La historia de Consuelo Frias Deik se erige como un fascinante viaje de autodescubrimiento y expresión. Desde sus raíces en la arquitectura hasta su transformación en una pintora autodidacta, Consuelo nos invita a explorar las fronteras entre la técnica y la intuición, entre la estructura y la libertad. Su historia es un testimonio vivo del poder transformador del arte y la capacidad del alma humana para encontrar su voz más auténtica en el lienzo del universo creativo.
- Por Cristian Muñoz
- Imágenes concedidas por la artista
En el universo artístico, los caminos son tan variados como las estrellas en el cielo nocturno. Consuelo Frias Deik traza su propia constelación en este vasto firmamento, donde la arquitectura y la pasión por el arte se entrelazan en un viaje de autodescubrimiento y expresión.
Desde los sólidos fundamentos de su formación como arquitecta en la Universidad del Desarrollo, Consuelo forjó un camino que, si bien comenzó en el mundo de la construcción y la técnica, pronto se desvió hacia terrenos más libres y creativos. Después de cinco años inmersa en la vertiginosa dinámica de la arquitectura, decidió dar un giro radical, abrazando por completo sus dos grandes pasiones: el yoga y la pintura.
El arte, ese latido vibrante que yace en las profundidades del alma, llamaba a Consuelo con una fuerza irresistible. Recordando las palabras de su amada abuela, quien en su último aliento le encomendó el cuidado de su legado artístico, se sumergió en un océano de color y creatividad. Con el apodo de «Mitzuko» por sus ojos rasgados y que le hacían parecer una princesa japonesa, Consuelo se adentró en el vasto lienzo de su destino, listo para ser pintado con las pinceladas de su propia narrativa.
Este viaje inició en 2015 cuando la artista contemporánea dejó la capital para establecerse en los paisajes de Viña del Mar, donde las olas del océano y la brisa marina se convirtieron en musas inspiradoras. Aquí, entre el murmullo del mar y el resplandor del sol, encontró el espacio perfecto para explorar su creatividad sin límites.
A través de la experimentación y el juego, Consuelo Frias Deik abrió las puertas de su imaginación, dejando que el color y la forma fluyeran libremente sobre el lienzo. Si bien su formación como arquitecta le otorgó una sólida comprensión de las líneas y las estructuras, su enfoque en la pintura fue eminentemente autodidacta.
Cada trazo, cada pincelada, fue un acto de descubrimiento y crecimiento personal, un viaje íntimo hacia la esencia misma del arte. Sus obras rebosan de energía y vitalidad, reflejando la inquietud y la pasión que la caracterizan.
Colores brillantes y audaces danzan en armonía sobre el lienzo, mientras que los trazos fuertes y enérgicos revelan la fuerza de su personalidad. En cada obra, se entretejen fragmentos de su vida, desde su devoción por el yoga hasta su amor por la naturaleza y el movimiento.
“Mitzuko” no solo pinta con pigmentos y pinceles, sino con el latido mismo de su corazón, creando historias visuales que trascienden el tiempo y el espacio. En su arte, encontramos la belleza de la autenticidad, la libertad de la expresión y la magia de un alma que ha encontrado su verdadero hogar en el lienzo del universo creativo.