Por Isabel M. Saieg
Cuando se habla de las mujeres que han revolucionado el mundo de la literatura chilena, Gabriela Mistral es probablemente el nombre más escuchado. Sin embargo, una autora nacida en el paseo Monterrey en Viña del Mar, que vivió entre el año 1910 y 1980, es hasta el día de hoy reconocida como una gran figura en el mundo de la literatura latinoamericana por escribir sobre aquello que nadie se atrevía a hablar en voz alta: la sexualidad femenina.
Se trata nada más y nada menos que de María Luisa Bombal, cuya apasionada forma de vivir la llevó no solo a escribir grandes obras como La amortajada, sino también a cometer severas acciones como dispararle a un antiguo amor.
Su afición por la literatura habría tenido sus inicios en la primera infancia. “Mi madre se aseguró de leernos cuentos a mi hermana Blanca y a mí durante nuestra niñez,” comentaba. “A los 8 años ya había escrito mis primeros poemas, siendo siempre la primera de mi curso en todo lo que involucrara letras.”
Estudió en el colegio que hoy se llama Sagrados Corazones Padres Franceses (SSCC) y es mixto, pero que en ese entonces era solo para mujeres. Pero durante la década de 1920, su padre falleció y su madre decidió llevarse a sus tres hijas a vivir a París. Al cumplir los 18 años, ingresa a la facultad de letras de la Universidad de Sorbona para estudiar literatura francesa.
A los 20 años, regresa a Chile. “Fue ahí cuando conocí a Eulogio Sánchez. Pero claro, él estaba casado aún y no había forma de que pudiésemos tener una relación, así que nos veíamos a escondidas.” Tras varias promesas incumplidas, incluida una de matrimonio, Bombal llegó incluso a dispararse en el hombro por este amor, sin sufrir mayores lesiones. “Me arruinó la vida, pero nunca lo pude olvidar.”
Conoció a los grandes autores chilenos de la época, como Marta Brunet y Pablo Neruda, quien le puso el apodo de abeja de fuego por su apasionada personalidad. Junto a él viajó a Argentina, conociendo a otros grandes de la literatura y comenzando a escribir su primera novela, a los 23 años: La última niebla. Se casó y se divorció, para luego volver a Chile años más tarde.
Fue en 1940, tras volver a encontrarse con Eulogio Sánchez, después deocho años sin verlo, que intentó asesinarlo frente al Hotel Crillón. Tras cumplir una condena de un par de meses, fue absuelta, dando como respuesta a sus violentas acciones: “Al matarlo mataba mi mala suerte, mataba mi chuncho.”
En 1944, Bombal emigró a los Estados Unidos. “Me casé con un conde, tuve una hija y me dediqué a realizar el doblaje de películas. Así viví hasta el fallecimiento de mi marido en 1969, el cual me llevó de vuelta a Viña del Mar, mi ciudad natal”, rememora.
Siempre tuvo problemas con el alcohol y fueron estos los que la llevaron a morir de un coma hepático a los 69 años. La célebre frase “sola y abandonada en una fría cama de pensionado murió María Luisa Bombal” nos recuerda la mísera vida que vivió esta gran autora, cuya obra, si bien es breve y acotada, es extraordinaria y de gran importancia para la literatura chilena.