Por más de dos décadas Carlos Edwards esculpe la piedra extraída en canteras de ríos, expresando de esta forma su fascinación por un elemento noble que trasciende a generaciones, que permanece durante miles de años.
IG @carlosedwardsescultor
En su obra abstracta, Carlos Edwards elabora una concepción del mundo como una realidad formada por dualidades y oposiciones. La utilización de piedras encontradas en canteras de ríos, erosionadas por el tiempo y el agua se contrapone a la materialidad rígida y sólida de la piedra.
El artista nacido en 1977 en Madrid, España, esculpe a base de tallado y corte un material noble que forma parte intrínseca del ser humano. “Estamos parados sobre una gran piedra que es el planeta, la misma cordillera es una gran roca. Por eso me fascina la piedra, porque trasciende a generaciones, no se descompone, siempre está presente”.
Plasmada en estas páginas, la producción de Carlos Edwards – con las exposiciones “Nexomatérico” y “Recorte Andino” – presenta un extremo interés por la forma, cuya realización y desarrollo se producen en estrecha dependencia de la materia y en íntima relación con el espacio en el que se instaura.
Se trata de formas dinámicas, potentes y constructivas, en las que el rigor geométrico es vencido por los espacios vacíos que también forman parte de la construcción de las esculturas. Estos espacios de silencio son “la presencia de la ausencia formal”.
En su obra, el escultor indaga sobre los conceptos de tiempo, espacio, materia y espíritu. El espacio queda definido por los diversos planos entrecruzados en la composición formal de la escultura, que es construida por la historia orgánica de la piedra y la intervención del artista.
La escultura es un vacío inaprensible o sutil y frágil, es una nueva irrupción en el paisaje. A medida que la singularidad del color va aumentando el dinamismo, así como los espacios internos que se generan, evocando canteras, se llega a remitir lugares habitables interpelando su pasado ancestral.