Diseñador
Master en diseño de interiores
IG @ cristianpreece
A veces esperamos grandes cosas, económicas o socialmente. Pero somos incapaces de agradecer y sonreír con lo esencial. Tener una buena salud, estar pleno con tu pareja, ver a los hijos crecer, poder mirar, reírse hasta que duela la guata, tomar un vaso de agua helada, sentir el viento en tu cara.
A mis 44 años de edad, veo cómo la vida avanza a pasos agigantados. En esta etapa de mi vida he llegado a comprender que el tiempo es sabio y nos enseña a valorar lo que damos por sentado: caminar, tener un plato de comida en tu mesa, estar apto para trabajar, tener vivo al menos a uno de tus padres, bañarse en el mar, ver una buena película, oír música, emocionarse.
Hoy te invito a reflexionar y a valorar aquellos instantes obvios. Aquellos momentos que pasan desapercibidos en nuestro día a día. Hoy te invito a pensar en aquellas personas que simplemente, hacen que todo tenga sentido, que los sacrificios valgan la pena.
Concentrarnos en lo positivo y en los detalles o cosas simples que, en realidad, son milagros maravillosos que reconfortan el alma y hacen que el difícil transitar por el camino de la vida, sea más amable. ¡Es cuestión de actitud!
Generalmente nos quejamos de lo que nos falta o aquello que no tenemos o envidiamos lo que tiene nuestro vecino, ¿no es cierto? Pero, por favor, haz una pausa y piensa por un momento lo que realmente estás diciendo.
Si estás leyendo estas palabras, ¡ya eres afortunado! ¿No te das cuenta? Y así pasamos mucho de nuestros días, quejándonos, observando en los demás aquello de lo que carecemos, cuando en realidad necesitamos de un remezón para valorar el caudal de cosas positivas en nuestra vida.
Te invito a agradecer, a tomarte un momento para respirar, admirar, gozar y compartir. No lo olvides, eres un ser único en este mundo que tiene una misión y debe estar.
¡Valórate, vive, sé feliz!