Es vital entender que la vida de una huerta parte en la semilla. Nuestro planeta nos llama a educarnos y entender la repercusión de cada una de nuestras decisiones, por pequeñas que estas parezcan. Y aunque una semilla es casi diminuta, una vez que crece y da su fruto, nos nutre y embellece nuestra tierra.
Entonces, cuál semilla escoger. Tengo dos excelentes alternativas. Puedo conseguir una semilla certificada – con certificación europea, orgánica o ecológica – con las garantías correspondientes de que no ha sido alterada genéticamente, ni que viene contaminada. Hablo de una semilla fértil, cuidada bajo estándares ecológicos.
Otra opción, que es de mi preferencia, es conseguir una semilla provista por la Red de Guardadores de Semillas (justamente nos estamos entrenando para ser uno más de ellos) que existe en Chile y en distintas partes del mundo, donde se van preservando bajo ciertos protocolos de cuidado, distintos tipos de semillas para evitar que alguna se vaya a extinguir.
Al comprar o conseguir este tipo de semillas por trueque, te familiarizas con la historia que hay detrás, de aquellos campesinos que la plantaron y cuidaron durante generaciones. Obtienes una semilla que ha crecido con la energía del amor, del respeto, la confianza y el trabajo.
Basta que tengas un solo sobrecito de cada especie o de distintas variedades para poder plantar una y otra vez estos ricos y nutritivos alimentos. Como ejemplo, basta que dejes una lechuga para obtener cerca de mil ejemplares. ¡Nunca tendrás que volver a comprarla!
Muy por el contrario, si compras al azar en una semillería o en grandes tiendas semillas que han sido producidas en forma industrial, le estás haciendo daño a nuestro planeta. ¿Qué quiero decir con esto? Que no tienen ninguna conexión con lo orgánico o ecológico, se les llama semillas híbridas.
Nosotros les decimos “semillas pintadas”, pues ya vienen con las tonalidades químicas incorporadas. Lo peor es que además de contaminar tu suelo, cuando quieras sacar la semilla – en este caso de la lechuga – para volver a sembrarla, no obtendrás nada, pues ha sido alterada para ser infértil y para que tú tengas que volver a comprar.
¿Entiendes ahora lo perverso de este círculo en toda la industria de las semillas? Ni hablar de las semillas transgénicas que han sido llevadas a laboratorios para insertarles genes de animales y así sembrarlas en estacionalidades que no les corresponden. Semillas que a su vez necesitan de una carga importante de agroquímicos y pesticidas para crecer.
Ese tipo de aberrantes acciones han generado un tremendo desgaste a nuestro planeta. Por lo mismo, desde Chile Huerta hacemos un llamado a entender la responsabilidad que tenemos cada uno al iniciar nuestra huerta, la responsabilidad al armar nuestro banquito a partir de semillas libres, libres de propiedad intelectual, libres de transgenia, libres de contaminación.
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Mención especial a www.semilla-austral.coop es una cooperativas de Valdivia a la que pertenecemos y que no solo vende semillas ecológicas, sino también enseñas y capacitan a todos quienes desean iniciar una huerta con miras a cuidar nuestro planeta.