En un mundo donde muchos animales quedan olvidados, Estefanía Grados ha decidido ser la voz de los que no pueden hablar. Su incansable trabajo en rescatar, rehabilitar y dar una nueva oportunidad a los animales abandonados no solo transforma sus vidas, sino que también conmueve a quienes conocen su historia. Tifa es el reflejo de la compasión, la perseverancia y el profundo amor por los seres más vulnerables, aquellos que merecen una segunda oportunidad para ser amados y cuidados.
- Por Cristian Muñoz
- Fotografías de Estefanía Grados
- IG @ tifagrados.rescate.animal
Con una mirada llena de empatía y pasión por los animales, Estefanía Grados ha dedicado su vida a rescatar, rehabilitar y encontrar hogares para aquellos que han sufrido el abandono y el maltrato. A través de su labor, ha logrado construir una red de apoyo que transforma vidas, tanto humanas como animales.
“Convertirme en rescatista no fue una decisión consciente. Siempre lo hice desde niña, guiada por mi corazón. Poco a poco fui ayudando a mis animales y ahora es parte de mi día a día”, nos cuenta esta veterinaria, que transformó su vocación de rescatista en su profesión, reflejando el profundo amor que siente por los animales.
A los ocho años, “Tifa”, como le llaman sus amigos, vivió una de las experiencias que marcaría su vida para siempre. Vaguito, un perrito callejero que había encontrado en el parque cercano a su casa, era su primer rescatado. Después de llevarle comida y agua durante un par de semanas, un día no lo encontró en su sitio habitual. Buscó por todo el barrio, solo para descubrir que había sido envenenado.
“Aquella experiencia fue devastadora. Me dio el primer vistazo al abandono y maltrato animal. Aunque siendo una niña no podía hacer mucho, ese dolor despertó una profunda empatía que jamás ha desaparecido”, relata.
Este primer golpe emocional, lejos de desanimarla, la impulsó a seguir ayudando a otros animales. A lo largo de los años, esa misma sensibilidad se convirtió en el motor que mueve su labor diaria.
EQUILIBRIO, SACRIFICIOS
Aunque el rescate animal es su mayor vocación, Tifa no ha dejado de lado sus otras pasiones. La fotografía, el surf y la música son parte integral de su vida. Sin embargo, reconoce que encontrar un equilibrio entre todas sus pasiones no ha sido sencillo.
“El ser rescatista no significa dedicarte solo a los animales; también tienes una vida personal, con sus problemas y responsabilidades. Muchas veces, prioricé a los animales por encima de mí misma, lo que me llevó a enfermar y terminar hospitalizada. Fue una lección: entendí que si no estoy bien, no puedo ayudar”, reflexiona Estefanía, quien hoy se cuida más y sabe que su bienestar es vital para continuar con su labor.
Este sacrificio personal ha sido uno de los mayores desafíos, pero también le ha enseñado a reconocer sus límites y a no dejarse consumir por el dolor emocional que a veces trae consigo su trabajo.
DE LA RED SOCIAL A LA ACCIÓN REAL
Lo que empezó como una simple cuenta de Instagram donde compartía su vida personal y un par de rescates, pronto se convirtió en un espacio de solidaridad. Su red de apoyo creció rápidamente, por lo que se dio cuenta de que no estaba sola en su misión.
“Un rescate clave fue el de Milagros, una perrita que estaba gravemente herida. Recibí apoyo de personas que ni siquiera conocía, lo que me sorprendió mucho. Fue cuando comprendí que lo que hacía tenía impacto”, explica. La comunidad de seguidores que fue formando se convirtió en un pilar esencial para seguir adelante, aportando desde donaciones hasta ayuda directa en el terreno.
Sin embargo, la logística del rescate y el manejo de los animales no siempre ha sido fácil. En sus primeros rescates, Tifa enfrentó muchas dificultades, desde no tener un refugio adecuado hasta la falta de recursos. Recuerda un episodio en que tuvo que dormir fuera de su casa, porque sus padres ya no podían soportar la llegada constante de perros rescatados.
PROTOCOLO DE REHABILITACIÓN
Hoy, y como buena veterinaria, Estefanía Grados tiene un protocolo riguroso para garantizar que cada animal que rescata reciba los cuidados necesarios antes de ser adoptado. La cuarentena es el primer paso, un espacio donde los animales son evaluados minuciosamente. Luego, se inicia un proceso de rehabilitación física y emocional, ya que muchos animales han sufrido traumas que requieren atención psicológica.
“Es importante que los adoptantes estén informados. Algunos animales tienen traumas emocionales que no se ven a simple vista, y si no son comprendidos, pueden generar conflictos. Siempre les explicamos las particularidades de cada animal, para que puedan brindarle el hogar que necesita”.
Este enfoque integral ha permitido que muchos de los animales rescatados puedan vivir una segunda oportunidad en un hogar lleno de amor y cuidado.
UNA HISTORIA DE RESILIENCIA
Uno de los rescates más impactantes de Tifa fue el de Wolverine, un perro que llegó a sus manos en un estado tan crítico que parecía no tener posibilidades de sobrevivir. La piel lacerada, los huesos visibles y la debilidad extrema lo hacían ver como un cadáver ambulante.
“Pensé que no lo lograría, pero con el amor y los cuidados adecuados comenzó a responder. Poco a poco, su cuerpo se recuperó, y lo más asombroso fue ver cómo su espíritu también lo hizo”, recuerda con emoción y asegura que muchos animales, especialmente los más graves, encuentran su fuerza en el cariño y la atención constante.
“Los perros, sin importar su historia, tienen un corazón increíble. Aunque los perros de la calle pueden parecer más agradecidos, creo que todos tienen un amor incondicional que no depende de su pasado”, reflexiona.
Lo que sí está claro es que, para Estefanía, cada vida salvada es una victoria. Y aunque el camino es largo y lleno de desafíos, el resultado siempre vale la pena: animales felices y adoptantes agradecidos que han logrado encontrar a un nuevo amigo.
Hoy, esta joven veterinaria sigue adelante con su misión de rescatar, rehabilitar y encontrar hogares para los animales. Pero también ha aprendido a cuidar de sí misma, reconociendo que solo con bienestar personal puede continuar con esta noble causa. Su vida, marcada por el amor a los animales y por la convicción de que el cambio es posible, sigue siendo una inspiración para muchos.
A través de cada rescate, cada adopción y cada historia compartida, Estefanía Grados continúa demostrando que salvar vidas no solo depende de lo que hagas, sino de la pasión con la que te entregues. Y en su caso, la pasión por los animales nunca se detiene.