Oscar Wilde: el poeta que murió por amor

Por Isabel M. Saieg

“Y sin embargo cada hombre mata lo que ama.

Que todos oigan esto,

unos lo hacen con una mirada torva,

otros con la palabra halagadora;

el cobarde lo hace con un beso,

con espada el valiente.”

Este es uno de los versos más célebres de “La balada de la cárcel de Reading”, la última obra que escribió el poeta británico Oscar Wilde antes de fallecer en el año 1900. Había pasado dos años en la cárcel de Reading por mantener una relación homosexual con Lord Alfred Douglas, el amor de su vida, y a quien le dedica tanto las cartas como los poemas de esta última antología que escribe bajo presidio.

Nacido en Dublín en 1854, Oscar Wilde es uno de los escritores más importantes de la literatura europea, habiéndose dedicado a la poesía, a la dramaturgia y a escritura en prosa a lo largo de su vida. “Mi padre era médico y escritor,” comentaba, “pero yo no era como él,  un hombre formal y respetado. A mí muchos me llamaban mordaz e irreverente. No solo por mi forma de escribir, sino también por mi personalidad.”

Estudió en Trinity College y en la Universidad de Oxford, destacándose siempre por su inteligencia, carisma y extravagancia. “A la gente también le llamaba la atención mi afición por la estética y la moda, algo que se veía a simple vista por la importancia que le daba a mi apariencia, por lo que me convertí en una figura reconocible.”

Fue en la década de 1880 cuando Wilde se establece como un exitoso escritor y dramaturgo, con obras como El abanico de Lady Windermere y Una mujer sin importancia, obteniendo agudos comentarios sociales. Sin embargo, nada superó a El retrato de Dorian Grey, que hasta el día de hoy se consolida como su obra más notable.

“En este punto, ya era prácticamente una celebridad. No solo por mis obras, sino también por mi forma de ser. Era agradable, a la gente le gustaba conversar conmigo…” Su rostro entristeció, llenándose de repentina melancolía. -Hasta 1895-, agregué yo. Él asintió y prosiguió con su relato.

Llevaba una relación amorosa clandestina con Lord Alfred Douglas, más conocido como Bosie, lo que llevó al padre de éste a arremeter contra Wilde, acusándolo públicamente de inmoralidad. “Inicié un juicio en su contra, pero dio un giro inesperado. Se presentaron pruebas que revelaron mi relación con Bosie, por lo que me arrestaron por indecencia grave y fui a la cárcel por dos años, condenado a trabajos forzados. Ahí me llevaron a la cárcel de Reading, donde escribí mi última antología de poemas y cartas.”

Fue aquí cuando su salud comenzó a empeorar debido a las condiciones insalubres de la cárcel. Lo liberan en 1897, pero para ese entonces ya se hallaba en un deplorable estado de salud. Se exilió en Francia, donde falleció dos años más tarde a la edad de 46 años a causa de una meningitis cerebral.

El legado de Wilde es indudable, a pesar de su vida tan sufrida y rodeada de tragedia. Con prosas como El retrato de Dorian Grey, El ruiseñor y la rosa y El príncipe feliz, sus múltiples poemas y obras teatrales, se ha convertido en una de las figuras más importantes de la literatura británica, siendo leído y apreciado por lectores de todas las edades hasta el día de hoy.

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