Protagonista de su propia vida

La naturaleza y un paisaje sureño se han convertido para Iñigo Urrutia en su más reciente escenario de expresión. Alejado del teatro y la televisión, el actor de 45 años confiesa que no le interesa la fama, “ni ser el mejor ni figurar. Hay otras posibilidades que me llevan a entender la vida como una aventura que nunca se acaba”.

Fueron más de veinte años los que Iñigo Urrutia estuvo vinculado al mundo del teatro y la televisión, hasta que un día dijo ¡No más! Dueño de una personalidad en eterna evolución, el actor de 45 años se atrevió a explorar rumbos que rápidamente le entregaron otro sentido a su vida.

Decidió salir de Santiago y de esa zona de confort para iniciar un nuevo viaje, esta vez, al sur de Chile.  ¿El escenario escogido? Un campo en las cercanías de Villarrica, desde donde relata a Costa Magazine la forma en que encara la vida y cómo desarrolla sus nuevos proyectos. 

“Estoy feliz trabajando con la tierra y con mis huertos orgánicos. Todo se ha dado de forma muy natural, pero he tenido que ir aprendiendo, desde cómo hacer un invernadero hasta plantar ciertas especies. Obviamente es un proceso que incluye equivocaciones, pero en este camino he conocido a gente maravillosa que me ha ayudado mucho”.

En el día a día, Iñigo va descubriendo esta tremenda aventura en la cual su sensibilidad y lado artístico están constantemente presente. “Y es que el arte se expresa en todo lo que la naturaleza te entrega desde su abundancia”, señala. 

Suyay se ha convertido en una gran compañera y aliada para Iñigo en esta nueva etapa que vamos conociendo.  ¡Y se preguntarán quién es!  Es una perrita que el actor recogió de la calle y con quien rápidamente hubo química. “El nombre se lo puse porque lo escuché en una película turca y me gustó. Ha sido una gran amiga durante este tiempo”.

 

EVOLUCIÓN

La evolución es parte de un crecimiento que para Iñigo Urrutia ha sido tremendamente valioso e importante. Un proceso que ha estado presente en las diferentes etapas de su vida.

“Hoy es algo que lo tengo más claro. Antes quizás lo tenía en un nivel del inconsciente, pero que estaba presente y que siempre lo estuvo. Voy viviendo sin ambiciones, sin expectativas solo viendo aquellas oportunidades que se me presentan y las aprovecho, pero siempre tomando aquello que me hace un sentido. No me interesa la fama, ni ser el mejor ni figurar. Hay otras posibilidades que me llevan a entender la vida como una aventura que nunca se acaba”, confiesa el actor que encarnó un sinnúmero de papeles en las más vistas telenovelas chilenas. 

Y es desde esta mirada que recorremos lo que ha sido la trayectoria de Iñigo y descubrimos que su historia se basa en esta permanente búsqueda impulsándolo a un crecimiento personal en constante movimiento, y que lo hacen ser una persona sumamente interesante, no tan solo por lo que hace, sino por quién es como ser humano.

 

RECORRIDOS

Para el actor entrar a estudiar teatro  fue una manera de desafiar su timidez y de buscar su propia identidad. “Pese a que fue un proceso doloroso al principio, por lo expuesto que estás cuando te paras en un escenario o estás frente a las cámaras de la televisión, fue una etapa de mucho aprendizaje. Estudiar teatro me llevó a conocer que existía la diversidad y a aceptar las diferencias, algo opuesto a los esquemas bajo los cuales me había formado. Eso también me motivó a seguir”, relata.

De esta época, Iñigo recuerda a grandes actores como Bastián  Bodenhöfer, Anita Reeves y Mauricio Pesutic. “Son actores con oficio, de esos que uno llama de la vieja escuela, con los cuales hubo cercanía, y con algunos incluso una amistad. Varios de ellos fueron verdaderos maestros para mí”.

Y de los personajes  de teatro que para Iñigo han tenido un significado especial  están “el  Chicharra” de la obra de teatro Chañarcillo, “Graciano” de la Remolienda y el personaje que hizo en el monólogo “Pie de hombre sobre espalda de niño”.

Son obras de teatro, teleseries, momentos y experiencias que  forman parte de un pasado que  Iñigo atesora con cariño y que se han convertido en el prólogo de ese libro del que nunca sabremos el final. 

“La vida es una aventura: partimos en un lado, pero nunca sabemos dónde terminaremos. Esto le da un sentido emocionante – expresa -. Es lo que me ha dado sentido a mí, y es lo que me tiene disfrutando de un proceso que me sedujo y que sé que va a continuar”. 

De esta manera Iñigo nos lleva a una interesante reflexión: pongamos una pausa al tiempo para volcar  la mirada hacia lo que realmente te hace sentido ¿Y tú te  atreves?…  

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