específico, tiene una resonancia universal al abordar temas como el poder, la venganza, el amor y la resiliencia. A través de personajes complejos y bien desarrollados, Ónega nos muestra las dinámicas de poder que, de manera sutil o evidente, siguen vigentes hoy en día. Su narrativa es rica en detalles, lo que permite al lector sumergirse en la atmósfera cargada de tensión de la época, aunque en algunos momentos la historia pueda parecer predecible o repetitiva.
En definitiva, el escrito de 480 páginas, es una obra poderosa que destaca por su capacidad para capturar la complejidad de las relaciones humanas en un momento histórico tan crucial como la posguerra española. Sonsoles Ónega nos ofrece una lectura que , más allá de sus posibles altibajos, deja una impresión duradera, especialmente en aquellos interesados en explorar los dilemas morales y las historias que trascienden generaciones.