El color es el puente expresivo que guía nuestro recorrido hacia la obra pictórica de la artista visual Thelma Arias. Conceptualidad y abstracción, un lenguaje que la define y la energía que mueve un proceso creativo sin límites, marcan el sello de un trabajo que llama a disfrutarlo desde una magnética visualidad.
IG @th.arias
Por Marcela Cademartori
Fotografía de Elizabeth Riveros
A sus 29 años, Thelma Arias viene desarrollando un camino pictórico basado en un sello que la identifica y con una energía creativa que desborda talento por doquier. Estudió artes visuales en la Universidad Nacional de Artes en Buenos Aires, es maestra en grabado, tiene un diplomado en Antropología del Arte y en Gestión de las Artes de la Universidad Católica.
El color inunda la sala donde exhibe parte de sus últimas obras, cada una dueña de un relato que la artista se anima a explicar detalladamente. Nos lleva a un descubrimiento donde los trazos, el gesto y la mancha junto a algunos fragmentos naturalistas conforman una composición en cuyo recorrido va apareciendo una narración visual.
Las flores y los círculos representan los ciclos de la vida. Son elementos que se repiten a lo largo de sus trabajos. Y es que de una manera simbólica reflejan esa profunda reflexión a partir de la cual Thelma abraza la vida.
“Los círculos no tienen aristas. Es la representación del universo, de la vida y sus ciclos, al igual que las flores y la naturaleza, que también son cíclicos. Germinan, florecen, mueren y vuelven a la vida. Son temas que me llaman la atención y por esto están presentes en la mayoría de mis cuadros”.
Un trazo espontáneo marca la pausa y el ritmo de Thelma a lo largo de su proceso creativo. “Si bien existe una técnica pictórica desenvuelta, hay un estudio que se realiza previo a cada trabajo. Esbozo un concepto, estudio los colores que voy a usar, los cuales van alineados con mi estado anímico, espiritual y racional, desde ahí comienzo la pintura”.
Si bien existe una marcada espontaneidad en la manera en que se enfrenta al lienzo, “hay un trasfondo teórico que proviene de los estudios que tengo como artista visual y que permiten una composición intencionada”, manifiesta. Complementariedad de colores, equilibrio entre los elementos… en fin, varios detalles esenciales para que la visualidad tenga una armonía final.
EL LENGUAJE DE LA VISUALIDAD
Observar los trabajos de Thelma te inunda de energía. Colores como el azul, el amarillo, el rojo y el turquesa son los preferidos de la artista y se van entrelazando en una verdadera sinfonía pictórica.
“Se identifican con mi manera de ser. Además, incorporo pigmentos fluorescentes, ya que mis trabajos poseen una doble dimensión visual, entonces si los observas con luz ultravioleta, se presenta una segunda lectura del mismo cuadro y eso es algo mágico”.
“Me gusta pintar por series, es decir, un cuadro nunca lo trabajo solo, sino que pinto dos o tres simultáneamente y con un eje conceptual dominante”. En efecto, en un costado de la sala hay varios ejemplos que reflejan esta serialidad temática de la cual Thelma nos habla y que nos lleva a admirar la capacidad de la artista para ir enlazando detalles y elementos que son vínculos entre uno y otro.
Para la artista no existen limitaciones al momento de trabajar sobre el mismo lienzo diferentes técnicas pictóricas. Es quizás lo que entrega el sello a sus trabajos. Color, volumen, materialidad y mezcla de elementos en un cautivante equilibrio van conformando el relato de este arte que brota desde un profundo sentimiento expresivo.
Es lo que hace de Thelma Arias una artista visual dinámica, natural, que expande con su obra una energía que parece no tener límites ni fronteras. Es una expresión que ligeramente fluye en trazos que cobran vida en un lienzo que se presenta al espectador como un verdadero espectáculo del color.