Reconocido por sus esculturas de formas redondeadas y voluptuosas, sus ‘gorditos’ sostienen corazones, representan oficios, e incluso personajes tan famosos como Mickey Mouse y El Principito. Algunas de sus obras decoran los ambientes de los más prestigiosos restaurantes de Perú y el mundo, así como sets de televisión, plazas y vías urbanas.
Entrevista y fotografía: Marisol Ortiz – Imágenes de contexto: gentileza Marcelo Wong
Comenzó trabajando con su padre y hermano quienes estaban en el rubro de la arquitectura y el diseño de muebles, pero para Marcelo Wong ese mundo era demasiado estructurado. Como estudiante de Arte en la Pontificia Universidad Católica del Perú, comenzó a explorar otras formas menos duras y más suaves. De ahí aparece la forma circular que será su sello. Pero donde definitivamente se instala este perfil como el eje motor de su obra es al participar junto a su hermano arquitecto en Casa Cor.
“Cuando vimos las esculturas que había hecho nos dimos cuenta que eran bastante cuadradas, y queríamos romper eso. Fue mi hermano el que me recordó y me alentó a volver a mis inicios universitarios y rescatar esas formas sinuosas y abultadas que eran justamente gorditas”.
Convocado por Master Chef Perú para diseñar el trofeo que se entregó al ganador, creó un gordito chef con una sartén de donde salían llamas formando un corazón. También marcas como Nescafé, Vizzio, H.Stern, National Geographic, Coca Cola, Absolut Vodka, entre otras, han requerido de su visión de diseño para sus productos.
El 2017, es invitado por Editorial Planeta para realizar una versión ilustrada de la obra «El Principito» de Antoine Saint-Exupéry, proyecto que decide llevar más allá y desarrollarlo en esculturas, y el 2018 recibe el encargo de Disney para representar la magia y fantasía de Mickey Mouse, en la celebración de sus 90 años.
Además de las esculturas artísticas, también tienes cosas más bien utilitarias como tazas, bowls, platos, alcancías… ¿Cómo funciona eso en tu visión del arte?
Siempre he apreciado mucho la interacción que surge entre el cliente y la pieza de diseño. Y mi formación de artista plástico me ha entregado la posibilidad de ir explorando el hacer arte dirigido más a lo decorativo, a lo utilitario. Es una etapa que estoy desarrollando a la que me he entregado con los brazos abiertos.
¿Cómo es el ‘backstage’ de este proceso de diseño?
Uno como artista busca el diseño bonito, el packaging adecuado, que llegue todo listo, y que se pueda exportar, y todo se ve muy fácil desde fuera pero trae una serie de complicaciones que a veces uno no las tiene dentro de la ecuación. Por ejemplo, a mayor cantidad los costos bajan, estamos hablando de 3 mil a 5 mil unidades, pero cuando llegó el primer embarque no sabíamos ni donde guardarlas, no habíamos previsto eso. Y ahí te das cuenta de que como diseñadores nos enfocamos en el diseño bonito, pero no vemos la otra parte; empaque, envío, bodega, costos.
Tienes varias intervenciones urbanas en Lima y en otros lugares, ¿qué ha significado esto para ti como artista?
Los primeros proyectos urbanos que hice fueron fuera de Perú, y mi gran sueño siempre fue tener algo en mi país. Cuando comencé, las oportunidades de hacer algo acá eran muy difíciles, por la situación del país en ese momento y que yo era muy joven, pero tuve la suerte de participar en eventos internacionales. De hecho estuve en Chile, en Valdivia, haciendo una escultura que dejamos en un parque; también tengo esculturas en Teherán, en Estambul, en España. Me costó casi 10 años tener una escultura urbana en Lima. La primera fue en el barrio de Magdalena, y una vez que el municipio la autorizó me entró el miedo de que esta escultura fuera algo impuesto al barrio, y resolví que iba a hacer la escultura ‘in situ’ y compartir el proceso con los vecinos, con la gente del lugar.
Cuéntame de este proyecto que denominas ‘Experiencias’.
Yo soy amante del diseño, soy un coleccionista de diseño, en pequeña o gran escala. Entendí que los objetos forman parte de los momentos que nos brindan mucha alegría, y me di cuenta de la necesidad de compartir esta pasión. Y así nace un espacio que está orientado a vivenciar la experiencia del diseño mediante distintos materiales, con artistas invitados de diversos ámbitos desde la cerámica hasta la literatura, incluso la magia. La idea es entregar un lugar en que la experiencia te enriquezca al mismo tiempo que te saque de tu rutina y puedas disfrutar de algo que ya no está en tu vida cotidiana, que en estos pequeños talleres los participantes puedan no solo aprender de procesos que usan los artistas, sino también ser parte de ellos.
¿Cómo ves el arte en Perú?
Pienso que bastante bien, hay muchas maneras de ver el arte. El camino que elegí es uno que está muy ligado al diseño y se aleja un poco del arte de galería y museo. Pero veo que hay mucho crecimiento en el área a la que yo me dedico.
¿Qué opinas del uso de las Redes Sociales como vehículo de difusión?
Las Redes sociales ayudan mucho para comunicar lo que se hace, son herramientas muy interesantes para mostrar tu trabajo. Hay que tener cuidado pues tiene una doble cara, tanto en la aprobación que te motiva a seguir, como en la decepción si no tienes muchos ‘likes’. Eso lo he conversado mucho con artistas jóvenes, por eso hay que tener muy claro que lo importante es que estés tranquilo y contento con lo que haces.
Sé que tienes un mensaje especial de resiliencia
Hace varios años tuvimos un incendio muy grande en este espacio donde estamos, era nuestro taller, nuestras oficinas y nuestras tiendas, hablo de ‘nuestras’ porque compartimos el espacio con mi hermano que es arquitecto. Se quemó todo. De la noche a la mañana nos quedamos en cero. Con esta vivencia me di cuenta que no hay que dejar esos proyectos que piensas y dejas olvidados en un cajón, o que los retrasas por inseguridades, dudas o miedos a la crítica o al fracaso. Entonces decidí hacer lo que me saliera, lo que naciera como necesidad de hacer.