En el jardín infantil Mundo Naranja los pilares de la enseñanza se basan en el amor, el respeto y la creatividad, fórmula que desde 2012 fue todo un éxito para la viñamarina María José Naranjo Urenda al abrir su primer jardín de pre-infantes en Buenos Aires. Hoy, la psicopedagoga especialista en estimulación temprana, cumplió otra de sus metas, junto a su mejor amiga de toda la vida, la veterinaria y doula, Zully Castro Villavicencio, al inaugurar desde marzo un nuevo establecimiento en Bosques de Montemar.
Recién llegados a este mundo, no es poco común que los padres imaginen con ilusión el próximo paso del bebé: cuando sea capaz de sostener su cabeza o se siente, gatee o dé sus primeros pasos. Es comprensible que ayudemos a nuestros pequeños a moverse y que les enseñemos a sentarse y a caminar. Pero ¿es beneficioso para ellos? Según María José Naranjo, psicopedagoga especialista en estimulación temprana y dueña del jardín infantil Mundo Naranja, es esencial otorgarles “libertad de movimiento” en los primeros años de vida para un mayor desarrollo motriz.
“La idea es no limitar el desarrollo de nuestros hijos con un corralito de mínimo espacio o rodeados de almohadas. Igual de importante es amarlos y enseñarles a dar afecto. Respetarlos y aunque sean chiquititos explicarles las cosas. Pedirles permiso si le voy a cambiar un pañal o sonarle los mocos. Pero por sobre todo, respetar la fisioligía del niño sin querer adelantar los procesos, siguiendo el desarrollo motriz natural y espontáneo, que se da en un espacio que lo estimula adecuadamente con adultos que lo contienen y acompañan”, destaca María José.
¿El resultado? Niños felices, creativos y respetados. Los tres puntales de jardín infantil Mundo Naranja, un espacio educativo diferente como alternativa a la educación tradicional. Un lugar de juego y socialización que busca ser una instancia de transición entre la casa y una institución más formal, de manera que los pequeños jueguen, aprendan y se desarrollen en un ambiente cálido y contenedor en sus primeras experiencias sociales fuera de casa.
Te fuiste a vivir a Buenos Aires y formaste un jardín infantil, ¿cómo se originó todo?
“Me vine a estudiar dos postítulos y se fue extendiendo mi estadía en Buenos Aires, hasta que me casé con Maximiliano y tuvimos a nuestra primera hija en 2010. Como mi familia vive en Viña del Mar y la de mi esposo a dos horas de Buenos Aires, decidimos que me quedaría en casa para cuidar a Catalina.
Con ella conocimos juntas a un grupo de mamás y bebés en gimnasia postparto, luego surgió la idea de armar un jardín rodante (modalidad de jardín en las casas, a cargo de una maestra jardinera / Educadora de párvulos). La idea era hacerlo en mi casa y que me hiciera cargo del grupo. Así nació Mundo Naranja, con Catalina, 3 amiguitos y yo. Luego nos mudamos a una casa más grande y ahí sí, nos convertimos en un jardín infantil”.
¿Cuál es el plus de tu propuesta o modelo de enseñanza?
“En el jardín infantil Mundo Naranja el amor es la base de todo. Desde lo afectivo, les enseñamos el respeto hacia el otro, capacidad de atención y escucha, capacidad de reflexión, etc., en definitiva, habilidades blandas tan importantes para todos los aspectos de la vida. Pero también permitimos la libertad de movimiento y experimentación para estimular su creatividad. La flexibilidad dentro de ciertos marcos es igual de importante, pues entendemos las complejas jornadas laborales de algunos padres, a quienes además invitamos a participar en el proceso de desarrollo de sus hijos. Asimismo, respetamos el proceso de adpatación de cada niño con amor y respeto. Parte importante de nuestro proyecto está inspirada en la Filosofía Reggio Emilia, que pone al niño como centro y trabaja en base a proyectos que nacen de los intereses y necesidades de nuestros pequeños”.
¿Se registra el progreso de los niños, en fotos o videos?
“Nosotros le llamamos documentación pedagógica. Se trabaja de forma reflexiva para documentar proyectos, procesos de cada niño, lo que se traspasa luego a una carpeta que concluye en una especie de diario de vida de cada grupo. A fin de año es una herramienta valiosa de retroalimentación para ellos mismos, sus familias y para el jardín”.
Me llamó la atención el concepto de “Enseñaje”.
“Consideramos que en el proceso educativo enseñar y aprender tienen la misma relevancia. Por lo tanto, cuando los adultos enseñamos a nuestros niños lo hacemos con el método de preguntas exploratorias – no el de repetición -, en el cual los niños encuentran diversas miradas del mundo que están aprendiendo, entregando además una enseñanza a los propios educadores. De allí el concepto Enseñaje”.
MUNDO NARANJA CHILE
Desde que María José se atrevió a dar el salto de su vida y abrir las puertas de Mundo Naranja en Buenos Aires – donde han pasado a la fecha más de 300 niños -, guardaba un pendiente: inaugurar un jardín infantil en su país y zona de origen. Tarea lograda de la mano de su mejor amiga Zully Castro, quien es además mamá de 3 niños y en un momento dado sintió a su vez el llamado de hacer algo diferente, de aportar a la primera infancia de forma respetuosa y constructiva, y no solo a los niños, sino también tomar la misión de acompañar a las familias del proyecto, porque son parte importante del mismo y con quien ella ha logrado un vínculo cercano y cálido.
Zully, quien actualmente es la directora administrativa del establecimiento en Chile y, María José, directora del jardín de Argentina y asesora Pedagógica de Concón, decidieron dar otro gran paso juntas: concretar Mundo Naranja Chile, jardín que desde marzo pasado dejó de ser un sueño para transformarse en una hermosa realidad que hoy acoge a más de 50 niños.
Un valioso equipo humano, la directora Francisca Schultz, educadoras y asistentes, conforman este nuevo y gran proyecto educativo de la V Región. Aunque con pinceladas propias a la cultura nacional, el modelo educativo original se mantiene, pues “compartimos un facebook en común con las educadoras de ambos países para transmitirnos ideas y experiencias, formando así una comunidad que crece junta”, comenta entusiasmada María José Naranjo.
Texto: Cristian Muñoz Caces / Fotografías: Daniela Venegas