En medio de los paisajes surrealistas esculpidos en lava y salados del norte de Chile, se encuentra Hotel Tierra Atacama, un verdadero oasis en medio del desierto, un fabuloso refugio de vidrio y adobe rodeado del magnetismo y belleza del altiplano. De lejos, el lodge se mezcla con la meseta azotada por el viento, ajardinada en la vegetación nativa y construida dentro de las paredes de arcilla de un corral de toros de 250 años de antigüedad. Desde el interior se experimenta una historia diferente. La grandeza del desierto de Atacama se exhibe en cada habitación, terraza privada, salón o incluso desde la piscina infinita.
El foco en Tierra Atacama es salir a esos paisajes para descubrir sus miríadas de maravillas: El eje central del proyecto es el volcán Licancabur. Todos los pasillos del hotel tienen orientación hacia el volcán y gracias a la elevación del lugar la vista es maravillosa. Mucho más alto se contemplan los cielos del desierto de Atacama. Su particular altura, sequedad y poca luminosidad hacen que sea un escenario privilegiado para observar constelaciones, estrellas, planetas y galaxias, rescatando así la cosmovisión andina de nuestros antepasados.
ARQUITECTURA RESPETUOSA
Emplazado sobre una plataforma rectangular de tierra, el hotel se proyectó en altura, para así no intervenir los suelos nortinos y evitar grandes excavaciones. Conscientes de las riquezas arqueológicas del terreno altiplánico, los arquitectos Rodrigo Searle y Matías González decidieron levantar tierra y tal como cuentan “crear una superficie para apoyar el hotel”.
Precisamente, desde el antiguo corral de ganado emerge una rampa que conduce hasta una gran plataforma rectangular de 30 por 180 metros de largo, la cual se levanta sobre el paisaje, y sobre un terreno que con riego tendido se inunda periódicamente, orientando su lado mayor para enfrentar al volcán Licancabur, eje rector del proyecto. A un lado de esta llegada, dos tercios de la plataforma la ocupan dos líneas de dormitorios.
El espacio central entre ellos es fragmentado en sucesivos patios que se recorren. Cada dormitorio, a su vez, aporta su propio patio, que regula el estar del pasajero, desde un interior blanco y silencioso, hasta la explosión de luz y colores afuera en el desierto. Al otro lado de la llegada, también sobre la plataforma, se proyectan los recintos comunes. Estares, comedor y servicios, salas de multiuso, más allá un spa, que se descubre entre cilindros de adobe y piletas de agua, todos a la sombra de planas cubiertas que vuelan y se traslapan.
DECORACION INTERIOR
La decoración interior estuvo a cargo de Alexandra Edwards y Carolina del Piano, quienes hicieron una acuciosa búsqueda de textiles, artesanías y elementos auténticos en las comunidades aledañas de la zona para incorporarlos al hotel y así crear un ambiente confortable, atemporal y casualmente elegante que preserve el legado milenario de la cultura local.
Siguiendo esa línea que combina comodidad, modernidad y preservación, para la construcción de Tierra Atacama se aprovechó un corral de toros centenario para integrarlo a la arquitectura del lugar. Por fuera, murallas de adobe restauradas y madera reciclada que dan vida a las rejas del hotel, y en el interior, muros de pizarra y planchas de fierro oxidado otorgan tonalidades tierras al lugar.
Carolina del Piano, quien junto a Alexandra Edwards realizó la decoración interior del Hotel & Boutique, comenta que “la flora y fauna del lugar claramente se transformaron en una inspiración, pero también tienen historias potentes de etnias que han sido muy valiosas y al mismo tiempo muy desconocidas por los chilenos. Por ello sentimos una gran responsabilidad por trabajar pensando en convertirnos en un aporte patrimonial a través de la ambientación, que no sólo significó trabajar con materiales de la zona, sino también con sus artesanos y su gente”.
PAISAJISMO
Los jardines fueron diseñados por el estudio de paisajismo de Teresa Moller, quienes intentaron recuperar lo que el lugar era originalmente: un suelo de cultivo. Para eso se mejoraron antiguos canales de regadío, se recuperó la fertilidad del terreno y se crearon cultivos propios de la zona como maíz, maravillas, trigo, avena, quínoa y melones. Además se preservaron antiguos algarrobos y chañares y se plantaron higueras en los patios de Tierra Atacama.
En los alrededores del hotel también existen zonas para la meditación, donde los visitantes pueden sentarse y relajarse en medio de la naturaleza del lugar. La descripción en boca del Gerente General de Tierra Hotels, Miguel Purcell no puede ser más apropiada. “Hotel Tierra Atacama está enclavado en un sitio extremo donde la arquitectura valora y respeta el entorno. Un lugar en el que se favorecen los espacios de contemplación y descanso para lograr que nuestros huéspedes se sientan como en casa”.