Por Javiera Vilches
Preparador físico
Medicina integrativa
Son terapeuta
IG javieravilches.r
Cada ser humano posee una marca única que lo distingue y lo hace especial. No obstante, en muchas ocasiones nos vemos limitados en ser auténticos y experimentar esa plena libertad. Por ende, nos encontramos en una constante búsqueda de mejora o de convertirnos en alguien distinto.
Este fenómeno se debe a que rara vez nos sentimos satisfechos con nuestra identidad o con la forma en que nos perciben los demás. Esta lucha constante genera innumerables conflictos internos. Además, conlleva un considerable nivel de estrés, ansiedad e incluso trastornos que a veces ni siquiera imaginamos poder padecer. Por todo ello, te invito a adoptar esta perspectiva en la que la libertad se encuentra en ser uno mismo.
En consecuencia, no se trata simplemente de obtener la libertad de algo, ya que esta se nos otorga. Existe una causa detrás de ello. Aquello que nos hace sentir dependientes aún perdura en nuestro interior. De igual importante es comprender que “hacer lo que queramos” no representa necesariamente libertad, ya que nuestros deseos y anhelos surgen de la mente, y la mente es nuestra esclavitud.
La verdadera libertad, sin duda alguna, surge de la conciencia. Solo a través de ella podemos despojarnos de la dependencia tanto de las cosas como de la acción. El regalo que la consciencia nos brinda es la libertad de ser nosotros mismos. Y ya somos quienes somos, nacimos con ello; por ende, no depende de ninguna otra circunstancia.
Nacemos con libertad. No obstante, hemos sido condicionados a olvidarlo. Capa tras capa de condicionamientos nos han convertido en títeres. Las cadenas están en manos de otros. Ser consciente de esta realidad nos lleva a deshacernos de todos los condicionamientos y a retornar a esa pureza, inocencia y conciencia que nos permitirá recobrar nuestra esencia.
La libertad es la máxima experiencia de la vida. Nada supera su grandeza. Y a partir de la libertad, florecen numerosas virtudes en nuestro interior.
El amor es la manifestación de nuestra libertad.
La compasión es otro fruto de nuestra libertad. Todo aquello que tiene valor en la vida florece en el estado inocente y natural de nuestro ser.
Por lo tanto, no debemos equiparar la libertad con la independencia. La independencia implica, por naturaleza, estar desligados de algo o de alguien. Tampoco debemos confundir la libertad con hacer lo que deseamos, ya que eso es propio de nuestra mente, no de nuestro ser. Al desear hacer algo, nos encontramos prisioneros de nuestros propios deseos y anhelos.
En cambio, la libertad de la que he estado hablando simplemente implica ser, en un estado de completo silencio, serenidad, belleza y felicidad.
«La mejor forma de experimentar el amor incondicional es siendo uno mismo. Entrégate a la vida tal y como eres, permítete ser libre. Atrévete a ser libre, a desprenderte de prejuicios, culpas y miedos.»