Entre las montañas de Santo Antão, una de las islas más espectaculares de Cabo Verde, emerge un proyecto que no solo redefine el concepto de arquitectura ecológica, sino que también transforma la vida de su comunidad. La Villa Ecológica en Chã de Igreja es un refugio donde la naturaleza y la sostenibilidad se abrazan, un lugar que no solo ofrece un respiro a sus visitantes, sino que también contribuye al renacer agrícola y económico de la isla. A través de un diseño que respeta el paisaje y de un enfoque en la armonía entre los humanos y su entorno, esta villa se convierte en un modelo de turismo responsable.
- Arquitectos: Ramos Castellano arquitectos
- Área: 1325 m²
- Paisajismo: Ramos Castellano arquitectos
- Ciudad: Chã de Igreja
- Pais: Cabo Verde
- Relato de Cristian Muñoz
- Fotografías de Sergio Pirrone
Con sus paisajes volcánicos y su rica historia multicultural, Santo Antão es el escenario perfecto para un proyecto que une tradición y modernidad. Siendo la más septentrional del archipiélago de Cabo Verde, la isla ha sido poblada desde mediados del siglo XV en varias fases, por una mezcla de agricultores portugueses de las islas de la Macaronesia, nobles que no gustaban de la corona portuguesa, judíos expulsados y descendientes de personas esclavizadas deportadas a la fuerza de varias regiones de África.
Hoy, con cerca de 80 mil habitantes asentados en menos de 800 kilómetros cuadrados, la isla enfrenta los desafíos del despoblamiento rural y el cambio de su economía agrícola hacia el turismo. El cultivo de caña de azúcar y la producción de Grogue, su famoso ron, ya no bastan para retener a las nuevas generaciones, que buscan un futuro en las ciudades.
Conscientes de este fenómeno, hace algunos años atrás, una pareja alemana decidió cambiar este paradigma. En un terreno de cinco hectáreas, soñaron con algo más que inmuebles: un refugio sostenible que pudiera ser un motor de desarrollo para la isla.
ARQUITECTURA SOSTENIBLE
El diseño de la Villa Ecológica trasciende la estética, para priorizar la sostenibilidad en el tiempo. Tres hectáreas de área cultivable, catorce habitaciones dobles, cuatro villas, un edificio de servicios, un restaurante con lounge, un edificio panorámico multifuncional, un campo fotovoltaico, tres depósitos de agua para riego y un pozo, dan vida al programa final propuesto por el estudio Ramos Castellano Arquitectos.
Así, en sus 1.325 metros cuadrados de construcción, el proyecto priorizó el uso de materiales locales como piedra de basalto, arena y grava, minimizando la huella ecológica. Las paredes de piedra garantizan el confort térmico gracias a la inercia térmica, y la ventilación cruzada elimina la necesidad de aire acondicionado.
Además, el agua, escasa en esta región semiárida, es gestionada con ingenio: un pozo con planta desalinizadora, alimentada por energía solar, asegura el abastecimiento constante. Incluso las aguas grises son filtradas y reutilizadas para regar la vegetación, cerrando un ciclo virtuoso que nutre la tierra y minimiza el impacto ambiental.
De esta forma, el proyecto no solo transformó cinco hectáreas de terreno árido en terrazas irrigadas, sino que también trajo consigo empleo y recursos para las comunidades locales. Durante la construcción, más de veinte personas trabajaron en estas terrazas, que ahora producen frutas y verduras para el mercado local. Esta nueva oferta no solo diversifica la dieta de los habitantes, sino que también reduce los precios y dinamiza la economía regional.
El turismo, motor económico en Cabo Verde, encuentra aquí una visión diferente. Lejos del modelo de hoteles todo incluido, la Villa Ecológica invita a los visitantes a ser parte de la vida local, promoviendo una relación más justa y enriquecedora entre turistas y comunidad.
REFUGIO MULTISENSORIAL
El proceso creativo incluyó meses de observación y convivencia con el entorno. Los arquitectos acamparon en el terreno para identificar los mejores lugares, protegidos del viento y con vistas al valle y al mar. Las villas y habitaciones, distribuidas con cuidado, se integran en el paisaje como una obra de arte que dialoga con las montañas.
Cada espacio está diseñado para ofrecer una experiencia multisensorial. Los jardines, concebidos con asesoría agronómica, no solo embellecen el lugar, sino que guían a los visitantes a través de aromas y texturas que cambian con el viento. Incluso el sonido de las olas, amplificado por la posición estratégica de las construcciones, enriquece la experiencia sensorial.
Uno de los pilares del proyecto es su impacto social. La Villa Ecológica apostó por la mano de obra local y técnicas tradicionales, distribuyendo conocimientos y recursos entre los habitantes.
Por lo anterior, de disminuyó el uso de maquinaria pesada para aumentar el uso de energía humana, con tal de distribuir al máximo posible en las aldeas cercanas el capital necesario para la construcción, convirtiendo el asentamiento orgánico en algo cercano a las poblaciones locales.
Los muebles y acabados interiores, diseñados por Ramos Castellano Arquitectos, fueron elaborados por artesanos de la región, siempre con el objetivo de distribuir capital y conocimiento localmente, creando una infraestructura humana preparada para construir proyectos futuros, que se implementarán en la misma área con alta demanda turística.
Además, la presencia del asentamiento ha cambiado la percepción de los habitantes sobre los visitantes. Este modelo cooperativo contrasta con el turismo masivo de otras islas y crea lazos genuinos de intercambio y beneficio mutuo.
EQUILIBRIO
La Villa Ecológica representa una visión contemporánea del turismo rural. Sus espacios invitan a los huéspedes a desconectar del bullicio urbano y sumergirse en un estilo de vida más lento y consciente. La integración entre arquitectura, naturaleza y cultura local es un recordatorio de que el progreso puede ser sostenible y respetuoso.
En un mundo donde la desconexión con la naturaleza es cada vez mayor, este rincón de Santo Antão ofrece un refugio para el alma. Aquí, el arte, la sostenibilidad y el compromiso humano convergen para crear un futuro más prometedor para Cabo Verde y para quienes tienen el privilegio de visitarlo.