Natalia de Triana. Tradición Flamenca

Para Natalia y su familia, el flamenco no es solo una forma de arte, es la historias de sus vidas. Cada nota y movimiento expresa pequeños capítulos que se van entrelazando desde mediados de siglo XX con la tenacidad y perseverancia de Mary Ann, la abuela que hizo hasta lo imposible para abrir su academia de baile logrando traspasar un legado a sus hijos y nietos. Hoy, Natalia de Triana Aragú González vibra con la música como cantaora y bailaora de este género musical andaluz dejando en alto el nombre de toda una familia.

Escrito por Cristian Muñoz

Fotografías de Christophe Querry

@elsuizophotography

IG natalia_detriana

En un rincón de Chile, donde la pasión y la cultura convergen, una familia ha mantenido vivo el fuego eterno del flamenco. En el corazón de esta historia se encuentra Natalia de Triana Aragú González, cantaora y bailaora profesional y actual concursante del programa The Voice Chile, quien creció junto a sus hermanos rodeada de la magia y sentimiento de esta melancólica danza española.

Sin embargo, detrás de su amor por el flamenco se encuentra una figura clave: la abuela materna de Natalia, Mary Ann Garlick, cuya historia de valentía e inspiración ha dejado una profunda huella en toda la familia de Triana.

Mary Ann, una mujer apasionada por el baile, desafió las normas sociales de mediados del siglo XX al abrir una escuela de danza en Viña del Mar, pese a la oposición de su primer esposo, quien atrapado en las garras del machismo le prohibía bailar.

Su espíritu indomable la llevó a buscar una vida mejor, y así conoció a un marino que se convertiría en su segundo esposo. Esta vez, encontró el apoyo y la libertad para seguir su sueño.

Trágicamente, el destino le arrebató a Mary Ann a su segundo esposo cuando la madre de Natalia – María Eugenia González Garlick apenas tenía tres años. A pesar de la adversidad, su creatividad, esfuerzo y tenacidad fueron fundamentales para mantener a sus cinco hijos al dar clases de baile en el living de su hogar. Su espíritu perseverante y su amor por el arte se transmitieron a cada uno de sus hijos, creando así un legado duradero.

LA HISTORIA SE REPITE

Con el paso del tiempo, la madre de Natalia conoció al hombre que se convertiría en el padre de la talentosa joven: Edgardo Aragú Pérez. Es la propia artista viñamarina de 32 años quien relata esta linda historia con emoción.

“Cuando mi mamá tenía 26 años – teníamos una escuela de danza al costado de nuestra casa – llegó un joven apuesto para inscribirse en las clases de baile. El resto es historia, se enamoraron perdidamente, se casaron y formaron una familia”. Así, Natalia y sus hermanos crecieron rodados de música y danza.

Pero la pasión por el flamenco no tardó en manifestarse en la vida de la familia Aragú González. En su academia de danza, que inicialmente se centraba en el ballet clásico y otras formas de danza, llegó un día la profesora Jeannine Albornoz, quien introdujo el flamenco en su repertorio.

La familia se enamoró perdidamente de esta danza llena de pasión y comenzó a tomar susclases con entusiasmo. Aunque Jeannine dejó de asistir después de un tiempo, la llama del flamenco continuó ardiendo en sus corazones.

Hoy en día, Natalia, junto con sus hermanos y sus padres, trabaja incansablemente para preservar y difundir el legado del flamenco. Hace aproximadamente 15 años, formaron el Centro cultural de Arte español Flamenco Triana, donde enseñan y comparten su amor por esta danza con otros apasionados. Natalia, además de ser una destacada cantaora y bailadora, también imparte clases de flamenco en el centro cultural.

Este espacio se ha convertido en un referente para todos aquellos que buscan experimentar la autenticidad y el poder del flamenco en Chile. La familia Triana ha sido reconocida como embajadora del flamenco en su país, llevando consigo el legado de Mary Ann y transmitiendo la pasión y la entrega que caracterizan a esta danza ancestral.

Para Natalia y su familia, el flamenco no es solo una forma de arte, sino una forma de vida. Cada nota y cada movimiento les permiten expresar sus emociones más profundas y conectarse con sus raíces. A través de su dedicación y amor incondicional por el flamenco, la familia Triana mantiene viva la llama de esta danza española, dejando un legado que trasciende el tiempo y emociona a todos aquellos que tienen el privilegio de presenciar su arte.

Otras lecturas

Suscríbete a nuestro Newsletter