Legado. Especial día del padre

Un momento de complicidad, un instante de conexión, una temática para reflexionar, una actividad para compartir y disfrutar. Valiosos puntos de encuentro donde palabras, caricias o miradas se entrecruzan.  Mágicos instantes retratan ese maravilloso legado que un padre traspasa a un hijo.

 Por Marcela Cademartori – Fotografías de Olivier Maugis

 ADRENALINA

Vibran con el rugir de los motores y la velocidad. Adrenalina es el concepto que los une llevándolos a entablar una relación padre e hijo basada en la complicidad y en la confianza. Segunda y tercera generación del clan Rosselot, Gerardo y su hijo del mismo nombre, relatan sus vivencias en torno al emocionante deporte automovilístico.

Dos impecables modelos de auto nos dan la bienvenida. En el buggy compite Gerardo Rosselot Bert, mientras que uno de sus tres hijos, Gerardo Rosselot Valenzuela de 19 años, pilotea en un modelo Mitsubishi. Como segunda y tercera generación del Rosselot Rally Team, ambos vibran y se activan con la palabra adrenalina.

“A los 30 años competí por primera vez en un rally. Fue gracias a mi papá que me involucré en este mundo. Poco a poco conseguimos auspicios hasta lograr que el equipo y la marca Rosselot adquiriera gran prestigio. Hoy es conocida en países como Argentina, Brasil y Perú”, comenta Rosselot Bert.

Actualmente Gerardo compite en la categoría Cross Country y entrena intensamente con miras a participar en alguna fecha del Dakar. Ese mismo espíritu mantiene a su hijo concentrado en las próximas fechas del Rally, una vez levantadas las restricciones por la pandemia.

“En mi caso yo partí con las motos a los 4 o 5 años – dice Gerardo hijo -. Me encantaba desarmarla y limpiarla. Ya a los 17 años competí en mi primera carrera. También tuve la posibilidad de participar en el World Rally Championship”.

Ambos reconocen que esta disciplina exige mucho entrenamiento, perseverancia y fuerza mental. Por ello es que a menudo padre e hijo repasan el  conocimiento y  la técnica que se debe manejar cuando se está frente a un volante.

“Por suerte ambos competimos en diferentes modalidades. Yo como papá no podría ir con mi hijo en el mismo auto. Me pongo muy nervioso y creo que terminaríamos peleando. Y cómo no, si el lazo padre e hijo se sostiene sobre el afecto y el amor. De manera innata brota ese espíritu protector. En cambio Gerardo no tiene esa actitud. Es bastante más relajado”, admite el deportista de 53 años.

Por su parte ´Gera´ ingresó a estudiar Ingeniería Civil Industrial en la Andrés Bello, universidad que le ha dado todas las facilidades para compatibilizar estudios y competencias. “Se han portado increíble conmigo. Cada vez que debo entrenar y concentrarme en una carrera tengo las garantías para hacerlo tranquilo. Estoy muy agradecido de que me den la oportunidad de competir en este deporte que me apasiona desde pequeño”.

Mientras nos habla, su padre lo mira con orgullo. Admite que él puede llegar muy lejos si se lo propone. “Quiero que mis tres hijos sean felices, por eso los voy a apoyar siempre en cada cosa que hagan. De ellos he aprendido la tolerancia, la paciencia y a darles la libertad para que vayan por sus sueños. El mundo de los autos nos une como familia”.

“Mi papá es un excelente compañero y amigo – responde -. De él he aprendido lo que es la perseverancia, la constancia y quiero seguir empapándome de toda la experiencia que ha acumulado  en el tiempo”.

La complicidad los define. Padre e hijo extienden el legado del “patriarca”, Gerardo Rosselot Mujica, compartiendo conocimientos, anécdotas, preparándose juntos para nuevas metas y desafíos. Una hermosa relación que ruje con el sonido de los motores y que los motiva a competir con pasión por los caminos de la vida.

 

PASIÓN

Entre instrumentos, notas musicales y partituras, conocemos a una entretenida dupla padre e hija que vibra con la armonía del ritmo y la melodía. Para Antalia, una herencia que brota de manera espontánea cada vez que se refiere al legado y al ejemplo de su padre. Para Luis Cheul un estilo de vida que se engloba bajo el concepto de hacer lo que amas y ser feliz.

 Cuando la pasión te mueve a seguir tus sueños, es muy probable que te conviertas en alguien que ama lo que hace, con la felicidad como estandarte de vida. Al menos así lo ha experimentado el connotado músico Luis Cheul, quien desde niño se sintió cautivado por la música, quizás motivado por su madre pianista.

Y como toda herencia que se traspasa de una generación a otra de manera imperceptible, hoy es la hija mayor de Luis, Antalia (20), quien se ha empapado del trabajo que su padre ha impulsado, portando con orgullo este legado.

Ser músico no es fácil, reconoce el bajista eléctrico, solista y compositor de fusión.  Debes trabajar muy duro y estudiar permanentemente para destacar, sino te quedas atrás. “En mi experiencia, así ha sido. He pasado largas horas componiendo, lo cual te exige extrema concentración. Pero  lo haces feliz cuando amas tu trabajo. Puedo decir con la más absoluta convicción que no me arrepiento de la decisión que tomé”.

Entre relatos es observado con absoluta admiración por su hija Antalia. “Gracias a mi papá logré comprender lo que significa verdaderamente la música. He visto el sacrifico que ha depositado en su trabajo. Lo he vivido en primera persona, por eso me cuesta entender  los prejuicios que la gente tiene  con respecto a esta. Hoy se piensa que con solo unir un par de acordes, que por lo demás lo hace un computador, se está componiendo y eso no es así. Detrás hay teoría, vasto conocimiento, toda una profesión”.

Antalia hace una pausa, reflexiona y comenta que quizás por eso no quiso estudiar música, pese a que es un ámbito en donde sus habilidades fluyen de manera innata. Recuerdo que mientas sus amigos organizaban panoramas para divertirse, ella debía grabar o asistir a alguna presentación. Así y todo, con la llegada de la pubertad se alejó de los escenarios.

Tiempo después, un festival organizado por la municipalidad de Concón sería el responsable del reencanto de Antalia con ese mundo que había conocido desde pequeña gracias a su padre y que hoy la tienen desarrollando algunos proyectos en esta dirección, en paralelo con sus estudios de periodismo.

“La música lo es todo para mí. Es la pasión que mueve  mi día a día. Me encanta componer, hacer clases   y traspasar los  conocimientos a mis alumnos. Y ahora ver a mi hija que vibra con esto y que entiende el verdadero concepto de la música, me enorgullece”, relata Luis.

“Él  ha sido un ejemplo para mí. Era quizás un papá diferente al  de mis compañeros. Llegaba con su pelo largo, su chaqueta de cuero y se ponía a tocar su guitarra. Siempre ha sido muy entretenido compartir con él y mis amigos me admiraban por eso. Me siento orgullosa de ser su hija”, replica Antalia.

Luis encanta por su actitud de vida. Antalia por la madurez con la que emite sus opiniones a los veinte años. Dos personalidades diferentes en una dupla padre e hija que con sus bemoles y contrapuntos armonizan para componer la hermosa y dulce melodía de la vida.

 

INCONDICIONALIDAD

Comparten el mismo espíritu deportivo. El rugby ha marcado el punto de encuentro entre padre e hijo. Dante Marchesse y Dante Massimo disfrutan y vibran por la ovalada relatando, desde esta tribuna, las experiencias y aprendizajes que juntos han internalizado en una disciplina en que el equipo siempre está primero.

La pasión con la que Dante Marchesse ha disfrutado del rugby desde que estaba en el colegio ha sido el mejor referente que ha tenido su hijo Dante Massimo para seguir sus pasos y vibrar en torno a la ovalada.

Formando en la actualidad parte de la directiva de Old Mackayans RFC, el empresario de 55 años de edad reconoce su enorme apego por el rugby desde que estudiaba en el Mackay por lo que siguió jugando al ingresar a la Escuela Naval y posteriormente a la universidad.

“Cuando me puse a trabajar integré el Old Fashion, es decir, la rama adulta de rugby. Allí organizamos varias giras dentro del país y el extranjero.  Ahora último, debido a una lesión, no he pido seguir jugando”, comenta.

Para este gestor inmobiliario el vínculo con el rugby ha sido más que solo una práctica deportiva. Ha significado una instancia para compartir, hacer amistades y entablar lazos laborales. “Es que el rugby te aporta ventajas desde muchos ámbitos”. Con orgullo repasa los logros de su hijo de 18 años.

“Desde que tengo recuerdos me veo con una pelota de rugby en mis manos. Los amigos de mi papá eran muchas veces mis entrenadores, y  era común que en los panoramas de vacaciones o fines de semana, nos entretuviéramos organizando partidos. Siempre estuve rodeado de este mundo que me cautivó desde muy chico”, cuenta Dante Massimo.

Pero más que un juego, este joven deportista entrena duro para integrar la selección chilena para representar al país en el Mundial de Francia 2023, sueño que implica varios sacrificios en pos de lograr el nivel competitivo exigido.

“Sé lo duro que es cimentar una carrera en este deporte, pues lo viví personalmente, por eso siempre lo hemos apoyado como familia. Además cuenta con más condiciones físicas de las que yo poseía a su edad, por eso sé que puede llegar muy lejos. Para ello hay que estar dispuesto a trabajar con rigor y constancia”, asegura.

Compañerismo, trabajo en equipo, disciplina son solo algunos de los valores que este deporte trae aparejado al forjar carácter y la capacidad de luchar por los objetivos cueste lo que cueste.

“Con mi papá disfrutamos y vibramos en torno a los mismos temas. Cuando me toca jugar y él me acompaña, de regreso a la casa nos venimos hablando de lo que se hizo bien  o de aquello que se debe mejorar. Ha sido un gran apoyo en este deporte que también se ha convertido en mi pasión”, expresa Dante Massimo.

“Cada vez que lo veo jugar grito como si fuera un director técnico. De hecho varias veces me han retado. Pero es inevitable cuando ves a tu hijo jugando en la cancha – replica -. Pero más allá de medir sus logros, rescata lo que se genera en torno a este deporte.

“Es un círculo virtuoso donde haces amigos para toda la vida. Es un deporte maravilloso, que además tengo la fortuna de compartir junto con Dante y con toda mi familia”, confiesa este orgulloso padre, quien ve cómo el menor de sus hijos comienza a brillar en este camino del que alguna vez él también fue parte.

 

Otras lecturas

Suscríbete a nuestro Newsletter