SARA MATTHEWS

Tiene el ojo entrenado para visualizar lo que otros no ven, para captar la esencia de una viña y lo hace con tal habilidad que al observarlas se evoca el aroma de las vides, la textura de las barricas de roble, el sabor de los vinos o la calidez de la tierra. Durante 30 años de trayectoria en los que ha recorrido más de cien países buscando la personalidad de cada terruño, Sara Matthews ha llegado a ser  conocida como la fotógrafa de viñas.

Su pasión por el retrato visual despertó casualmente en 1986, año en que se alejó de Nueva York para mudarse junto a su marido al sureste de Burdeos, en una pequeña localidad  dedicada a la producción de vinos llamada Ruch. Antes decoraba interiores de bancos e importantes empresas de la Gran Manzana. Pero en Francia todo cambió, Sara comenzó a retratar los antiguos procesos con que elaboraban el vino en la comarca encontrando en su gente, en el paisaje y las uvas, la inspiración necesaria para continuar con la fotografía profesional.

 

Identidad visual

El trabajo de Sara consiste en  recorrer pueblos viñateros, viñedos y bodegas para capturar  lo que llama “la identidad visual de cada lugar”. Para ello, carga su cámara fotográfica, dron y otros elementos que al ser conjugados con sus conocimientos de luces y sombras, perspectiva o color – los que obtuvo al estudiar arquitectura en el Georgia Institute of Technology – dan como resultado  imágenes únicas del mundo que rodea la producción vinícola. 

La propia estadía en Ruch fue determinante. Un pueblo en que sus 500 habitantes trabajan de forma diferente y tradicional en el gran viñedo llamó profundamente la atención de Sara Matthews y, al poco tiempo, junto a su esposo Thomas Matthews idearon plasmar estas  imágenes e historia en un libro llamado Pueblo en los viñedos. Pronto vendrían siete compilaciones más, dos de ellos realizados en nuestro país: Chile, The Art of Wine y The Carmenere Wines of Chile.

Para desarrollar su labor – explica – debe enfrentar muchos desafíos, pero el principal es el clima por su condición impredecible en ciertas zonas, así y todo se las arregla. “Si está soleado fotografío paisajes o la arquitectura del lugar con gran definición y juego con las sombras; un día nublado es más lindo para retratos y  racimos de uva”.

Sobre la aparente o superficial similitud entre viñedos, Sara Matthews replica que “toda viña es única y mi trabajo es descubrir a través del lente lo que hace diferente a cada una. Ya sea la forma cómo se elabora el vino, la particularidad de los viñedos o bien la historia de la familia a cargo, incluso el  microclima de la zona pueden marcar grandes diferencias. Siempre hay una y yo debo transmitirla a través de una imagen”, enfatiza.

A pesar de llevar tantos años fotografiando la industria del vino no se cansa, «siempre es distinto – menciona -, por ejemplo hay algunas viñas que están cerca del mar y otras rodeadas de montañas”. Y aunque no posee favoritos, recuerda en particular un viñedo en La Toscana, específicamente en Bolgheri, un hermoso pueblo costero que se extiende alrededor de un castillo que da nombre a la localidad, donde además se produce uno de los vinos más importantes de Italia y de los más prestigiosos a nivel mundial, el Sassicaia.

Durante sus numerosos viajes ha probado diferentes tipos de vinos, ya sea de viñas grandes, pequeñas, masivas o más exclusivas. No obstante, reconoce que no tiene uno preferido; espontánea y sonriente dice   “me gustan todos”.

 

 

www.saramatthews.com

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