Queen of the Air

Ama competir, aunque no suba al podio. Experimentar esa adrenalina de los minutos previos y sentir el espíritu de compañerismo entre las deportistas es suficiente motivación para que la dos veces campeona nacional freestyle e instructora certificada de kitesurf, Paula Villarroel, decidiera crear el Kitegirl Day, evento que una vez al año reúne a casi un centenar de mujeres en el Embalse Puclaro para “navegar con minas en patota”.

Por Cristian Muñoz

Fotografías:

  • @julienzgraggen
  • @lineup.pousada
  • Instagram @ kitegirlchile
  • www.kitegirlchile.com

Mira el reloj con algo de ansiedad. Quedan pocos minutos para el mediodía del viernes, hora en que finaliza su semana laboral. Pero Paula (44) ya tiene todo preparado para subir a su auto y conducir seis horas desde Santiago hasta La Serena con destino al Embalse Puclaro, lugar ideal para practicar kitesurf.

Este deporte acuático – donde el viento es el motor que te impulsa a deslizarte con tu tabla por el agua y realizar trucos o acrobacias en el aire mientras sujetas la cometa – llegó a Chile a fines de la década del noventa junto con los primeros equipos en manos de algunos surfistas que fueron a aprender a Hawái, y cada vez cobra más adeptos.  

Paula Villarroel no es la excepción. Apenas se enteró de la existencia de esta disciplina en 2014 quiso practicarla. “Desde que éramos chicos mi papá nos impulsó a practicar deportes acuáticos, pero cuando conocí el kitesurf, super que era lo mío”.  Raudamente hizo los preparativos para viajar a Los Roques, zona caribeña de Venezuela conocida como el paraíso del kitesurf.

“Organicé un viaje de dos semanas, y como los primeros días no había viento, me dediqué a recorrer este lugar de ensueño rodeado de miles de callos y pequeñas islas”. Al mejorar las condiciones accedió a sus primeras clases y desde aquel día no hay quien la baje de la tabla.

“Aprendí a navegar recién a los 37 años, y a los pocos meses participé en mi primera competencia y gané. ¡Mentira! – replica entre risas la odontóloga de profesión -. Casi me ahogué y tuvieron que rescatarme del agua, lo que me motivó a querer intentarlo una y otra vez”.

Esta pasión y perseverancia en todo lo que se propone la ha llevado a ser en más de una ocasión campeona nacional de kitesurf, pero el podio nunca fue su principal objetivo. “Desde muy pequeña, he competido en todos los deportes en los que he practicado y sé lo que es perder, he perdido muchísimas más veces de las que he ganado”, confiesa.

¿Entonces? “Más allá del resultado, vivo la experiencia en su totalidad. Desde la preparación para un torneo, el sentir esa ansiedad y adrenalina en los minutos previos. Me encanta ser parte de una comunidad y percibir ese espíritu de compañerismo entre las competidoras”.

Ver la competencia desde esta perspectiva motivó a Paula a desarrollar uno de los eventos deportivos exclusivos de mujeres más masivos del mundo, el Kitegirl Day.

“DÍA DE NOSOTRAS”

Pronta a cumplir nueve años practicando kitesurf, Paula Villarroel recuerda las primeras competencias en las que participó como eventos organizados por y para hombres. “Veía a varias mujeres navegando, pero a la hora de competir éramos muy pocas. Se organizaban cuatro categorías masculinas pero solo una femenina, y los premios también eran bastante desiguales”.

Básicamente no había motivación para que las deportistas se animaran y se sintieran valorada en un torneo en que los competidores masculinos se llevaban toda la atención.Con ello en mente, y motivada por ver crecer la comunidad femenina kitesurfista, barajó la idea de un torneo dirigido exclusivamente a ellas, así nació el Kitegirl Day.

“Me inspiré a crear un evento que nos reuniera para acompañarnos en este camino y nos permitiera potenciar nuestras habilidades en forma mutua. Tal como su nombre lo indica, es un día dedicado a nosotras. Y aunque sigue habiendo podio, es mucho más que una competencia, en realidad, es un día para navegar con minas en patota”, expresa con orgullo y alegría Paula.

A la primera competencia realizada en marzo de 2017 – siempre en el Embalse Puclaro – llegó una veintena de competidoras algo tímidas. “Cuando comprendieron que la idea era motivarnos y pasarla bien,  el evento se hizo cada vez más masivo”. Hoy, son más de 80 competidoras que llegan con sus tablas hasta el valle del Elqui para cerrar con broche de oro el verano.

DEPORTE EXTREMO

Ahora bien, ¿es el kitesurf un deporte extremo? ¡Sí lo es! Y su historia lo ratifica. Son muchos los que han sufrido caídas que han provocado graves lesiones, heridas e incluso la muerte. Por ello, Paula Villarroel, quien además es instructora certificada y salvavidas, hace hincapié en la importancia de tomar clases con profesores calificados.

“Puedes demorarte unas diez horas en un curso con profesores oficiales que te permitan comenzar a andar, pero aún no eres independiente ya que existen varios riesgos asociados,sobre todo en aprender a manejar la vela. Si cometes un error puedes tener una caída demasiado violenta con graves consecuencias”.

Pero más allá del riesgo latente, Paula subraya la comunidad que gira en torno a esta disciplina, un grupo de personas muy inclusivas, “que siempre están dispuestos a ayudarte, enseñarte y acogerte, aunque no te conozcan”.

“El que sabe más le enseña al que sabe menos”, replica como una de sus frases favoritas. Y es que así funciona. De hecho, para que quienes deseen incursionar en el kitesurf envía este mensaje: “Amigas escríbanme al Instagram, las apañamos con todo, partner no les va a faltar”.

“Tengo un grupo de WhatsApp donde somos unas 160 minas locas por el kitesurf. Imagina cómo funciona el grupo”, añade la kitesurfer. Esa es la idea, vivir este deporte en su máxima expresión, desconectarte de la ciudad y conectarte con la naturaleza.

Motivando a muchas mujeres más a que se atrevan a practicar kitesurf, independiente de su edad, Paula Villarroel valora la maravillosa comunidad que se ha formado con el paso de los años, un grupo de amigas/competidoras que recorren juntas el camino del aire y del agua. 

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